Batalla cultural en la Feria del Libro: abucheos, aplausos tibios y un discurso con guiños literarios y humor

El Salón Central de la Rural fue escenario de otro episodio de la batalla cultural, esta vez protagonizado por el secretario de Cultura Leonardo Cifelli en el acto de apertura de la 49ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Después de agradecer al actual presidente de la Fundación El Libro (FEL), el editor Christian Rainone, y de deplorar el tono “politizado y confrontativo” de las autoridades en la edición anterior, Cifelli defendió los ejes de una política cultural libertaria. “Vamos a priorizar la inversión por sobre cualquier gasto innecesario”, dijo. Lo abuchearon y también recibió tibios aplausos.

Fue el momento álgido de un acto que duró cerca de dos horas y que concluyó con el tradicional corte de cinta, mientras un grupo de editores y escritores levantaron pancartas con la efigie de Osvaldo Bayer y la frase: “Hay que esclarecer nuestro pasado para que nunca se repita”, en protesta por el derribo del monumento en homenaje al escritor en la Patagonia.

Por la “red carpet” de la Rural pasaron los escritores Claudia Piñeiro, Guillermo Martínez, Liliana Escliar, Sergio Olguín, Liliana Heker, María Rosa Lojo, Luisa Valenzuela, Gustavo Ferreyra y Paula Pérez Alonso, entre otros; el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat; el dibujante Nik, los editores Adriana Fernández, Juan Boido, Carlos Díaz, Luis Quevedo, Hugo Levín y Juan Manuel Pampín, y los expresidentes de la FEL Alejando Vaccaro y María Teresa Carbano, además de autoridades de las cámaras del sector.

“La política partidaria no debe intervenir en la cultura y mucho menos debe ser el motivo de gastos innecesarios”, dijo Cifelli al explicar la decisión de que la cartera que encabeza no tuviera, por segundo año consecutivo, un stand en el evento cultural más importante del país. “El formato de participación que nos habían dejado era un stand netamente publicitario que no aportaba al sector editorial y que implicaba un gasto de la plata de todos los argentinos. Un gasto que no íbamos a afrontar antes ni ahora”, dijo ante una concurrencia dividida entre abucheos y gritos (que llegaban desde el fondo del salón) y los aplausos desde las primeras filas, en las que se vio a Gastón Pulero, director nacional de Integración Federal y Cooperación Internacional; al jefe de Gabinete del Consejo de Asesores del Presidente de la Nación, el físico Demián Reidel (que alentó al secretario con un “¡Vamos, amigo!“, cuando otros le gritaban ”¡mentiroso!“), y a Daniela Pantano, directora institucional de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). El destino quiso que la escritora Matilde Sánchez se sentara junto a los funcionarios libertarios.

En primerísima fila se hallaban la directora de la Biblioteca Nacional, Susana Soto, y el presidente de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, Raúl Escandar, a los que Cifelli se dirigió cuando lo abucheaban. “Son los de siempre, Raúl, no te preocupes”, le dijo a Escandar. Los nombres más reprobados por parte de la concurrencia fueron los del presidente Javier Milei y el de su hermana, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, a quien Cifelli agradeció “su respaldo constante”.

“El 2024 fue un año de decisiones difíciles en el que tuvimos que cortar varios programas de subsidios. Programas que no contaban con las rendiciones de cuentas que debían estar”, remarcó el secretario, antes de consignar la inversión en el programa Libro % y el apoyo a las bibliotecas populares afectadas por el temporal en Bahía Blanca, de cincuenta millones de pesos.

En su debut como presidente de la FEL, Rainone confirmó el acercamiento con el Gobierno y agradeció que la Secretaría de Cultura hubiera decidido ceder el Palacio Libertad para la realización de la Feria Infantil y Juvenil (como en 2024), en julio, y que reanudara los apoyos financieros para la participación de editores argentinos en ferias internacionales (suspendidos en 2024). Describió la Feria como “un paraíso cultural” y destacó que el eje de su gestión sería consolidar el evento “como un escenario donde convivan armónicamente el valor de la tradición y la fuerza de la innovación”.

Por otra parte, reclamó el recupero del IVA para las librerías, pedido que se repite desde los años del gobierno de Mauricio Macri. “Ojalá yo sea el último Presidente de la Fundación El Libro que tenga que ejercer este reclamo en la inauguración de la Feria. La medida que pedimos no solo aliviaría su carga financiera, sino que también fortalecería nuestro canal tradicional de distribución, facilitando la expansión y sostenibilidad de los puntos de venta en todo el país”, explicó. También pidió que el presupuesto del Programa Sur (desfinanciado por Cancillería) fuera recompuesto a “valores históricos”, en aras de un plan de internacionalización del sector editorial.

“Valoramos especialmente el Programa ‘Libros para Aprender’ de la Secretaría de Educación de la Nación”, acotó. Esta iniciativa permite que escuelas de todo el país, públicas y privadas, reciban más de ocho millones de libros de texto de Lengua y Matemática para estudiantes de primero a séptimo grado.

El jefe de gobierno porteño Jorge Macri salió mejor parado que Cifelli. En su estilo campechano, anunció el envío de un proyecto de ley de “alivio fiscal” para las librerías. La iniciativa establece una tasa cero del impuesto de sellos en los contratos de alquiler de las librerías. “Será momento de discutir en serio en nuestra Legislatura qué cosas son para algunos un gasto -dijo, en clara alusión a las propuestas libertarias-. Para nosotros, no tengan dudas de que es una inversión”. En la ciudad de Buenos Aires, la edición, distribución y venta de libros están exentas de ingresos brutos y los contratos editoriales no pagan el impuesto a los sellos.

Macri, que llegó acompañado por su pareja, la periodista María Belén Ludueña; la ministra de Cultura Gabriela Ricardes, el director del Centro Cultural Recoleta, Maximiliano Tomas, y el diputado Hernán Lombardi, entre otros, dijo que la ciudad comprará treinta mil ejemplares para abastecer a las bibliotecas porteñas y que se organizará una Bienal de Historietas. Como Rainone, también recordó el legado humanista del papa Francisco (“fue un hombre de letras”) y el del Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa. Ambas figuras tendrán su homenaje en la Feria.

El discurso del representante de la ciudad invitada de honor, Riad, Abdulatif Alwasil, que se desempeña como director ejecutivo de la Comisión de Literatura, Publicación y Traducción del Ministerio de Cultura del Reino de Arabia Saudita (a cargo del príncipe Badr bin Abdullah bin Farhan Al Saud), fue más bien protocolar. “Nos interesa tender puentes de entendimiento y de colaboración fructífera”, tradujo del árabe el intérprete. La inversión más fructífera por ahora fue la que hicieron en el stand riadí: costó medio millón de dólares.

En su extenso discurso, de veintiséis páginas y dedicado al gran Roberto Fontanarrosa, el escritor Juan Sasturain -el único ovacionado del acto- se refirió de manera oblicua al contexto sociopolítico al compararlo primero con un circo y luego con un cambalache. “Lo personal y lo colectivo son indisolubles -afirmó-. Por eso, uno siente, con el corazón que aún tiene, que estos son tiempos discepolianos. Un cambalache”.

“Así estamos, emparedados entre dos plagas sin vacuna: la ultracorrección y la cancelación”, dijo en otro momento de su “discurso de ocasión”, y citó luego a Albert Camus: “La intolerancia, la estupidez y el fanatismo pueden combatirse por separado, pero cuando se juntan no hay esperanza”. El escritor sorprendió al decir que había usado la IA para elaborar su discurso. “No por la inteligencia artificial, sino por el ingenio argentino”, aclaró.

Tras un largo preámbulo, resaltó que el título de su discurso era “Elogio del libro abierto y usado”, y se preguntó qué era un best seller. “Algo así como el empleado del mes de las editoriales”, bromeó. Cerca del final, en su doble condición de guionista de historietas y escritor, rescató la figura de Héctor Oesterheld, al que definió como “un hombre ético que además escribía”.

Y como Jonathan Swift, hizo “una modesta proposición” para evitar la “pérdida irreparable de la vergüenza” en el terreno de la vida política. “Va a haber que declararlos en emergencia por falta de uso”, dijo sobre el pudor, el honor y la culpa.

“Así, en términos de la vida en comunidad, [quien perdió la vergüenza] confundirá la patria con una empresa, el Estado presente con un árbitro ciego, los escrúpulos con una isla griega y -según la definición del sabio Gila– la economía con la econosuya”, sentenció, antes de despedirse: “La vergüenza es salud, brindemos por eso”.

El Salón Central de la Rural fue escenario de otro episodio de la batalla cultural, esta vez protagonizado por el secretario de Cultura Leonardo Cifelli en el acto de apertura de la 49ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Después de agradecer al actual presidente de la Fundación El Libro (FEL), el editor Christian Rainone, y de deplorar el tono “politizado y confrontativo” de las autoridades en la edición anterior, Cifelli defendió los ejes de una política cultural libertaria. “Vamos a priorizar la inversión por sobre cualquier gasto innecesario”, dijo. Lo abuchearon y también recibió tibios aplausos.

Fue el momento álgido de un acto que duró cerca de dos horas y que concluyó con el tradicional corte de cinta, mientras un grupo de editores y escritores levantaron pancartas con la efigie de Osvaldo Bayer y la frase: “Hay que esclarecer nuestro pasado para que nunca se repita”, en protesta por el derribo del monumento en homenaje al escritor en la Patagonia.

Por la “red carpet” de la Rural pasaron los escritores Claudia Piñeiro, Guillermo Martínez, Liliana Escliar, Sergio Olguín, Liliana Heker, María Rosa Lojo, Luisa Valenzuela, Gustavo Ferreyra y Paula Pérez Alonso, entre otros; el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat; el dibujante Nik, los editores Adriana Fernández, Juan Boido, Carlos Díaz, Luis Quevedo, Hugo Levín y Juan Manuel Pampín, y los expresidentes de la FEL Alejando Vaccaro y María Teresa Carbano, además de autoridades de las cámaras del sector.

“La política partidaria no debe intervenir en la cultura y mucho menos debe ser el motivo de gastos innecesarios”, dijo Cifelli al explicar la decisión de que la cartera que encabeza no tuviera, por segundo año consecutivo, un stand en el evento cultural más importante del país. “El formato de participación que nos habían dejado era un stand netamente publicitario que no aportaba al sector editorial y que implicaba un gasto de la plata de todos los argentinos. Un gasto que no íbamos a afrontar antes ni ahora”, dijo ante una concurrencia dividida entre abucheos y gritos (que llegaban desde el fondo del salón) y los aplausos desde las primeras filas, en las que se vio a Gastón Pulero, director nacional de Integración Federal y Cooperación Internacional; al jefe de Gabinete del Consejo de Asesores del Presidente de la Nación, el físico Demián Reidel (que alentó al secretario con un “¡Vamos, amigo!“, cuando otros le gritaban ”¡mentiroso!“), y a Daniela Pantano, directora institucional de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). El destino quiso que la escritora Matilde Sánchez se sentara junto a los funcionarios libertarios.

En primerísima fila se hallaban la directora de la Biblioteca Nacional, Susana Soto, y el presidente de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, Raúl Escandar, a los que Cifelli se dirigió cuando lo abucheaban. “Son los de siempre, Raúl, no te preocupes”, le dijo a Escandar. Los nombres más reprobados por parte de la concurrencia fueron los del presidente Javier Milei y el de su hermana, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, a quien Cifelli agradeció “su respaldo constante”.

“El 2024 fue un año de decisiones difíciles en el que tuvimos que cortar varios programas de subsidios. Programas que no contaban con las rendiciones de cuentas que debían estar”, remarcó el secretario, antes de consignar la inversión en el programa Libro % y el apoyo a las bibliotecas populares afectadas por el temporal en Bahía Blanca, de cincuenta millones de pesos.

En su debut como presidente de la FEL, Rainone confirmó el acercamiento con el Gobierno y agradeció que la Secretaría de Cultura hubiera decidido ceder el Palacio Libertad para la realización de la Feria Infantil y Juvenil (como en 2024), en julio, y que reanudara los apoyos financieros para la participación de editores argentinos en ferias internacionales (suspendidos en 2024). Describió la Feria como “un paraíso cultural” y destacó que el eje de su gestión sería consolidar el evento “como un escenario donde convivan armónicamente el valor de la tradición y la fuerza de la innovación”.

Por otra parte, reclamó el recupero del IVA para las librerías, pedido que se repite desde los años del gobierno de Mauricio Macri. “Ojalá yo sea el último Presidente de la Fundación El Libro que tenga que ejercer este reclamo en la inauguración de la Feria. La medida que pedimos no solo aliviaría su carga financiera, sino que también fortalecería nuestro canal tradicional de distribución, facilitando la expansión y sostenibilidad de los puntos de venta en todo el país”, explicó. También pidió que el presupuesto del Programa Sur (desfinanciado por Cancillería) fuera recompuesto a “valores históricos”, en aras de un plan de internacionalización del sector editorial.

“Valoramos especialmente el Programa ‘Libros para Aprender’ de la Secretaría de Educación de la Nación”, acotó. Esta iniciativa permite que escuelas de todo el país, públicas y privadas, reciban más de ocho millones de libros de texto de Lengua y Matemática para estudiantes de primero a séptimo grado.

El jefe de gobierno porteño Jorge Macri salió mejor parado que Cifelli. En su estilo campechano, anunció el envío de un proyecto de ley de “alivio fiscal” para las librerías. La iniciativa establece una tasa cero del impuesto de sellos en los contratos de alquiler de las librerías. “Será momento de discutir en serio en nuestra Legislatura qué cosas son para algunos un gasto -dijo, en clara alusión a las propuestas libertarias-. Para nosotros, no tengan dudas de que es una inversión”. En la ciudad de Buenos Aires, la edición, distribución y venta de libros están exentas de ingresos brutos y los contratos editoriales no pagan el impuesto a los sellos.

Macri, que llegó acompañado por su pareja, la periodista María Belén Ludueña; la ministra de Cultura Gabriela Ricardes, el director del Centro Cultural Recoleta, Maximiliano Tomas, y el diputado Hernán Lombardi, entre otros, dijo que la ciudad comprará treinta mil ejemplares para abastecer a las bibliotecas porteñas y que se organizará una Bienal de Historietas. Como Rainone, también recordó el legado humanista del papa Francisco (“fue un hombre de letras”) y el del Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa. Ambas figuras tendrán su homenaje en la Feria.

El discurso del representante de la ciudad invitada de honor, Riad, Abdulatif Alwasil, que se desempeña como director ejecutivo de la Comisión de Literatura, Publicación y Traducción del Ministerio de Cultura del Reino de Arabia Saudita (a cargo del príncipe Badr bin Abdullah bin Farhan Al Saud), fue más bien protocolar. “Nos interesa tender puentes de entendimiento y de colaboración fructífera”, tradujo del árabe el intérprete. La inversión más fructífera por ahora fue la que hicieron en el stand riadí: costó medio millón de dólares.

En su extenso discurso, de veintiséis páginas y dedicado al gran Roberto Fontanarrosa, el escritor Juan Sasturain -el único ovacionado del acto- se refirió de manera oblicua al contexto sociopolítico al compararlo primero con un circo y luego con un cambalache. “Lo personal y lo colectivo son indisolubles -afirmó-. Por eso, uno siente, con el corazón que aún tiene, que estos son tiempos discepolianos. Un cambalache”.

“Así estamos, emparedados entre dos plagas sin vacuna: la ultracorrección y la cancelación”, dijo en otro momento de su “discurso de ocasión”, y citó luego a Albert Camus: “La intolerancia, la estupidez y el fanatismo pueden combatirse por separado, pero cuando se juntan no hay esperanza”. El escritor sorprendió al decir que había usado la IA para elaborar su discurso. “No por la inteligencia artificial, sino por el ingenio argentino”, aclaró.

Tras un largo preámbulo, resaltó que el título de su discurso era “Elogio del libro abierto y usado”, y se preguntó qué era un best seller. “Algo así como el empleado del mes de las editoriales”, bromeó. Cerca del final, en su doble condición de guionista de historietas y escritor, rescató la figura de Héctor Oesterheld, al que definió como “un hombre ético que además escribía”.

Y como Jonathan Swift, hizo “una modesta proposición” para evitar la “pérdida irreparable de la vergüenza” en el terreno de la vida política. “Va a haber que declararlos en emergencia por falta de uso”, dijo sobre el pudor, el honor y la culpa.

“Así, en términos de la vida en comunidad, [quien perdió la vergüenza] confundirá la patria con una empresa, el Estado presente con un árbitro ciego, los escrúpulos con una isla griega y -según la definición del sabio Gila– la economía con la econosuya”, sentenció, antes de despedirse: “La vergüenza es salud, brindemos por eso”.

 

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