El León peruano y el nuestro, un solo corazón

Imágenes de la semana más trepidante y azarosa del año. Robert Francis Prevost sale al gran balcón de la Basílica de San Pedro como León XIV; traga saliva, está nervioso, emocionado: antes de decir nada ya nos tiene a todos metidos en el bolsillo; a esas alturas habíamos decidido que es mucho más peruano que yanqui. La segunda imagen. Con inteligencia artificial, a falta de inteligencia emocional, Trump publica el sábado una foto vestido de papa; a los gringos les perdonamos que hayan parido al monstruito de Donald porque también parieron al sucesor de Francisco. La tercera. Abrazos y más abrazos en el Senado. El bloque kirchnerista y la Casa Rosada obtienen un triunfo épico: derrotan por un voto a las Fuerzas del Mal, que querían proscribir a Cristina corriéndola con la ley de ficha limpia. Unos desfachatados; digo, los proscriptores. Cuarta. El León nuestro, Javi, no iba a ser menos que Trump. En un foro económico se disfrazó de disgustado por la suerte de esa ley: “A los corruptos los vamos a echar a patadas en el culo”. Desde la primera fila le preguntaron: “¿Con esa boquita decís ‘te quiero’?”.

No, con esa boquita dice lo que quiere. Lo bien que hace: no se puede ser anarcoputeador y andar midiendo las palabras. Un amigo psicólogo, que viene analizando minuciosamente los insultos del Pelu, blande la teoría de que son más defensivos que ofensivos: “Son su coraza, no su corazón”. Otro, lingüista, me dice que se expresa así por no tener facilidad de palabras: “Es un muchacho que viene del fútbol”. Y una amiga pintora sostiene que hay mucho arte en esa forma de manifestarse: “Tira barbaridades en forma secuencial, en planos que no se superponen, creando climas, mundos, momentos”. ¿Conclusión? Tengo que renovar el stock de amigos.

Claro, porque las cosas son más simples. Cuando el Presi se enoja en Olivos si los invitados no saludan a los perros, como le pasó días atrás a una señora que ignoró a Milton y fue poco menos que echada, no hay que buscarle demasiadas explicaciones. Está loco; loco de amor a sus perros.

Antes de que me olvide: los que se quedaron mal por el rechazo de ficha limpia, calma, no desesperéis. El Gobierno prepara un nuevo proyecto, mucho más razonable y con buenas posibilidades de ser aprobado: no podrán ser candidatos a cargos electivos aquellos que tengan sentencia en contra en primera instancia, en segunda instancia, en la Corte Suprema, en la Corte Interamericana, en el Tribunal de La Haya y en la Sacra Rota Romana. En la Rota va a mandar un peruano: que nuestro próximo embajador o embajadora en el Vaticano (¿Alberto Benegas Lynch? ¿Lili Lemoine? ¿Cris?) se ocupe de ir arrimando el bochín.

El último artículo de la nueva norma prohibirá que una eventual aprobación en el Senado sea festejada con abrazos. Las manifestaciones de júbilo de kirchneristas y libertarios solo podrán tener lugar fuera del recinto. Se los adelanté: es mucho más razonable.

El Presi va a ir por supuesto a la coronación del nuevo papa, y Santi Caputo, el inefable Caputín, ya está trabajando en el diseño de esa misión estratégica: quiénes lo acompañarán (además de la primera dama, Kari), cuál será el mensaje núcleo, cómo diferenciarse de las decenas de reyes, mandatarios y personalidades que se harán presente. Kari va a lucir un vestido blanco largo, en rápido tránsito de “bruja”, como le gustaba ser llamada, a papisa. Javi pidió que la consabida carpeta de utilería (siempre vacía) que lo acompaña a todos lados esta vez sea de tapa amarilla y blanca. De la delegación formarán parte también Pato Bullrich, con su flamante carnet de afiliada a La Libertad Avanza (tiró los seis carnets anteriores, testigos de su dilatada búsqueda); el propio Caputín, por si hay que boxear a alguien; el canciller Werthein, que sigue aprendiendo el oficio; el Gordo Dan, para tuitear desde la plaza lo que manden los jefes; una bandita de trolls, y Hayden Davis, sí, el criptotimbero. Business is business.

¿Cómo podrá diferenciarse el Pelu en una ceremonia en la que encontrará tanta competencia? La idea es que sea él mismo. Que deje fluir su naturaleza salvaje. El mensaje central será que gracias a Dios este sucesor de Pedro no vino del infierno. Igual, le produjo una gran frustración que haya elegido llamarse León no por él, sino por León XIII, autor de la célebre Rerum Novarum, de 1891, la encíclica fundadora de la doctrina social de la Iglesia, que defiende los derechos de los trabajadores en la sociedad industrializada. El XIII y el XIV, “dos zurditos”, dejó caer entre sus íntimos. Dista de ser una definición certera y elaborada, pero no tiene facilidad de palabras.

Su candidato era el italiano Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, al que en los últimos tiempos Francisco le clavaba el visto. Lo frizó por sospechas de que no le era del todo leal. Seguí participando, Pietro.

Puede que Cristina vaya también a Roma, en otro vuelo y muy tranquila: al pie del avión, en Fiumicino, no estarán esperándola agentes de Interpol.

Imágenes de la semana más trepidante y azarosa del año. Robert Francis Prevost sale al gran balcón de la Basílica de San Pedro como León XIV; traga saliva, está nervioso, emocionado: antes de decir nada ya nos tiene a todos metidos en el bolsillo; a esas alturas habíamos decidido que es mucho más peruano que yanqui. La segunda imagen. Con inteligencia artificial, a falta de inteligencia emocional, Trump publica el sábado una foto vestido de papa; a los gringos les perdonamos que hayan parido al monstruito de Donald porque también parieron al sucesor de Francisco. La tercera. Abrazos y más abrazos en el Senado. El bloque kirchnerista y la Casa Rosada obtienen un triunfo épico: derrotan por un voto a las Fuerzas del Mal, que querían proscribir a Cristina corriéndola con la ley de ficha limpia. Unos desfachatados; digo, los proscriptores. Cuarta. El León nuestro, Javi, no iba a ser menos que Trump. En un foro económico se disfrazó de disgustado por la suerte de esa ley: “A los corruptos los vamos a echar a patadas en el culo”. Desde la primera fila le preguntaron: “¿Con esa boquita decís ‘te quiero’?”.

No, con esa boquita dice lo que quiere. Lo bien que hace: no se puede ser anarcoputeador y andar midiendo las palabras. Un amigo psicólogo, que viene analizando minuciosamente los insultos del Pelu, blande la teoría de que son más defensivos que ofensivos: “Son su coraza, no su corazón”. Otro, lingüista, me dice que se expresa así por no tener facilidad de palabras: “Es un muchacho que viene del fútbol”. Y una amiga pintora sostiene que hay mucho arte en esa forma de manifestarse: “Tira barbaridades en forma secuencial, en planos que no se superponen, creando climas, mundos, momentos”. ¿Conclusión? Tengo que renovar el stock de amigos.

Claro, porque las cosas son más simples. Cuando el Presi se enoja en Olivos si los invitados no saludan a los perros, como le pasó días atrás a una señora que ignoró a Milton y fue poco menos que echada, no hay que buscarle demasiadas explicaciones. Está loco; loco de amor a sus perros.

Antes de que me olvide: los que se quedaron mal por el rechazo de ficha limpia, calma, no desesperéis. El Gobierno prepara un nuevo proyecto, mucho más razonable y con buenas posibilidades de ser aprobado: no podrán ser candidatos a cargos electivos aquellos que tengan sentencia en contra en primera instancia, en segunda instancia, en la Corte Suprema, en la Corte Interamericana, en el Tribunal de La Haya y en la Sacra Rota Romana. En la Rota va a mandar un peruano: que nuestro próximo embajador o embajadora en el Vaticano (¿Alberto Benegas Lynch? ¿Lili Lemoine? ¿Cris?) se ocupe de ir arrimando el bochín.

El último artículo de la nueva norma prohibirá que una eventual aprobación en el Senado sea festejada con abrazos. Las manifestaciones de júbilo de kirchneristas y libertarios solo podrán tener lugar fuera del recinto. Se los adelanté: es mucho más razonable.

El Presi va a ir por supuesto a la coronación del nuevo papa, y Santi Caputo, el inefable Caputín, ya está trabajando en el diseño de esa misión estratégica: quiénes lo acompañarán (además de la primera dama, Kari), cuál será el mensaje núcleo, cómo diferenciarse de las decenas de reyes, mandatarios y personalidades que se harán presente. Kari va a lucir un vestido blanco largo, en rápido tránsito de “bruja”, como le gustaba ser llamada, a papisa. Javi pidió que la consabida carpeta de utilería (siempre vacía) que lo acompaña a todos lados esta vez sea de tapa amarilla y blanca. De la delegación formarán parte también Pato Bullrich, con su flamante carnet de afiliada a La Libertad Avanza (tiró los seis carnets anteriores, testigos de su dilatada búsqueda); el propio Caputín, por si hay que boxear a alguien; el canciller Werthein, que sigue aprendiendo el oficio; el Gordo Dan, para tuitear desde la plaza lo que manden los jefes; una bandita de trolls, y Hayden Davis, sí, el criptotimbero. Business is business.

¿Cómo podrá diferenciarse el Pelu en una ceremonia en la que encontrará tanta competencia? La idea es que sea él mismo. Que deje fluir su naturaleza salvaje. El mensaje central será que gracias a Dios este sucesor de Pedro no vino del infierno. Igual, le produjo una gran frustración que haya elegido llamarse León no por él, sino por León XIII, autor de la célebre Rerum Novarum, de 1891, la encíclica fundadora de la doctrina social de la Iglesia, que defiende los derechos de los trabajadores en la sociedad industrializada. El XIII y el XIV, “dos zurditos”, dejó caer entre sus íntimos. Dista de ser una definición certera y elaborada, pero no tiene facilidad de palabras.

Su candidato era el italiano Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, al que en los últimos tiempos Francisco le clavaba el visto. Lo frizó por sospechas de que no le era del todo leal. Seguí participando, Pietro.

Puede que Cristina vaya también a Roma, en otro vuelo y muy tranquila: al pie del avión, en Fiumicino, no estarán esperándola agentes de Interpol.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *