“Si los únicos amigos que tiene Netanyahu son Orban y Milei, tiene un problema”: Alon Pinkas, exdiplomático israelí, advierte sobre el aislamiento internacional de Israel

JERUSALÉN.– El presidente Javier Milei llegará a Israel en un contexto más que complejo. El gobierno de su amigo, Benjamin Netanyahu, se encuentra cada vez más aislado diplomáticamente en Occidente, donde aumentan las críticas por la guerra en Gaza –represalia del brutal ataque de Hamas del 7 de octubre–, que ha causado una devastación y una cantidad de muertos civiles tan imponente que es acusado por tribunales internacionales de crímenes de guerra. Además de haberse debilitado a nivel internacional, en el orden interno su coalición de extrema derecha ultrarreligiosa podría colapsar.

Por todo este combo, Alon Pinkas, que fue jefe de gabinete de cuatro cancilleres de Israel y participó en los diálogos israelo-palestinos que siguieron a la cumbre de Camp David en 2000, en una entrevista con LA NACION no dudó en definir la situación actual como la peor jamás vivida por Israel, país que Netanyau en 20 meses convirtió “en un Estado casi paria en el mundo”, dijo.

Exdiplomático y escritor de 63 años, con estudios en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos, y de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Pinkas, que fue también embajador de Israel y cónsul general en Nueva York, no ahorró críticas a Netanyahu y a su forma de manejar la actual guerra con una “desproporcionada represalia militar”, que para él, con el pasar de los meses, al margen de no haber logrado sus objetivos, le hizo olvidar a la opinión pública internacional la masacre ejecutada por el grupo terrorista Hamas en octubre de 2023.

–¿Cómo ve la situación?

–Bueno, peor que nunca. El 7 de octubre de 2023 fue, sin duda, el peor día de la historia de Israel. Y hace apenas dos días se conmemoró el aniversario de la Guerra de los Seis Días, de junio de 1967, hace 58 años. Israel destruyó en seis días los ejércitos de Egipto, Siria, Jordania e incluso una fuerza expedicionaria iraquí. Ahora, 20 meses después del 7-10, Israel no ha logrado destruir a Hamas. Y libra una guerra sin fin, sin objetivos políticos, solo por la supervivencia política del señor Netanyahu. Esto en primer lugar. En segundo lugar, este gobierno es negligente y descuidado con el tema de la liberación de los rehenes que, claro que está relacionado con la guerra, pero desde mi punto de vista, este es un gobierno que traicionó el compromiso con sus ciudadanos de hacer todo lo posible por liberar a los secuestrados, por otro lado…

–¿En tercer lugar?

–En tercer lugar, a lo largo de 2023, antes de la guerra, el señor Netanyahu dio un golpe constitucional, de alguna forma similar al que se vivió en Argentina en los años 70 y 80, contra el poder Judicial, la burocracia, la prensa y los órganos de seguridad. Supuestamente, esto se detuvo debido a las manifestaciones masivas y luego por el 7-10. Pero en los últimos seis o siete meses, desde finales de 2024 hasta ahora, ha renovado este golpe. Está despidiendo o está decidido a destituir al fiscal general, está transformando la policía de una policía democrática a una milicia que responde a intereses y prioridades políticas. Y si a eso le sumamos factores actuales como el costo de vida, las relaciones religiosas y seculares, que ahora mismo están en el centro de la atención pública porque pueden derrocar a la coalición, también está el hecho de que, en menos de dos años, el señor Netanyahu convirtió a Israel en un Estado casi paria en el mundo.

–¿Casi un Estado paria?

–Sí, casi, todavía no totalmente Estado paria… Y esta es la contestación breve a su primera pregunta.

–Después de 20 meses algo, de hecho, está cambiando en Occidente. El sábado hubo una masiva manifestación en Roma en contra de la masacre en Gaza y por un alto el fuego inmediato y la Unión Europea (UE) está analizando revisar su acuerdo de asociación con Israel…

–Sí. La UE está revisando los llamados acuerdos de asociación que rigen las relaciones comerciales entre Israel y la UE, que es el principal socio comercial de Israel, así que esto es algo significativo. Gran Bretaña, que no forma parte de la UE, pero es un importante socio comercial de Israel, dijo que revisará sus propios acuerdos comerciales bilaterales con Israel. El presidente francés, Emmanuel Macron, junto con los holandeses y con el apoyo de los saudíes, está lanzando una conferencia en Nueva York sobre el futuro de un Estado palestino. A Donald Trump no le gusta Netanyahu y está cambiando la dinámica misma de la relación entre Israel y Estados Unidos… Israel mira a la izquierda y a la derecha, y el único amigo que tiene Netanyahu es Viktor Orban en Hungría.

–Perdón, pero también tiene como amigo al presidente argentino, Javier Milei, que está llegando a Israel…

 –Estaba justamente por decir que Israel tiene amigos también en la Argentina y El Salvador, pero son países lejanos, con poca influencia diplomática y escasas relaciones comerciales. Sí, Argentina es un país grande, claro, pero está lejos. No se parece en nada su vínculo a las relaciones que Israel tiene con Estados Unidos, la UE e incluso China. Y entonces, si Netanyahu tiene como amigos solo a los presidentes de Hungría y de Argentina, tiene un problema. Además de todo eso, Canadá, Francia y Gran Bretaña emitieron una declaración conjunta condenando las operaciones de Israel en Gaza. Así que, si tomamos todo esto, no podemos estar peor… Aunque esto le servía al principio porque, como muchos populistas y demagogos, Netanyahu vendía la idea de que ‘el mundo está en contra nuestro y solo yo me enfrento a ellos’… Bueno, eso funcionó por un tiempo, al principio, aunque es una estupidez. Ahora nadie cree que pueda enfrentarse a nadie porque es muy débil: débil a nivel nacional e internacional.

–En este marco, ¿usted qué prevé? Porque aunque usted dice que a Trump no le gusta Netanyahu, Israel de todos modos sigue recibiendo toda la ayuda militar y el respaldo político…

–Sí, pero eso no ayudó mucho a Israel en Gaza. Hamas es una organización terrorista salvaje y bárbara, no es exactamente el Ejército alemán de la Segunda Guerra Mundial. Así que, si después de 20 meses y 14.000 millones de dólares en armas y municiones estadounidenses, Hamas sigue teniendo presencia política e incluso militar en Gaza, y hay al menos 22 o 23 rehenes vivos, entonces el apoyo estadounidense es ineficaz. Y Estados Unidos se está cansando de Netanyahu y eso se ve en las declaraciones de Trump.

–¿Entonces qué espera que pase ahora? ¿Cómo se puede salir de esta pesadilla?

–Pienso que la guerra debería haber terminado hace mucho tiempo, pero no terminó porque Netanyahu no tiene ningún interés en terminarla. ¿Por qué? Si la guerra termina ahora, con Hamas aún en algún tipo de posición de poder en Gaza, Netanyahu no puede declarar la victoria total y decir que nosotros destruimos y aniquilamos a Hamas, como decía constantemente. Israel tiene que retirarse de Gaza o quedarse allí, lo que la convertirá en lo que fue el sur del Líbano en los años 80 y 90, o en lo que fue Vietnam para los estadounidenses en los años 60 y principios de los 70. Veremos morir a cuatro o cinco soldados cada semana. Veremos a Israel responsable de la vida de 2,3 millones de palestinos. Y ningún país árabe proporcionará asistencia militar ni financiera. Y Estados Unidos le dirá: ‘Escuchen, les ofrecimos ayuda. Les propusimos ideas. Dijeron que no. Ahora es su problema’. Así que, ante todo, la guerra tiene que terminar.

–¿Cómo?

–Creo que hay tres maneras para que la guerra pueda terminar. Una es que Israel acepte cualquier nuevo acuerdo de alto el fuego que se presente. Hasta ahora no ha avanzado, pero es una posibilidad. Digamos que en la próxima semana, o en las próximas dos semanas, Israel acepta un alto el fuego de 60 días o incluso de 75 días. Eso pone fin a la guerra, aunque no del todo, pero de alguna forma. La segunda posibilidad es que la Knesset (el Parlamento) se disuelva y convoque a elecciones en septiembre u octubre. Eso también pone fin a la guerra de algún modo. Pero la tercera posibilidad, que probablemente sea la más importante, es que Estados Unidos presione seriamente a Israel para que detenga esto. Aunque no he visto ninguna señal de que Estados Unidos tenga intención de hacerlo y no porque Estados Unidos apoye lo que Israel hace en Gaza, sino porque Trump está ocupado con la inmigración, con Ucrania, con Canadá, con China, los aranceles en todo el mundo, Panamá y lo que sea… Trump está harto.

–¿Pero entonces cómo podría terminar la guerra?

–Aunque aún no hemos tenido señales importantes hasta ahora, hay un factor que podría cambiar la postura de Estados Unidos: Arabia Saudita. Los saudíes están presionando, pero hasta ahora aparentemente no funcionó. Pero cuando se de otro incidente en el que 20, 30 o 40 palestinos sean asesinados a tiros por Israel en algún centro de distribución de alimentos, y salga otro informe sobre niños muriéndose de hambre, los saudíes llamarán a Trump y le dirán: ‘Mira, cuando estuviste aquí en Riad en mayo te pedimos varias veces que detuvieras esto. Nos lo prometiste. A cambio, te ofrecimos todos estos acuerdos y promesas de invertir en Estados Unidos. Tenemos la intención de cumplir esas promesas, pero esperamos que tú también cumplas la tuya. Por lo tanto, no te pedimos la solución de dos Estados, sino que te pedimos que pongas fin a la guerra’. Eso podría cambiar la actitud de Estados Unidos. Pero si usted me pregunta si eso va a pasar, no lo sé.

–¿Cómo explica que a Netanyahu no le importen las críticas y denuncias de crímenes de guerra en Gaza presentadas por tribunales internacionales?

–Hay dos explicaciones… La primera es que al principio pensó que esto lo beneficiaría políticamente con sus votantes, a los que le machaca con que ‘hay un estado de guerra permanente, que el mundo está en contra nuestro, con que hay antisemitismo, con que todos odian a Israel y solo odian a Israel porque no hago lo que quieren que hagamos y estoy decidido a terminar esta guerra’. Pensó que eso lo ayudaría, así que ignoró por completo las críticas del mundo, como las acusaciones de genocidio, clamando que ‘cómo se atreven’ a hacerlo la Corte Penal Internacional, la Corte Internacional de Justicia, etc..

–¿La segunda razón?

–La segunda explicación aunque no soy psicólogo creo que es psicológica y tiene que ver con que Netanyahu está totalmente desconectado de la realidad. Tiene tres juicios, tres veces por semana viene a testificar durante cuatro o cinco horas por cargos criminales en su contra, además, se enfrenta a manifestaciones. Y por eso creo que está aislado en un mundo interior en el que, seguro, se ha vuelto paranoico y narcisista a la vez y simplemente no ve la realidad. Repito, no soy psicólogo, pero algunas de sus acciones, algunos de sus discursos, su actitud hacia las familias de los rehenes, muestran claros signos de psicopatía, de un completo desapego de cualquier empatía y emoción. Simplemente no le importa. Para él los franceses y los británicos siempre fueron antiisraelíes, los canadienses, en cambio, no lo entienden, pero creo que su problema al final va a ser Trump. Aunque cree que con Trump puede salirse con la suya, me parece que va a ser todo lo contrario.

–¿Es posible que su gobierno caiga?

–No apostaría en Las Vegas sobre esto porque su gobierno depende de políticos ultra ortodoxos poco creíbles, pero la crisis parece real.

–¿Y de haber elecciones, podría Netanyahu ganar de nuevo?

–No sé, porque no sé si se presentaría. Pero en caso de presentarse dudo mucho de que pueda ganar. Según las encuestas de los últimos meses en ningún escenario podría ganar. Su popularidad es del 30%…

–¿La más baja de la historia?

–Absolutamente la más baja. A la gente no le gusta Netanyahu. La gente no cree que sea un buen primer ministro, piensan que debería haber dimitido por lo del 7 de octubre.

–¿Usted cree que Netanyahu es culpable de crímenes de guerra?

–Personalmente culpable, no. Pero que él es el primer ministro que ordenó a los militares hacer cosas que deberían investigarse como crímenes de guerra, sí. Creo que en la mayoría de los casos no fue intencional. Pero cuando mueren 53.000 personas, de las cuales el 20 o 30 % son niños, entonces hay que hacerse preguntas. Sí, es incómodo, inquietante, vergonzoso. Pero las preguntas deben hacerse.

JERUSALÉN.– El presidente Javier Milei llegará a Israel en un contexto más que complejo. El gobierno de su amigo, Benjamin Netanyahu, se encuentra cada vez más aislado diplomáticamente en Occidente, donde aumentan las críticas por la guerra en Gaza –represalia del brutal ataque de Hamas del 7 de octubre–, que ha causado una devastación y una cantidad de muertos civiles tan imponente que es acusado por tribunales internacionales de crímenes de guerra. Además de haberse debilitado a nivel internacional, en el orden interno su coalición de extrema derecha ultrarreligiosa podría colapsar.

Por todo este combo, Alon Pinkas, que fue jefe de gabinete de cuatro cancilleres de Israel y participó en los diálogos israelo-palestinos que siguieron a la cumbre de Camp David en 2000, en una entrevista con LA NACION no dudó en definir la situación actual como la peor jamás vivida por Israel, país que Netanyau en 20 meses convirtió “en un Estado casi paria en el mundo”, dijo.

Exdiplomático y escritor de 63 años, con estudios en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos, y de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Pinkas, que fue también embajador de Israel y cónsul general en Nueva York, no ahorró críticas a Netanyahu y a su forma de manejar la actual guerra con una “desproporcionada represalia militar”, que para él, con el pasar de los meses, al margen de no haber logrado sus objetivos, le hizo olvidar a la opinión pública internacional la masacre ejecutada por el grupo terrorista Hamas en octubre de 2023.

–¿Cómo ve la situación?

–Bueno, peor que nunca. El 7 de octubre de 2023 fue, sin duda, el peor día de la historia de Israel. Y hace apenas dos días se conmemoró el aniversario de la Guerra de los Seis Días, de junio de 1967, hace 58 años. Israel destruyó en seis días los ejércitos de Egipto, Siria, Jordania e incluso una fuerza expedicionaria iraquí. Ahora, 20 meses después del 7-10, Israel no ha logrado destruir a Hamas. Y libra una guerra sin fin, sin objetivos políticos, solo por la supervivencia política del señor Netanyahu. Esto en primer lugar. En segundo lugar, este gobierno es negligente y descuidado con el tema de la liberación de los rehenes que, claro que está relacionado con la guerra, pero desde mi punto de vista, este es un gobierno que traicionó el compromiso con sus ciudadanos de hacer todo lo posible por liberar a los secuestrados, por otro lado…

–¿En tercer lugar?

–En tercer lugar, a lo largo de 2023, antes de la guerra, el señor Netanyahu dio un golpe constitucional, de alguna forma similar al que se vivió en Argentina en los años 70 y 80, contra el poder Judicial, la burocracia, la prensa y los órganos de seguridad. Supuestamente, esto se detuvo debido a las manifestaciones masivas y luego por el 7-10. Pero en los últimos seis o siete meses, desde finales de 2024 hasta ahora, ha renovado este golpe. Está despidiendo o está decidido a destituir al fiscal general, está transformando la policía de una policía democrática a una milicia que responde a intereses y prioridades políticas. Y si a eso le sumamos factores actuales como el costo de vida, las relaciones religiosas y seculares, que ahora mismo están en el centro de la atención pública porque pueden derrocar a la coalición, también está el hecho de que, en menos de dos años, el señor Netanyahu convirtió a Israel en un Estado casi paria en el mundo.

–¿Casi un Estado paria?

–Sí, casi, todavía no totalmente Estado paria… Y esta es la contestación breve a su primera pregunta.

–Después de 20 meses algo, de hecho, está cambiando en Occidente. El sábado hubo una masiva manifestación en Roma en contra de la masacre en Gaza y por un alto el fuego inmediato y la Unión Europea (UE) está analizando revisar su acuerdo de asociación con Israel…

–Sí. La UE está revisando los llamados acuerdos de asociación que rigen las relaciones comerciales entre Israel y la UE, que es el principal socio comercial de Israel, así que esto es algo significativo. Gran Bretaña, que no forma parte de la UE, pero es un importante socio comercial de Israel, dijo que revisará sus propios acuerdos comerciales bilaterales con Israel. El presidente francés, Emmanuel Macron, junto con los holandeses y con el apoyo de los saudíes, está lanzando una conferencia en Nueva York sobre el futuro de un Estado palestino. A Donald Trump no le gusta Netanyahu y está cambiando la dinámica misma de la relación entre Israel y Estados Unidos… Israel mira a la izquierda y a la derecha, y el único amigo que tiene Netanyahu es Viktor Orban en Hungría.

–Perdón, pero también tiene como amigo al presidente argentino, Javier Milei, que está llegando a Israel…

 –Estaba justamente por decir que Israel tiene amigos también en la Argentina y El Salvador, pero son países lejanos, con poca influencia diplomática y escasas relaciones comerciales. Sí, Argentina es un país grande, claro, pero está lejos. No se parece en nada su vínculo a las relaciones que Israel tiene con Estados Unidos, la UE e incluso China. Y entonces, si Netanyahu tiene como amigos solo a los presidentes de Hungría y de Argentina, tiene un problema. Además de todo eso, Canadá, Francia y Gran Bretaña emitieron una declaración conjunta condenando las operaciones de Israel en Gaza. Así que, si tomamos todo esto, no podemos estar peor… Aunque esto le servía al principio porque, como muchos populistas y demagogos, Netanyahu vendía la idea de que ‘el mundo está en contra nuestro y solo yo me enfrento a ellos’… Bueno, eso funcionó por un tiempo, al principio, aunque es una estupidez. Ahora nadie cree que pueda enfrentarse a nadie porque es muy débil: débil a nivel nacional e internacional.

–En este marco, ¿usted qué prevé? Porque aunque usted dice que a Trump no le gusta Netanyahu, Israel de todos modos sigue recibiendo toda la ayuda militar y el respaldo político…

–Sí, pero eso no ayudó mucho a Israel en Gaza. Hamas es una organización terrorista salvaje y bárbara, no es exactamente el Ejército alemán de la Segunda Guerra Mundial. Así que, si después de 20 meses y 14.000 millones de dólares en armas y municiones estadounidenses, Hamas sigue teniendo presencia política e incluso militar en Gaza, y hay al menos 22 o 23 rehenes vivos, entonces el apoyo estadounidense es ineficaz. Y Estados Unidos se está cansando de Netanyahu y eso se ve en las declaraciones de Trump.

–¿Entonces qué espera que pase ahora? ¿Cómo se puede salir de esta pesadilla?

–Pienso que la guerra debería haber terminado hace mucho tiempo, pero no terminó porque Netanyahu no tiene ningún interés en terminarla. ¿Por qué? Si la guerra termina ahora, con Hamas aún en algún tipo de posición de poder en Gaza, Netanyahu no puede declarar la victoria total y decir que nosotros destruimos y aniquilamos a Hamas, como decía constantemente. Israel tiene que retirarse de Gaza o quedarse allí, lo que la convertirá en lo que fue el sur del Líbano en los años 80 y 90, o en lo que fue Vietnam para los estadounidenses en los años 60 y principios de los 70. Veremos morir a cuatro o cinco soldados cada semana. Veremos a Israel responsable de la vida de 2,3 millones de palestinos. Y ningún país árabe proporcionará asistencia militar ni financiera. Y Estados Unidos le dirá: ‘Escuchen, les ofrecimos ayuda. Les propusimos ideas. Dijeron que no. Ahora es su problema’. Así que, ante todo, la guerra tiene que terminar.

–¿Cómo?

–Creo que hay tres maneras para que la guerra pueda terminar. Una es que Israel acepte cualquier nuevo acuerdo de alto el fuego que se presente. Hasta ahora no ha avanzado, pero es una posibilidad. Digamos que en la próxima semana, o en las próximas dos semanas, Israel acepta un alto el fuego de 60 días o incluso de 75 días. Eso pone fin a la guerra, aunque no del todo, pero de alguna forma. La segunda posibilidad es que la Knesset (el Parlamento) se disuelva y convoque a elecciones en septiembre u octubre. Eso también pone fin a la guerra de algún modo. Pero la tercera posibilidad, que probablemente sea la más importante, es que Estados Unidos presione seriamente a Israel para que detenga esto. Aunque no he visto ninguna señal de que Estados Unidos tenga intención de hacerlo y no porque Estados Unidos apoye lo que Israel hace en Gaza, sino porque Trump está ocupado con la inmigración, con Ucrania, con Canadá, con China, los aranceles en todo el mundo, Panamá y lo que sea… Trump está harto.

–¿Pero entonces cómo podría terminar la guerra?

–Aunque aún no hemos tenido señales importantes hasta ahora, hay un factor que podría cambiar la postura de Estados Unidos: Arabia Saudita. Los saudíes están presionando, pero hasta ahora aparentemente no funcionó. Pero cuando se de otro incidente en el que 20, 30 o 40 palestinos sean asesinados a tiros por Israel en algún centro de distribución de alimentos, y salga otro informe sobre niños muriéndose de hambre, los saudíes llamarán a Trump y le dirán: ‘Mira, cuando estuviste aquí en Riad en mayo te pedimos varias veces que detuvieras esto. Nos lo prometiste. A cambio, te ofrecimos todos estos acuerdos y promesas de invertir en Estados Unidos. Tenemos la intención de cumplir esas promesas, pero esperamos que tú también cumplas la tuya. Por lo tanto, no te pedimos la solución de dos Estados, sino que te pedimos que pongas fin a la guerra’. Eso podría cambiar la actitud de Estados Unidos. Pero si usted me pregunta si eso va a pasar, no lo sé.

–¿Cómo explica que a Netanyahu no le importen las críticas y denuncias de crímenes de guerra en Gaza presentadas por tribunales internacionales?

–Hay dos explicaciones… La primera es que al principio pensó que esto lo beneficiaría políticamente con sus votantes, a los que le machaca con que ‘hay un estado de guerra permanente, que el mundo está en contra nuestro, con que hay antisemitismo, con que todos odian a Israel y solo odian a Israel porque no hago lo que quieren que hagamos y estoy decidido a terminar esta guerra’. Pensó que eso lo ayudaría, así que ignoró por completo las críticas del mundo, como las acusaciones de genocidio, clamando que ‘cómo se atreven’ a hacerlo la Corte Penal Internacional, la Corte Internacional de Justicia, etc..

–¿La segunda razón?

–La segunda explicación aunque no soy psicólogo creo que es psicológica y tiene que ver con que Netanyahu está totalmente desconectado de la realidad. Tiene tres juicios, tres veces por semana viene a testificar durante cuatro o cinco horas por cargos criminales en su contra, además, se enfrenta a manifestaciones. Y por eso creo que está aislado en un mundo interior en el que, seguro, se ha vuelto paranoico y narcisista a la vez y simplemente no ve la realidad. Repito, no soy psicólogo, pero algunas de sus acciones, algunos de sus discursos, su actitud hacia las familias de los rehenes, muestran claros signos de psicopatía, de un completo desapego de cualquier empatía y emoción. Simplemente no le importa. Para él los franceses y los británicos siempre fueron antiisraelíes, los canadienses, en cambio, no lo entienden, pero creo que su problema al final va a ser Trump. Aunque cree que con Trump puede salirse con la suya, me parece que va a ser todo lo contrario.

–¿Es posible que su gobierno caiga?

–No apostaría en Las Vegas sobre esto porque su gobierno depende de políticos ultra ortodoxos poco creíbles, pero la crisis parece real.

–¿Y de haber elecciones, podría Netanyahu ganar de nuevo?

–No sé, porque no sé si se presentaría. Pero en caso de presentarse dudo mucho de que pueda ganar. Según las encuestas de los últimos meses en ningún escenario podría ganar. Su popularidad es del 30%…

–¿La más baja de la historia?

–Absolutamente la más baja. A la gente no le gusta Netanyahu. La gente no cree que sea un buen primer ministro, piensan que debería haber dimitido por lo del 7 de octubre.

–¿Usted cree que Netanyahu es culpable de crímenes de guerra?

–Personalmente culpable, no. Pero que él es el primer ministro que ordenó a los militares hacer cosas que deberían investigarse como crímenes de guerra, sí. Creo que en la mayoría de los casos no fue intencional. Pero cuando mueren 53.000 personas, de las cuales el 20 o 30 % son niños, entonces hay que hacerse preguntas. Sí, es incómodo, inquietante, vergonzoso. Pero las preguntas deben hacerse.

 

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