Duras críticas en Brasil a Lula por su viaje a Moscú: reunión con Putin y contacto con líderes autoritarios

BRASILIA.- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, generó una nueva controversia internacional esta semana al viajar a Moscú para reunirse con su par ruso, Vladimir Putin, y participar de los actos por el “Día de la Victoria”, fecha en la que Rusia conmemora la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial con un imponente desfile militar en la Plaza Roja.

El viaje provocó fuertes reacciones dentro y fuera del país sudamericano. En Brasil, sectores opositores acusaron al mandatario del Partido de los Trabajadores (PT) de respaldar la política belicista del Kremlin, en un momento geopolítico delicado, marcado por la guerra en Ucrania y el aislamiento de Rusia en Occidente.

Especialmente desde la invasión rusa a territorio ucraniano en febrero de 2022, el “Día de la Victoria” –celebrado cada 9 de mayo– ha cobrado nuevas connotaciones. Para analistas y gobiernos occidentales, la fecha se ha convertido en una plataforma propagandística del presidente Putin, que busca mostrarse como líder de una potencia influyente y con respaldo internacional.

Este año, alrededor de 30 jefes de Estado participaron del acto. Entre los presentes estuvieron el presidente chino, Xi Jinping, el venezolano Nicolás Maduro, el cubano Miguel Díaz-Canel y el propio Lula, uno de los pocos líderes electos democráticamente que compartieron el palco de honor junto a figuras de regímenes autoritarios.

Lula llamó aún más la atención al portar en su atuendo la cinta de San Jorge, una insignia de color negro y naranja que rinde homenaje a los soldados rusos caídos en combate. El símbolo fue prohibido en Ucrania en 2017 por su asociación con el expansionismo ruso y su utilización en contextos nacionalistas.

La participación del mandatario brasileño en el evento provocó duras críticas en los medios locales.

El tradicional diario O Estado de S. Paulo tituló una de sus columnas de opinión: “Lula en Moscú: el día de la infamia”. En el texto, el periódico calificó al presidente como “un occidental deslumbrado y voluntarioso” que encaja en la figura de un “idiota útil” para los intereses del Kremlin.

“Rusia es un socio estratégico importante para Brasil, pero lo que hizo Lula fue un error”, sostuvo en diálogo con LA NACION el politólogo Mauricio Santoro, profesor colaborador del Centro de Estudios Político-Estratégicos de la Marina de Brasil. “Moscú organizó un gran evento de propaganda del régimen autoritario de Putin, que transformó una conmemoración histórica en una especie de festival internacional de respaldo a su gobierno”, añadió.

Para Santoro, el viaje del presidente brasileño afecta los principales objetivos de la política exterior del país. “Debilita la defensa del derecho internacional y de un orden global basado en reglas. Fue más un gesto de lealtad personal hacia Putin que una acción diplomática calculada”, consideró.

Lula defendió su decisión y negó haber respaldado la guerra. Justificó su participación en los actos oficiales como una muestra del “compromiso de Brasil con el multilateralismo” y criticó a Estados Unidos. En su discurso, apuntó contra los aranceles comerciales impuestos por Donald Trump y dijo que esas medidas “atentan contra la idea de libre comercio y el respeto a la soberanía”.

El mandatario brasileño calificó las críticas de la comunidad internacional como una “pequeñez”. “Es importante no hacer una explotación política. Si todo es político, no podemos hacer nada. Nuestra posición continúa igual: queremos la paz”, afirmó.

“Europa debería estar festejando ayer, porque es quien estaba en guerra. Francia debería estar festejando, Alemania también. Gracias a lo que pasó en 1945, el nazismo que ocupaba Alemania fue derrotado”, agregó el sábado.

A las críticas de analistas y medios se sumaron las de dirigentes de la oposición. El senador Flávio Bolsonaro, hijo del expresidente Jair Bolsonaro, acusó a Lula de “no esconder su admiración por la revolución comunista” y calificó de “vergüenza” el hecho de que Brasil aparezca “mínimamente asociado a esos criminales”, en referencia a los países alineados con Rusia.

La explicación oficial

Desde el Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería brasileña, explicaron que la visita tuvo como objetivo principal fortalecer los vínculos económicos con Rusia, país con quien comparte el bloque Brics, que este año tiene a Brasil en la presidencia. Durante la visita presidencial, los mandatarios discutieron sobre comercio e inversiones. El año pasado, el intercambio bilateral alcanzó los 12.400 millones de dólares, aunque con un déficit de 9500 millones para Brasil.

“Mi viaje fue para discutir comercio, para intentar equilibrar, porque creemos que una buena política comercial es un camino de dos manos”, dijo Lula el sábado, antes de partir hacia Pekín para asistir a la cumbre China-Celac.

Brasil exporta principalmente soja y carne a Rusia, mientras que importa diésel y fertilizantes. El presidente estuvo acompañado por los ministros de Minas y Energía, y de Ciencia y Tecnología, y se firmaron acuerdos de cooperación en áreas como investigación climática, nuclear y tecnología espacial.

Fracasos

A pesar de su acercamiento a Putin, Lula ha intentado mostrarse como un actor dispuesto a mediar entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, sus esfuerzos no prosperaron.

Desde Kiev, representantes del gobierno de Volodimir Zelensky dijeron a CNN Brasil que han perdido “completamente” la confianza en el líder brasileño como posible mediador, especialmente tras su paso por Moscú.

“Esa tentativa de mediar en la guerra de Ucrania ya había fracasado desde el año pasado”, evaluó Santoro.

En mayo de 2024, Brasil presentó una iniciativa conjunta con China para promover una solución diplomática al conflicto. La propuesta incluía compromisos como no expandir las zonas de combate ni intensificar las hostilidades, pero no abordaba temas clave para Ucrania, como la recuperación de territorios ocupados o la investigación de crímenes de guerra. “La propuesta básicamente reproducía la agenda rusa”, remarcó el politólogo.

“Este tercer mandato de Lula, en comparación con los dos primeros, ha estado marcado por fracasos en política exterior. El viaje a Moscú es solo el episodio más reciente de esa tendencia”, concluyó Santoro.

BRASILIA.- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, generó una nueva controversia internacional esta semana al viajar a Moscú para reunirse con su par ruso, Vladimir Putin, y participar de los actos por el “Día de la Victoria”, fecha en la que Rusia conmemora la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial con un imponente desfile militar en la Plaza Roja.

El viaje provocó fuertes reacciones dentro y fuera del país sudamericano. En Brasil, sectores opositores acusaron al mandatario del Partido de los Trabajadores (PT) de respaldar la política belicista del Kremlin, en un momento geopolítico delicado, marcado por la guerra en Ucrania y el aislamiento de Rusia en Occidente.

Especialmente desde la invasión rusa a territorio ucraniano en febrero de 2022, el “Día de la Victoria” –celebrado cada 9 de mayo– ha cobrado nuevas connotaciones. Para analistas y gobiernos occidentales, la fecha se ha convertido en una plataforma propagandística del presidente Putin, que busca mostrarse como líder de una potencia influyente y con respaldo internacional.

Este año, alrededor de 30 jefes de Estado participaron del acto. Entre los presentes estuvieron el presidente chino, Xi Jinping, el venezolano Nicolás Maduro, el cubano Miguel Díaz-Canel y el propio Lula, uno de los pocos líderes electos democráticamente que compartieron el palco de honor junto a figuras de regímenes autoritarios.

Lula llamó aún más la atención al portar en su atuendo la cinta de San Jorge, una insignia de color negro y naranja que rinde homenaje a los soldados rusos caídos en combate. El símbolo fue prohibido en Ucrania en 2017 por su asociación con el expansionismo ruso y su utilización en contextos nacionalistas.

La participación del mandatario brasileño en el evento provocó duras críticas en los medios locales.

El tradicional diario O Estado de S. Paulo tituló una de sus columnas de opinión: “Lula en Moscú: el día de la infamia”. En el texto, el periódico calificó al presidente como “un occidental deslumbrado y voluntarioso” que encaja en la figura de un “idiota útil” para los intereses del Kremlin.

“Rusia es un socio estratégico importante para Brasil, pero lo que hizo Lula fue un error”, sostuvo en diálogo con LA NACION el politólogo Mauricio Santoro, profesor colaborador del Centro de Estudios Político-Estratégicos de la Marina de Brasil. “Moscú organizó un gran evento de propaganda del régimen autoritario de Putin, que transformó una conmemoración histórica en una especie de festival internacional de respaldo a su gobierno”, añadió.

Para Santoro, el viaje del presidente brasileño afecta los principales objetivos de la política exterior del país. “Debilita la defensa del derecho internacional y de un orden global basado en reglas. Fue más un gesto de lealtad personal hacia Putin que una acción diplomática calculada”, consideró.

Lula defendió su decisión y negó haber respaldado la guerra. Justificó su participación en los actos oficiales como una muestra del “compromiso de Brasil con el multilateralismo” y criticó a Estados Unidos. En su discurso, apuntó contra los aranceles comerciales impuestos por Donald Trump y dijo que esas medidas “atentan contra la idea de libre comercio y el respeto a la soberanía”.

El mandatario brasileño calificó las críticas de la comunidad internacional como una “pequeñez”. “Es importante no hacer una explotación política. Si todo es político, no podemos hacer nada. Nuestra posición continúa igual: queremos la paz”, afirmó.

“Europa debería estar festejando ayer, porque es quien estaba en guerra. Francia debería estar festejando, Alemania también. Gracias a lo que pasó en 1945, el nazismo que ocupaba Alemania fue derrotado”, agregó el sábado.

A las críticas de analistas y medios se sumaron las de dirigentes de la oposición. El senador Flávio Bolsonaro, hijo del expresidente Jair Bolsonaro, acusó a Lula de “no esconder su admiración por la revolución comunista” y calificó de “vergüenza” el hecho de que Brasil aparezca “mínimamente asociado a esos criminales”, en referencia a los países alineados con Rusia.

La explicación oficial

Desde el Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería brasileña, explicaron que la visita tuvo como objetivo principal fortalecer los vínculos económicos con Rusia, país con quien comparte el bloque Brics, que este año tiene a Brasil en la presidencia. Durante la visita presidencial, los mandatarios discutieron sobre comercio e inversiones. El año pasado, el intercambio bilateral alcanzó los 12.400 millones de dólares, aunque con un déficit de 9500 millones para Brasil.

“Mi viaje fue para discutir comercio, para intentar equilibrar, porque creemos que una buena política comercial es un camino de dos manos”, dijo Lula el sábado, antes de partir hacia Pekín para asistir a la cumbre China-Celac.

Brasil exporta principalmente soja y carne a Rusia, mientras que importa diésel y fertilizantes. El presidente estuvo acompañado por los ministros de Minas y Energía, y de Ciencia y Tecnología, y se firmaron acuerdos de cooperación en áreas como investigación climática, nuclear y tecnología espacial.

Fracasos

A pesar de su acercamiento a Putin, Lula ha intentado mostrarse como un actor dispuesto a mediar entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, sus esfuerzos no prosperaron.

Desde Kiev, representantes del gobierno de Volodimir Zelensky dijeron a CNN Brasil que han perdido “completamente” la confianza en el líder brasileño como posible mediador, especialmente tras su paso por Moscú.

“Esa tentativa de mediar en la guerra de Ucrania ya había fracasado desde el año pasado”, evaluó Santoro.

En mayo de 2024, Brasil presentó una iniciativa conjunta con China para promover una solución diplomática al conflicto. La propuesta incluía compromisos como no expandir las zonas de combate ni intensificar las hostilidades, pero no abordaba temas clave para Ucrania, como la recuperación de territorios ocupados o la investigación de crímenes de guerra. “La propuesta básicamente reproducía la agenda rusa”, remarcó el politólogo.

“Este tercer mandato de Lula, en comparación con los dos primeros, ha estado marcado por fracasos en política exterior. El viaje a Moscú es solo el episodio más reciente de esa tendencia”, concluyó Santoro.

 

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