Altamente efectivos: descubren repelentes y atrayentes naturales para combatir hormigas

En una alternativa sustentable al actual uso de cebos tóxicos, mediante repelentes y atrayentes naturales, investigadoras del Instituto Inibioma, del Conicet y de la Universidad Nacional del Comahue, aumentaron la supervivencia de árboles jóvenes de un 2% a un 54% en forestaciones patagónicas.

Según comentaron, en la Patagonia hay cada vez más monocultivos forestales y una de sus principales plagas son las hormigas. Para controlarlas, hoy se usan cebos tóxicos que tienen efectos negativos en el ambiente.

“Condiciones justas”: fuerte reclamo de la cadena avícola para que baje la presión impositiva

Por eso, un estudio interinstitucional evaluó el uso de una estrategia innovadora basada en atrayentes y repelentes vegetales. De esta forma lograron reducir el daño por hormigas y aumentar del 2 al 54% la supervivencia de árboles recién plantados.

“La Patagonia se suele asociar con paisajes naturales prístinos, pero desde hace varias décadas existen muchas plantaciones forestales. En general, se usan pinos exóticos para producir madera”, contó Marina Alma, investigadora del Instituto Inibioma, del Conicet, de la Universidad Nacional del Comahue a Sobre La Tierra, de Fauba, en un artículo de Sebastián M. Tamashiro.

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Destacaron que estas forestaciones se hacen en forma de monocultivos y enfrentan muchas plagas. La hormiga cortadora de hojas, acromyrmex lobicornis, es una de las más importantes.

“Esta especie nativa es súper voraz. En especial, causa daños severos en las primeras etapas de crecimiento de los árboles y sobre todo cuando es lo único que tiene para comer”, explicó.

En este contexto, afirmaron que hoy en día para controlarla en la Argentina se usan cebos tóxicos, que tienen impactos ambientales negativos, por ejemplo contaminan suelos y aguas, y afectan a todos los animales que los consumen, incluso a las personas. “En Europa están prohibidos. Por eso, es urgente encontrar alternativas sustentables”, advirtió.

En su estudio, Alma probó una estrategia llamada push-pull o estímulo disuasivo en base a compuestos vegetales: “Está poco explorada en plantaciones forestales. El objetivo es modificar el comportamiento de las hormigas para disminuir sus daños. Esto se hace aplicando a la vez un compuesto repelente que las aleja de los pinos, y otro que las atrae hacia un recurso alimenticio alternativo”.

La investigadora detalló que usó aceite esencial de árbol de té como repelente y pulpa de cítrico deshidratada como atractivo: “En un estudio a pequeña escala, plantamos pinos cerca de las áreas de forrajeo de las hormigas y aplicamos el push-pull. Evaluamos diferentes aspectos de la interacción entre los pinos y las hormigas, y cuántas plántulas sobrevivieron a los 30 días”.

“El resultado principal fue comprobar que la estrategia realmente funciona. Sin tratamiento solo sobrevivió el 2% de las plantas jóvenes; con push-pull, el 54%. Funcionó tanto en los experimentos en los que cultivamos una sola especie de pino como en los que incluimos más especies”, agregó.

El trabajo se publicó en la revista científica Agricultural and Forest Entomology. Patricia Fernández, coautora del estudio y docente de la Fauba, también probó la efectividad de la estrategia en forestaciones de sauces del Delta del Paraná. Logró modificar el comportamiento de las hormigas usando como repente un compuesto extraído de semillas de la familia botánica Cucurbitáceas y como atrayente la vegetación espontánea de la zona.

Gran caja de herramientas

Alma remarcó que el control de plagas requiere considerar un gran conjunto de medidas y evitar depender de una solución universal: “El cebo, por ejemplo, pierde efectividad con el tiempo. La hormiga lo empieza a asociar con algo tóxico y lo deja de llevar al nido”, dijo, consignó Sobre La Tierra.

Por otra parte, señaló que es clave trabajar en conjunto con los productores forestales: “Sin ese vínculo es muy difícil que las estrategias que pensamos lleguen a aplicarse en terreno y tengan los impactos positivos que buscamos”.

La investigadora contó que la pulpa cítrica se consigue fácilmente, ya que es un desecho productivo. Sin embargo, disponer de aceite de árbol de té es más complejo por su alto costo y volatilidad: “A futuro, pensábamos investigar cómo mantener por más tiempo el aceite en la planta para mejorar la efectividad de la estrategia. También planeábamos escalar estos resultados, pasar a parcelas y a plantaciones forestales reales, pero no pudo ser”.

Dijeron que la línea de trabajo quedó interrumpida por la actual crisis del sistema científico. “Se disolvió el organismo encargado de canalizar los fondos para el desarrollo sustentable en el sector agroforestal. Además, la otra institución que financiaba nuestro trabajo quedó totalmente paralizada”, lamentó Alma.

En una alternativa sustentable al actual uso de cebos tóxicos, mediante repelentes y atrayentes naturales, investigadoras del Instituto Inibioma, del Conicet y de la Universidad Nacional del Comahue, aumentaron la supervivencia de árboles jóvenes de un 2% a un 54% en forestaciones patagónicas.

Según comentaron, en la Patagonia hay cada vez más monocultivos forestales y una de sus principales plagas son las hormigas. Para controlarlas, hoy se usan cebos tóxicos que tienen efectos negativos en el ambiente.

“Condiciones justas”: fuerte reclamo de la cadena avícola para que baje la presión impositiva

Por eso, un estudio interinstitucional evaluó el uso de una estrategia innovadora basada en atrayentes y repelentes vegetales. De esta forma lograron reducir el daño por hormigas y aumentar del 2 al 54% la supervivencia de árboles recién plantados.

“La Patagonia se suele asociar con paisajes naturales prístinos, pero desde hace varias décadas existen muchas plantaciones forestales. En general, se usan pinos exóticos para producir madera”, contó Marina Alma, investigadora del Instituto Inibioma, del Conicet, de la Universidad Nacional del Comahue a Sobre La Tierra, de Fauba, en un artículo de Sebastián M. Tamashiro.

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Destacaron que estas forestaciones se hacen en forma de monocultivos y enfrentan muchas plagas. La hormiga cortadora de hojas, acromyrmex lobicornis, es una de las más importantes.

“Esta especie nativa es súper voraz. En especial, causa daños severos en las primeras etapas de crecimiento de los árboles y sobre todo cuando es lo único que tiene para comer”, explicó.

En este contexto, afirmaron que hoy en día para controlarla en la Argentina se usan cebos tóxicos, que tienen impactos ambientales negativos, por ejemplo contaminan suelos y aguas, y afectan a todos los animales que los consumen, incluso a las personas. “En Europa están prohibidos. Por eso, es urgente encontrar alternativas sustentables”, advirtió.

En su estudio, Alma probó una estrategia llamada push-pull o estímulo disuasivo en base a compuestos vegetales: “Está poco explorada en plantaciones forestales. El objetivo es modificar el comportamiento de las hormigas para disminuir sus daños. Esto se hace aplicando a la vez un compuesto repelente que las aleja de los pinos, y otro que las atrae hacia un recurso alimenticio alternativo”.

La investigadora detalló que usó aceite esencial de árbol de té como repelente y pulpa de cítrico deshidratada como atractivo: “En un estudio a pequeña escala, plantamos pinos cerca de las áreas de forrajeo de las hormigas y aplicamos el push-pull. Evaluamos diferentes aspectos de la interacción entre los pinos y las hormigas, y cuántas plántulas sobrevivieron a los 30 días”.

“El resultado principal fue comprobar que la estrategia realmente funciona. Sin tratamiento solo sobrevivió el 2% de las plantas jóvenes; con push-pull, el 54%. Funcionó tanto en los experimentos en los que cultivamos una sola especie de pino como en los que incluimos más especies”, agregó.

El trabajo se publicó en la revista científica Agricultural and Forest Entomology. Patricia Fernández, coautora del estudio y docente de la Fauba, también probó la efectividad de la estrategia en forestaciones de sauces del Delta del Paraná. Logró modificar el comportamiento de las hormigas usando como repente un compuesto extraído de semillas de la familia botánica Cucurbitáceas y como atrayente la vegetación espontánea de la zona.

Gran caja de herramientas

Alma remarcó que el control de plagas requiere considerar un gran conjunto de medidas y evitar depender de una solución universal: “El cebo, por ejemplo, pierde efectividad con el tiempo. La hormiga lo empieza a asociar con algo tóxico y lo deja de llevar al nido”, dijo, consignó Sobre La Tierra.

Por otra parte, señaló que es clave trabajar en conjunto con los productores forestales: “Sin ese vínculo es muy difícil que las estrategias que pensamos lleguen a aplicarse en terreno y tengan los impactos positivos que buscamos”.

La investigadora contó que la pulpa cítrica se consigue fácilmente, ya que es un desecho productivo. Sin embargo, disponer de aceite de árbol de té es más complejo por su alto costo y volatilidad: “A futuro, pensábamos investigar cómo mantener por más tiempo el aceite en la planta para mejorar la efectividad de la estrategia. También planeábamos escalar estos resultados, pasar a parcelas y a plantaciones forestales reales, pero no pudo ser”.

Dijeron que la línea de trabajo quedó interrumpida por la actual crisis del sistema científico. “Se disolvió el organismo encargado de canalizar los fondos para el desarrollo sustentable en el sector agroforestal. Además, la otra institución que financiaba nuestro trabajo quedó totalmente paralizada”, lamentó Alma.

 

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