Fueron 90 minutos donde en la sala de audiencia el silencio hacía que retumbara con fuerza cada frase que Julieta Prandi dijo ante el tribunal con la voz quebrada y la mirada firme. Modelo, actriz y conductora, se presentó como víctima en el juicio contra su exmarido, el empresario gastronómico Claudio Contardi, a quien denunció hace seis años por abuso sexual, violencia psicológica y amenazas. Su testimonio fue crudo, doloroso y revelador. “No sé si voy a poder abarcar todo lo que pasé. Fue mucho, de todos los colores”, dijo al comenzar su exposición en los tribunales provinciales de Zárate-Campana.
El testimonio de Julieta Prandi en la previa del juicio contra su expareja por abuso sexual
LA NACION estuvo dentro de la sala donde Prandi reconstruyó ante los jueces la historia que comenzó en 2008, cuando retomó el vínculo con quien había sido su pareja entre 2000 y 2005.
“Volvió como un amigo, más amable, empático. Yo estaba en un estado de vulnerabilidad. Cuando me quise acordar, ya estábamos de novios”, relató. En 2011 nació su primer hijo, Mateo, y en 2015, Rocco. Fue entonces cuando, según declaró, comenzaron los abusos.
“Yo era su esposa y lo tenía que hacer”, dijo Prandi sobre las exigencias sexuales que se volvieron parte de una rutina de sometimiento. “Cuando dormía me agarraba del cuello, se ponía por detrás, abusaba de mí y cuando acababa, salía y lo hacía sobre mi cuerpo. Me daban muchas ganas de vomitar. Cada vez que lo recuerdo tengo ganas de vomitar”.
La actriz describió haber estado atrapada en un entorno de control absoluto por parte de su ex. Vivía en Escobar, aislada de su familia y amigos, con sus dos hijos pequeños y una mujer que, según dijo, actuaba como “carcelera”.
“Le pasaba informes de todo. No tenía vida. Se encargaba de dejarme la heladera llena para los días que él no iba a estar. Era llegar y a mí se me cerraba la garganta, no podía respirar”, recordó.
El relato incluyó insultos, humillaciones y amenazas recibidas. “Me decía que estaba vieja, que era una bolsa de leche, que sin él no iba a poder trabajar, que era un depósito de semen”. También denunció que sus hijos fueron víctimas de maltrato. “Los insultaba. Ninguno quiere ver a su padre. Se los nombrás y les agarra una crisis nerviosa. Desde entonces están en terapia”, sostuvo.
Prandi contó que durante años no tuvo acceso a dinero, documentos ni teléfono: “Mi teléfono apareció en el freezer. Quedé incomunicada completamente”.
Relató que, en una ocasión, su exmarido filmó a su hijo llorando para usarlo como prueba en su contra. “Mateo, el más grande, se largó a llorar: ‘Papi, ¿por qué mamá dice que vamos a ir todos presos’?”, relató Prandi en referencia a ese episodio, presuntamente vinculado a un eventual problema de dinero que afectaba a la familia, fruto de un negocio que terminó mal.
La salida de esa situación fue lenta y difícil. En febrero de 2019 ella logró irse con sus hijos de la casa gracias a un préstamo y a la ayuda de una abogada. “No tenía cómo pagar el colegio de los chicos. Él había alquilado mi casa de Escobar y percibió todo el alquiler por adelantado. Yo no tenía plata”, declaró.
Durante los primeros años vivió con lo justo. “Mateo llegó a tener neumonía y este hijo de puta ni siquiera fue capaz de traer un Amoxidal”, recordó.
En su declaración, Prandi también habló del impacto emocional que le causó la relación: “Mi autoestima estaba peor que en el subsuelo. Yo era una cosa y lo único que quería era estar muerta”.
Y agregó: “Estar pasando esto una y otra vez es repulsivo. Haber esperado cinco años para tenerlo enfrente, es un infierno. No se lo deseo a nadie, ni a ninguna mujer que haya pasado por esto”.
“Fue mucha la agonía y demasiada la franela y todos los pasos que tuve que pasar para llegar hasta acá. Incluso hoy, todas las horas que estuve esperando con este artilugio de intentar suspender y demorar el juicio. Es imposible contar todo lo que pasé en tan poco tiempo”, se quejó.
Tras un cuarto intermedio comenzaron a declarar los testigos propuestos por la parte acusadora.
Fueron 90 minutos donde en la sala de audiencia el silencio hacía que retumbara con fuerza cada frase que Julieta Prandi dijo ante el tribunal con la voz quebrada y la mirada firme. Modelo, actriz y conductora, se presentó como víctima en el juicio contra su exmarido, el empresario gastronómico Claudio Contardi, a quien denunció hace seis años por abuso sexual, violencia psicológica y amenazas. Su testimonio fue crudo, doloroso y revelador. “No sé si voy a poder abarcar todo lo que pasé. Fue mucho, de todos los colores”, dijo al comenzar su exposición en los tribunales provinciales de Zárate-Campana.
El testimonio de Julieta Prandi en la previa del juicio contra su expareja por abuso sexual
LA NACION estuvo dentro de la sala donde Prandi reconstruyó ante los jueces la historia que comenzó en 2008, cuando retomó el vínculo con quien había sido su pareja entre 2000 y 2005.
“Volvió como un amigo, más amable, empático. Yo estaba en un estado de vulnerabilidad. Cuando me quise acordar, ya estábamos de novios”, relató. En 2011 nació su primer hijo, Mateo, y en 2015, Rocco. Fue entonces cuando, según declaró, comenzaron los abusos.
“Yo era su esposa y lo tenía que hacer”, dijo Prandi sobre las exigencias sexuales que se volvieron parte de una rutina de sometimiento. “Cuando dormía me agarraba del cuello, se ponía por detrás, abusaba de mí y cuando acababa, salía y lo hacía sobre mi cuerpo. Me daban muchas ganas de vomitar. Cada vez que lo recuerdo tengo ganas de vomitar”.
La actriz describió haber estado atrapada en un entorno de control absoluto por parte de su ex. Vivía en Escobar, aislada de su familia y amigos, con sus dos hijos pequeños y una mujer que, según dijo, actuaba como “carcelera”.
“Le pasaba informes de todo. No tenía vida. Se encargaba de dejarme la heladera llena para los días que él no iba a estar. Era llegar y a mí se me cerraba la garganta, no podía respirar”, recordó.
El relato incluyó insultos, humillaciones y amenazas recibidas. “Me decía que estaba vieja, que era una bolsa de leche, que sin él no iba a poder trabajar, que era un depósito de semen”. También denunció que sus hijos fueron víctimas de maltrato. “Los insultaba. Ninguno quiere ver a su padre. Se los nombrás y les agarra una crisis nerviosa. Desde entonces están en terapia”, sostuvo.
Prandi contó que durante años no tuvo acceso a dinero, documentos ni teléfono: “Mi teléfono apareció en el freezer. Quedé incomunicada completamente”.
Relató que, en una ocasión, su exmarido filmó a su hijo llorando para usarlo como prueba en su contra. “Mateo, el más grande, se largó a llorar: ‘Papi, ¿por qué mamá dice que vamos a ir todos presos’?”, relató Prandi en referencia a ese episodio, presuntamente vinculado a un eventual problema de dinero que afectaba a la familia, fruto de un negocio que terminó mal.
La salida de esa situación fue lenta y difícil. En febrero de 2019 ella logró irse con sus hijos de la casa gracias a un préstamo y a la ayuda de una abogada. “No tenía cómo pagar el colegio de los chicos. Él había alquilado mi casa de Escobar y percibió todo el alquiler por adelantado. Yo no tenía plata”, declaró.
Durante los primeros años vivió con lo justo. “Mateo llegó a tener neumonía y este hijo de puta ni siquiera fue capaz de traer un Amoxidal”, recordó.
En su declaración, Prandi también habló del impacto emocional que le causó la relación: “Mi autoestima estaba peor que en el subsuelo. Yo era una cosa y lo único que quería era estar muerta”.
Y agregó: “Estar pasando esto una y otra vez es repulsivo. Haber esperado cinco años para tenerlo enfrente, es un infierno. No se lo deseo a nadie, ni a ninguna mujer que haya pasado por esto”.
“Fue mucha la agonía y demasiada la franela y todos los pasos que tuve que pasar para llegar hasta acá. Incluso hoy, todas las horas que estuve esperando con este artilugio de intentar suspender y demorar el juicio. Es imposible contar todo lo que pasé en tan poco tiempo”, se quejó.
Tras un cuarto intermedio comenzaron a declarar los testigos propuestos por la parte acusadora.