Platense campeón: Favio Orsi y Sergio Gómez, los padres de la criatura calamar y la emoción del título

Después de 120 años, Platense gritó campeón por primera vez. Lo hizo en Santiago del Estero, en una tarde inolvidable, al vencer por 1-0 a Huracán en la final del Torneo Apertura. Pero más allá del gol histórico de Guido Mainero, o del trabajo sólido de un equipo que dejó todo, hubo dos figuras fundamentales. En silencio, con emoción y con la tranquilidad de haber recorrido un largo camino juntos, Favio Orsi y Sergio Gómez, la sociedad técnica, le dieron al Calamar su primera vuelta olímpica.

Apenas Facundo Tello marcó el final, los dos se desarmaron. Las cámaras se quedaron con Gómez, que rompió en llanto y se arrodilló con una mata de pasto en una mano y el gorro de su hija Francesca en la otra. A unos metros, Orsi también lloraba, solo que en lugar de mirar al suelo, buscaba con los ojos a su hermano de la vida. Se abrazaron. Se dijeron todo sin decir nada.

Después, les pidieron que se dedicaran unas palabras entre ellos. La emoción volvió a ganarles, pero esta vez sí hablaron. Orsi fue el primero: “Mi viejo tenía una frase que decía: todo lo que hagas, que valga la pena. Sergio, todo el camino que recorrimos valió la pena”, dijo, con la voz quebrada. Gómez recogió ese guante con una devolución cargada de afecto, de memoria: “Soy muy afortunado de cruzarme con gente en mi camino que me hace mejor. Favio es mi hermano por elección. Hace 14 años que vamos al frente. Cuando estábamos en la D le dije que, en 10 años, íbamos a estar en Primera. Pasamos muchas malas y eso nos hizo más fuertes. Le agradezco a Dios por haberme cruzado a Favio”.

No era una exageración. Desde que se conocieron en 2011, en el cuerpo técnico de Fénix bajo el ala de Oscar Santángelo, no se separaron más. Uno venía del ascenso profundo; el otro, también. Uno, con formación como jugador en juveniles de River; el otro con una carrera interrumpida en el ascenso por una lesión traicionera. Se cruzaron como asistentes y, enseguida, se juraron un objetivo: llegar a Primera.

El recorrido tuvo de todo: ascensos con Fénix y Flandria, campañas notables en San Martín, de Tucumán, y Ferro, la experiencia en Godoy Cruz que los catapultó. Siempre juntos. Siempre compartiendo cada decisión. Gómez suele dar las conferencias de prensa, Orsi trabaja mucho en la semana y en los entrenamientos. Pero todo, absolutamente todo, se decide de a dos. Como una sociedad que se fortalece en la adversidad.

“ESTE CLUB FUE MI NIÑEZ, FUE MI ADOLESCENCIA…” Emocionantes palabras del Negro Gómez luego de la consagración de Platense.

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— SportsCenter (@SC_ESPN) June 2, 2025

Y lo dijeron más de una vez. Cuando se inundó Jáuregui y tuvieron que entrenar a Flandria en un colegio, cuando se quedaron a las puertas del ascenso con Ferro o cuando tomaron a Platense con el desafío de enderezar un barco golpeado, jamás dudaron del otro. Nunca dejaron de confiar. Por eso esta consagración fue tan emocionante. Porque tenía mucho de revancha, pero más de justicia. Porque nadie les regaló nada.

“Los jugadores viven con la heladera vacía, cagados de hambre, y así y todo se entregan al 100%. Esto es de ellos también. Son unos animales, tienen una entrega terrible. Ganamos un partido sin pasar sobresaltos, contra un equipo tremendo como Huracán. Por eso esta vez se dio. Y es hermoso”, dijo Gómez, ante los medios, con la emoción todavía a flor de piel.

El triunfo ante Huracán fue la frutilla del postre de una campaña sólida. En la etapa regular, Platense se metió entre los ocho mejores. Luego superó a Racing, en el Cilindro; a River, en el Monumental, y a San Lorenzo, en el Nuevo Gasómetro, antes de la gran final ante Huracán. Todo bajo la conducción de la primera dupla técnica campeona del fútbol argentino.

Sí: Orsi y Gómez hicieron historia. Porque si bien hubo antecedentes de sociedades técnicas que dejaron huella, ninguna logró quedarse con un título completo desde el arranque hasta el final. La única referencia cercana fue la de Oscar López y Oscar Cavallero, en Quilmes, en 1978, aunque se alejaron del cargo tras nueve fechas y el campeón fue José Yudica. Lo de Platense es inédito.

“Hemos pasado por todas: las muy buenas y las muy malas. Esto es un premio al esfuerzo, a la perseverancia, al sentido de pertenencia y a no resignarse”, dijo Orsi, mientras trataba de que los ojos no se le humedecieran otra vez.

Gómez resumió: “Que la gente disfrute, seguramente va a seguir pagando cuotas del viaje, no van a recuperar lo que vendieron, pero esto queda para la eternidad”, dijo, en referencia al esfuerzo que hicieron cientos de hinchas para viajar a Santiago del Estero.

En tanto, Orsi intentó explicar lo inexplicable: “Para ser campeón había que ganarles a todos y lo hicimos… Sergio, todo el camino que recorrimos valió la pena”, expresó, conmovido, recordando cada paso dado junto a su compañero inseparable.

Y fue el propio Gómez el que cerró la noche con una definición que no necesita traducción: “Favio es mi hermano por elección, nos miramos y ya sabemos qué quiere uno del otro”.

Después de 120 años, Platense gritó campeón por primera vez. Lo hizo en Santiago del Estero, en una tarde inolvidable, al vencer por 1-0 a Huracán en la final del Torneo Apertura. Pero más allá del gol histórico de Guido Mainero, o del trabajo sólido de un equipo que dejó todo, hubo dos figuras fundamentales. En silencio, con emoción y con la tranquilidad de haber recorrido un largo camino juntos, Favio Orsi y Sergio Gómez, la sociedad técnica, le dieron al Calamar su primera vuelta olímpica.

Apenas Facundo Tello marcó el final, los dos se desarmaron. Las cámaras se quedaron con Gómez, que rompió en llanto y se arrodilló con una mata de pasto en una mano y el gorro de su hija Francesca en la otra. A unos metros, Orsi también lloraba, solo que en lugar de mirar al suelo, buscaba con los ojos a su hermano de la vida. Se abrazaron. Se dijeron todo sin decir nada.

Después, les pidieron que se dedicaran unas palabras entre ellos. La emoción volvió a ganarles, pero esta vez sí hablaron. Orsi fue el primero: “Mi viejo tenía una frase que decía: todo lo que hagas, que valga la pena. Sergio, todo el camino que recorrimos valió la pena”, dijo, con la voz quebrada. Gómez recogió ese guante con una devolución cargada de afecto, de memoria: “Soy muy afortunado de cruzarme con gente en mi camino que me hace mejor. Favio es mi hermano por elección. Hace 14 años que vamos al frente. Cuando estábamos en la D le dije que, en 10 años, íbamos a estar en Primera. Pasamos muchas malas y eso nos hizo más fuertes. Le agradezco a Dios por haberme cruzado a Favio”.

No era una exageración. Desde que se conocieron en 2011, en el cuerpo técnico de Fénix bajo el ala de Oscar Santángelo, no se separaron más. Uno venía del ascenso profundo; el otro, también. Uno, con formación como jugador en juveniles de River; el otro con una carrera interrumpida en el ascenso por una lesión traicionera. Se cruzaron como asistentes y, enseguida, se juraron un objetivo: llegar a Primera.

El recorrido tuvo de todo: ascensos con Fénix y Flandria, campañas notables en San Martín, de Tucumán, y Ferro, la experiencia en Godoy Cruz que los catapultó. Siempre juntos. Siempre compartiendo cada decisión. Gómez suele dar las conferencias de prensa, Orsi trabaja mucho en la semana y en los entrenamientos. Pero todo, absolutamente todo, se decide de a dos. Como una sociedad que se fortalece en la adversidad.

“ESTE CLUB FUE MI NIÑEZ, FUE MI ADOLESCENCIA…” Emocionantes palabras del Negro Gómez luego de la consagración de Platense.

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Y lo dijeron más de una vez. Cuando se inundó Jáuregui y tuvieron que entrenar a Flandria en un colegio, cuando se quedaron a las puertas del ascenso con Ferro o cuando tomaron a Platense con el desafío de enderezar un barco golpeado, jamás dudaron del otro. Nunca dejaron de confiar. Por eso esta consagración fue tan emocionante. Porque tenía mucho de revancha, pero más de justicia. Porque nadie les regaló nada.

“Los jugadores viven con la heladera vacía, cagados de hambre, y así y todo se entregan al 100%. Esto es de ellos también. Son unos animales, tienen una entrega terrible. Ganamos un partido sin pasar sobresaltos, contra un equipo tremendo como Huracán. Por eso esta vez se dio. Y es hermoso”, dijo Gómez, ante los medios, con la emoción todavía a flor de piel.

El triunfo ante Huracán fue la frutilla del postre de una campaña sólida. En la etapa regular, Platense se metió entre los ocho mejores. Luego superó a Racing, en el Cilindro; a River, en el Monumental, y a San Lorenzo, en el Nuevo Gasómetro, antes de la gran final ante Huracán. Todo bajo la conducción de la primera dupla técnica campeona del fútbol argentino.

Sí: Orsi y Gómez hicieron historia. Porque si bien hubo antecedentes de sociedades técnicas que dejaron huella, ninguna logró quedarse con un título completo desde el arranque hasta el final. La única referencia cercana fue la de Oscar López y Oscar Cavallero, en Quilmes, en 1978, aunque se alejaron del cargo tras nueve fechas y el campeón fue José Yudica. Lo de Platense es inédito.

“Hemos pasado por todas: las muy buenas y las muy malas. Esto es un premio al esfuerzo, a la perseverancia, al sentido de pertenencia y a no resignarse”, dijo Orsi, mientras trataba de que los ojos no se le humedecieran otra vez.

Gómez resumió: “Que la gente disfrute, seguramente va a seguir pagando cuotas del viaje, no van a recuperar lo que vendieron, pero esto queda para la eternidad”, dijo, en referencia al esfuerzo que hicieron cientos de hinchas para viajar a Santiago del Estero.

En tanto, Orsi intentó explicar lo inexplicable: “Para ser campeón había que ganarles a todos y lo hicimos… Sergio, todo el camino que recorrimos valió la pena”, expresó, conmovido, recordando cada paso dado junto a su compañero inseparable.

Y fue el propio Gómez el que cerró la noche con una definición que no necesita traducción: “Favio es mi hermano por elección, nos miramos y ya sabemos qué quiere uno del otro”.

 

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