¿Sos un obsesivo, un perfeccionista o alguien que persigue la excelencia? Estas son las diferencias

¿Qué le ocurre a una persona perfeccionista? Nunca termina de cerrar un tema por enfocarse en aquello que podría estar mejor. “Lo hice así, pero lo podría hacer de esta otra manera”, suele decir.

Si lo comparamos con un escalador de montaña, podemos afirmar que siempre está mirando los metros que le faltan para alcanzar la cima, y no la distancia que ya ha recorrido. Entonces, empieza a rumiar en el análisis de la búsqueda de la perfección. Esto es así porque el perfeccionista alimenta estas dos fantasías:

1. Si me equivoco, es el fin del mundo

En este caso, no está viendo al error como un maestro, porque los seres humanos aprendemos más de nuestros errores que de nuestros aciertos.

2. Si me equivoco, no me van a querer

Esta creencia hace que procure mostrar siempre una imagen perfecta.

Alguien perfeccionista vive en un estado constante de insatisfacción con todo lo que va haciendo. Puede ser un músico que, después de dar un buen concierto, piensa: “Pero me equivoqué en una nota…”.

Ahora bien, no se debe confundir excelencia con perfeccionismo. ¿Qué sucede con un músico que pasa muchas horas ensayando? ¿Es un obsesivo, un perfeccionista, o alguien que persigue la excelencia? El termómetro para reconocer la diferencia es comprobar si disfruta lo que hace o no.

Cuando hacemos algo durante horas, como practicar un instrumento o un pasatiempo, y lo disfrutamos, eso tiene que ver con la pasión y la excelencia. En cambio, si lo padecemos, eso tiene que ver con el perfeccionismo.

El perfeccionista se queda en el árbol y pierde de vista el bosque. ¿Por qué? Porque no tiene la visión clara del objetivo que quiere alcanzar. Entonces, permanece en el detalle.

Supongamos que alguien con estas características decide pintar su habitación y dice: “Voy a pintar mi habitación… El picaporte habría que lustrarlo… Y también sería bueno encerar el piso… Me parece que el televisor me convendría correrlo de lugar”. Toma un tema y va abriendo varias ventanas. Observa cosa por cosa para terminar distrayéndose del objetivo.

Luego de leer estas características, me gustaría preguntarte: ¿te considerás un perfeccionista o alguien en búsqueda de la excelencia? Que disfrutes todo aquello que hagas (o no) marcará la diferencia.

¿Qué le ocurre a una persona perfeccionista? Nunca termina de cerrar un tema por enfocarse en aquello que podría estar mejor. “Lo hice así, pero lo podría hacer de esta otra manera”, suele decir.

Si lo comparamos con un escalador de montaña, podemos afirmar que siempre está mirando los metros que le faltan para alcanzar la cima, y no la distancia que ya ha recorrido. Entonces, empieza a rumiar en el análisis de la búsqueda de la perfección. Esto es así porque el perfeccionista alimenta estas dos fantasías:

1. Si me equivoco, es el fin del mundo

En este caso, no está viendo al error como un maestro, porque los seres humanos aprendemos más de nuestros errores que de nuestros aciertos.

2. Si me equivoco, no me van a querer

Esta creencia hace que procure mostrar siempre una imagen perfecta.

Alguien perfeccionista vive en un estado constante de insatisfacción con todo lo que va haciendo. Puede ser un músico que, después de dar un buen concierto, piensa: “Pero me equivoqué en una nota…”.

Ahora bien, no se debe confundir excelencia con perfeccionismo. ¿Qué sucede con un músico que pasa muchas horas ensayando? ¿Es un obsesivo, un perfeccionista, o alguien que persigue la excelencia? El termómetro para reconocer la diferencia es comprobar si disfruta lo que hace o no.

Cuando hacemos algo durante horas, como practicar un instrumento o un pasatiempo, y lo disfrutamos, eso tiene que ver con la pasión y la excelencia. En cambio, si lo padecemos, eso tiene que ver con el perfeccionismo.

El perfeccionista se queda en el árbol y pierde de vista el bosque. ¿Por qué? Porque no tiene la visión clara del objetivo que quiere alcanzar. Entonces, permanece en el detalle.

Supongamos que alguien con estas características decide pintar su habitación y dice: “Voy a pintar mi habitación… El picaporte habría que lustrarlo… Y también sería bueno encerar el piso… Me parece que el televisor me convendría correrlo de lugar”. Toma un tema y va abriendo varias ventanas. Observa cosa por cosa para terminar distrayéndose del objetivo.

Luego de leer estas características, me gustaría preguntarte: ¿te considerás un perfeccionista o alguien en búsqueda de la excelencia? Que disfrutes todo aquello que hagas (o no) marcará la diferencia.

 

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