Reconoció el potencial de una casita inhabitable, la abrió a la luz y le dio una distribución actual

Volvemos a una casa que siempre nos encantó por su claridad e ingenio. Pensar que hasta que llegó la arquitecta Paula Varone, era una casa chorizo en tan mal estado que era inhabitable dimensiona un poco lo que queremos decir. Al margen del estado, tenía todas las contras de la distribución de otra época: las puertas de entrada que se abren al medio del living, las cocinas oscuras y encerradas, el living angosto…

Paula cambió el lugar de ingreso para que no quedara ni tan expuesto a la calle ni desembocara en el centro del living, pero conservó la puerta original.

“Buscaba un departamento o un PH para vivir con mi hijo cuando di con esta antigua casa chorizo. La verdad, no se parecía en nada a lo que tenía pensado”, comparte Paula. Se notaba que habría trabajo, pero había puntos importantes a favor: la ubicación le gustaba, la construcción era noble, tenía buenos materiales para rescatar (pisos de pino tea y calcáreos y la bovedilla que tapaba un cielo raso de telgopor, por ejemplo) y las dimensiones eran parecidas a lo que tenía en mente.

“Desde el principio del proyecto, pensé en un ambiente amplio e integrado, donde pudiéramos pasar buena parte del día. Por ese motivo, elegimos pocos materiales que unificaran el estilo de la casa: petiribí y paraíso, azulejos ‘Subway’ en la cocina y los baños, y tonos neutros: lo que nunca cansa”.

A continuación del living se encuentra la cocina. “Puse la viga reticulada como refuerzo. Al principio la pintamos de blanco. Ahora, en negro, tiene cierto aire industrial equilibrado por la calidez de la madera”, revela Paula Varone.

“¿Por qué no puse alacena? Reconozco que sería útil, pero me gustan los espacios despejados. Si fuera por mí, tendríamos todavía menos muebles”. Lo que no quiere decir que en esta casa no esté contemplada (y mucho) la funcionalidad. Un ejemplo, los bancos, que se esconden debajo de la mesa y se amplía el living.

Suite en planta baja

La síntesis de materiales continúa con éxito en el cuarto principal. Y la madera llama la atención en los altísimos frentes de placard, un ejemplo de solución arquitectónica que también es aporte decorativo.

La planta de los chicos

“Cuando empecé la obra, solo íbamos a vivir mi hijo y yo. Luego se amplió la familia y decidimos extendernos a la planta alta, donde están los cuartos de los chicos, el playroom y la terraza. Fue un acierto reservar el piso de arriba para los cuartos de los chicos. Ahora, ese espacio es exclusivo para ellos”.

Con el mismo criterio del cuarto principal, diseñaron un placard con frente de paraíso (Ramón Argüello). Contra la pared y debajo de las ventanas que dan a la terraza ubicaron la cama. Así quedó espacio de juego y para un escritorio.

Uno de los grandes logros fue la optimización de recursos. Las vigas que estaban abajo se usaron en el nuevo techo de la planta alta.

     

Volvemos a una casa que siempre nos encantó por su claridad e ingenio. Pensar que hasta que llegó la arquitecta Paula Varone, era una casa chorizo en tan mal estado que era inhabitable dimensiona un poco lo que queremos decir. Al margen del estado, tenía todas las contras de la distribución de otra época: las puertas de entrada que se abren al medio del living, las cocinas oscuras y encerradas, el living angosto…

Paula cambió el lugar de ingreso para que no quedara ni tan expuesto a la calle ni desembocara en el centro del living, pero conservó la puerta original.

“Buscaba un departamento o un PH para vivir con mi hijo cuando di con esta antigua casa chorizo. La verdad, no se parecía en nada a lo que tenía pensado”, comparte Paula. Se notaba que habría trabajo, pero había puntos importantes a favor: la ubicación le gustaba, la construcción era noble, tenía buenos materiales para rescatar (pisos de pino tea y calcáreos y la bovedilla que tapaba un cielo raso de telgopor, por ejemplo) y las dimensiones eran parecidas a lo que tenía en mente.

“Desde el principio del proyecto, pensé en un ambiente amplio e integrado, donde pudiéramos pasar buena parte del día. Por ese motivo, elegimos pocos materiales que unificaran el estilo de la casa: petiribí y paraíso, azulejos ‘Subway’ en la cocina y los baños, y tonos neutros: lo que nunca cansa”.

A continuación del living se encuentra la cocina. “Puse la viga reticulada como refuerzo. Al principio la pintamos de blanco. Ahora, en negro, tiene cierto aire industrial equilibrado por la calidez de la madera”, revela Paula Varone.

“¿Por qué no puse alacena? Reconozco que sería útil, pero me gustan los espacios despejados. Si fuera por mí, tendríamos todavía menos muebles”. Lo que no quiere decir que en esta casa no esté contemplada (y mucho) la funcionalidad. Un ejemplo, los bancos, que se esconden debajo de la mesa y se amplía el living.

Suite en planta baja

La síntesis de materiales continúa con éxito en el cuarto principal. Y la madera llama la atención en los altísimos frentes de placard, un ejemplo de solución arquitectónica que también es aporte decorativo.

La planta de los chicos

“Cuando empecé la obra, solo íbamos a vivir mi hijo y yo. Luego se amplió la familia y decidimos extendernos a la planta alta, donde están los cuartos de los chicos, el playroom y la terraza. Fue un acierto reservar el piso de arriba para los cuartos de los chicos. Ahora, ese espacio es exclusivo para ellos”.

Con el mismo criterio del cuarto principal, diseñaron un placard con frente de paraíso (Ramón Argüello). Contra la pared y debajo de las ventanas que dan a la terraza ubicaron la cama. Así quedó espacio de juego y para un escritorio.

Uno de los grandes logros fue la optimización de recursos. Las vigas que estaban abajo se usaron en el nuevo techo de la planta alta.

     

 

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