Son dos, es uno. Los jinetes lo suelen contar: en el vínculos con sus caballos, todo deviene en fusión; el mito de los centauros quizás le deba mucho a eso. En la foto, Ramón Martínez Prieto, a todas luces latino, habitante de la ciudad de Enion, Ohio, se dispone a retirar su pedido en una sucursal de McDonalds. Nikki, su caballo, parece estar tan atento como él al progreso de la compra; de hecho, es su cuerpo el que más cerca está de quien sea que esté atendiendo. La imagen nos atrae por la irrupción del extraño centauro afecto a las hamburguesas. Pero también por otra cosa: la inexorable insistencia de la materia –eso que llamamos presencia– en tiempos de fanfarria digital. Porque ahí vemos al cartel convocando al pedido virtual, el código, la instantánea, lo evanescente. Y vemos también en qué se traduce: piel, peso, sustancia y señas de un mundo que sigue estando ahí.
Son dos, es uno. Los jinetes lo suelen contar: en el vínculos con sus caballos, todo deviene en fusión; el mito de los centauros quizás le deba mucho a eso. En la foto, Ramón Martínez Prieto, a todas luces latino, habitante de la ciudad de Enion, Ohio, se dispone a retirar su pedido en una sucursal de McDonalds. Nikki, su caballo, parece estar tan atento como él al progreso de la compra; de hecho, es su cuerpo el que más cerca está de quien sea que esté atendiendo. La imagen nos atrae por la irrupción del extraño centauro afecto a las hamburguesas. Pero también por otra cosa: la inexorable insistencia de la materia –eso que llamamos presencia– en tiempos de fanfarria digital. Porque ahí vemos al cartel convocando al pedido virtual, el código, la instantánea, lo evanescente. Y vemos también en qué se traduce: piel, peso, sustancia y señas de un mundo que sigue estando ahí.