La vitamina K, aunque menos conocida que otras vitaminas, juega un papel fundamental en la salud del cuerpo humano. De acuerdo con el nutricionista Marcos López, esta se almacena en pequeñas cantidades en el organismo, “lo que significa que es importante consumirla regularmente a través de la dieta o mediante suplementos si es necesario”.
La fruta poco popular que combate la acidez y es rica en fibra
Clave en la coagulación y la cicatrización
Una de las funciones más reconocidas de la vitamina K es su participación en la coagulación sanguínea. “A nivel sistémico, esta vitamina es esencial para la correcta coagulación de la sangre, ya que permite la activación de proteínas que evitan hemorragias y facilitan la cicatrización de heridas”, explica el doctor.
Esta capacidad resulta particularmente útil tanto en procesos de recuperación como en la prevención de complicaciones hemorrágicas.
Fortalece los huesos y previene fracturas
Más allá de su rol en la sangre, la vitamina K también es importante para la salud ósea. Ayuda a fijar el calcio en los huesos, lo que “no solo mejora la densidad ósea, sino que también previene enfermedades como la osteoporosis y reduce el riesgo de fracturas, especialmente en personas mayores”, advierte el especialista.
Impacto en la salud cerebral
Diversos estudios recientes apuntan a beneficios aún más amplios. Según López, “también podría tener un efecto protector frente a ciertos tipos de cáncer, así como beneficios potenciales en la salud cerebral, al mejorar la función cognitiva en adultos mayores”.
Cuidados de la piel
La vitamina K también encontró un lugar en el ámbito dermatológico. Su uso tópico puede mejorar el aspecto de la piel, gracias a su capacidad para favorecer la cicatrización y reducir la aparición de manchas.
En este contexto, López recomienda que, al momento de elegir productos, “es recomendable buscar formulaciones que combinen la vitamina K con otros ingredientes activos como la vitamina C o el ácido hialurónico, ya que estos potencian sus efectos y ofrecen un tratamiento más completo”.
Fuentes naturales y suplementación
Para quienes deseen incorporar esta vitamina a través de la dieta, el camino es claro: basta con añadir más vegetales de hojas verdes y alimentos fermentados a las comidas habituales. Ensaladas con espinaca o col rizada, así como guarniciones de brócoli al vapor, representan formas sencillas y efectivas de aumentar su consumo.
La vitamina K también está presente en alimentos como el hígado, la yema de huevo, algunas carnes, quesos fermentados y en hierbas frescas como el perejil y el cilantro.
Además, el cuerpo produce cierta cantidad a través de bacterias intestinales, aunque esta producción no siempre es suficiente. Por ello, algunas personas podrían beneficiarse de suplementos, especialmente aquellas con deficiencias o necesidades especiales.
En estos casos, siempre es importante consultar con un profesional de la salud.
La vitamina K, aunque menos conocida que otras vitaminas, juega un papel fundamental en la salud del cuerpo humano. De acuerdo con el nutricionista Marcos López, esta se almacena en pequeñas cantidades en el organismo, “lo que significa que es importante consumirla regularmente a través de la dieta o mediante suplementos si es necesario”.
La fruta poco popular que combate la acidez y es rica en fibra
Clave en la coagulación y la cicatrización
Una de las funciones más reconocidas de la vitamina K es su participación en la coagulación sanguínea. “A nivel sistémico, esta vitamina es esencial para la correcta coagulación de la sangre, ya que permite la activación de proteínas que evitan hemorragias y facilitan la cicatrización de heridas”, explica el doctor.
Esta capacidad resulta particularmente útil tanto en procesos de recuperación como en la prevención de complicaciones hemorrágicas.
Fortalece los huesos y previene fracturas
Más allá de su rol en la sangre, la vitamina K también es importante para la salud ósea. Ayuda a fijar el calcio en los huesos, lo que “no solo mejora la densidad ósea, sino que también previene enfermedades como la osteoporosis y reduce el riesgo de fracturas, especialmente en personas mayores”, advierte el especialista.
Impacto en la salud cerebral
Diversos estudios recientes apuntan a beneficios aún más amplios. Según López, “también podría tener un efecto protector frente a ciertos tipos de cáncer, así como beneficios potenciales en la salud cerebral, al mejorar la función cognitiva en adultos mayores”.
Cuidados de la piel
La vitamina K también encontró un lugar en el ámbito dermatológico. Su uso tópico puede mejorar el aspecto de la piel, gracias a su capacidad para favorecer la cicatrización y reducir la aparición de manchas.
En este contexto, López recomienda que, al momento de elegir productos, “es recomendable buscar formulaciones que combinen la vitamina K con otros ingredientes activos como la vitamina C o el ácido hialurónico, ya que estos potencian sus efectos y ofrecen un tratamiento más completo”.
Fuentes naturales y suplementación
Para quienes deseen incorporar esta vitamina a través de la dieta, el camino es claro: basta con añadir más vegetales de hojas verdes y alimentos fermentados a las comidas habituales. Ensaladas con espinaca o col rizada, así como guarniciones de brócoli al vapor, representan formas sencillas y efectivas de aumentar su consumo.
La vitamina K también está presente en alimentos como el hígado, la yema de huevo, algunas carnes, quesos fermentados y en hierbas frescas como el perejil y el cilantro.
Además, el cuerpo produce cierta cantidad a través de bacterias intestinales, aunque esta producción no siempre es suficiente. Por ello, algunas personas podrían beneficiarse de suplementos, especialmente aquellas con deficiencias o necesidades especiales.
En estos casos, siempre es importante consultar con un profesional de la salud.