Para ser un pontífice, el Papa León XIV es joven. A sus 69 años, es siete años menor que su predecesor Francisco cuando asumió el papado, y nueve años menor que Benedicto XVI antes que él.
Aun así, el nuevo Papa ya es mayor que muchos al jubilarse. Y no se trata simplemente de adoptar una nueva afición. Está asumiendo un papel de gran importancia y alto estrés que se espera que ocupe hasta su muerte.
“El papado supone un esfuerzo enorme para cualquier persona”, afirma el Dr. Nelson Castro, médico y periodista cercano a Francisco y autor del libro La salud de los papas. El papa es jefe de estado y líder mundial de la Iglesia católica romana, responsable de supervisar la teología eclesiástica, nombrar cardenales y obispos, celebrar misas y realizar peregrinaciones a destinos remotos.
“Tiene un trabajo difícil que realizar y su salud será un factor clave”, reconoce Castro.
Cómo hacer flexiones sin perjudicar las muñecas y evitar lesiones
El trabajo puede tener beneficios para la salud
El mayor beneficio de trabajar hasta bien entrada la vejez es cognitivo, asegura Mara Mather, profesora de gerontología en la Universidad del Sur de California. El cerebro sigue siendo adaptable, incluso en la vejez, dice; aprender nuevas habilidades en el trabajo puede preservar la capacidad de una persona para pensar y procesar nueva información, a pesar del deterioro que conlleva naturalmente la edad.
El Papa León puede tener ya un menor riesgo de deterioro cognitivo relacionado con la edad, añade: los estudios muestran que las personas con al menos educación universitaria o que hablan varios idiomas (ambas condiciones son válidas para Leo) pueden funcionar normalmente durante más tiempo que sus pares sin esos títulos y habilidades, incluso si tienen enfermedades neurodegenerativas.
“Es más, tener un sentido de propósito aumenta la perspectiva positiva y reduce la probabilidad de tener depresión y demencia en la vejez”, explica la Dra. Margaret Flanagan, neuropatóloga del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio.
Y los expertos dijeron que mantenerse socialmente activo puede reducir el riesgo de deterioro cognitivo.
James Martin, sacerdote jesuita y consultor de la oficina de comunicaciones del Vaticano, quien conoció a Francisco, afirma que el papado cumple con los tres requisitos. “Tiene 1.400 millones de católicos con quienes interactuar. Tiene un sentido de propósito proveniente de Jesucristo. Dado que escribe encíclicas, homilías y libros, sin duda posee un compromiso cognitivo”, señala el padre Martin.
También conlleva riesgos
Convertirse en Papa conlleva nuevas tensiones, como un alto perfil y presiones diplomáticas que pueden resultar agotadoras. En las últimas décadas, la Iglesia Católica ha tenido que lidiar con una serie de escándalos de abuso sexual, divisiones políticas internas y cuestiones espinosas sobre la teología y su papel en el escenario político global.
“Si hay algún problema en la iglesia, la responsabilidad es del sumo pontífice”, dice el padre Martin. “Siempre tiene que estar disponible, siempre es el Papa”.
Una experta en parejas critica el amor romántico y plantea una nueva forma de vincularse
Uno de los aspectos más agotadores del trabajo podría ser el viaje. El año pasado, el papa Francisco, a sus 87 años y en silla de ruedas, voló a Papúa Nueva Guinea como parte de una visita de 11 días por cuatro países de Asia y el Pacífico.
“Cuando está en esos países celebra una misa por la mañana, una charla por la tarde, se reúne con jefes de Estado”, desarrolla el padre Martin.
El estrés crónico que conlleva desempeñar un papel tan importante también puede aumentar el riesgo de problemas metabólicos y cardiovasculares, además de debilitar el sistema inmunitario, declara el Dr. Roberto Vicinanza, profesor asociado de gerontología en la Universidad del Sur de California. “Y a medida que envejecemos, el cuerpo tiene menor capacidad para recuperarse rápidamente del estrés”, destaca.
Las exigencias diarias del trabajo, sumadas a la presión de permanecer en el puesto de por vida, también podrían aumentar el riesgo de agotamiento del Papa, lo que “a su vez puede conducir a tiempos de recuperación más largos de la enfermedad y a una peor salud mental”, dice Aaron Guest, profesor asistente de envejecimiento en la Universidad Estatal de Arizona.
Además, podría enfrentar pérdida de audición, olvidos o disminución de la movilidad, todos problemas comunes para las personas de entre 60 y 70 años. “También puede ser más difícil realizar varias tareas a la vez, cumplir con los plazos o reaccionar rápidamente a los factores estresantes”, dice el Dr. R. Sean Morrison, presidente del departamento de geriatría y medicina paliativa de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai.
La práctica espiritual en sí misma puede ser buena para el cerebro y el cuerpo
Algunos estudios en adultos mayores estadounidenses han demostrado que la asistencia semanal a servicios religiosos se asocia con tasas más bajas de depresión y muerte prematura, declara el Dr. Warren Kinghorn, psiquiatra y especialista en ética teológica de la Universidad de Duke. “Esto se debe, en parte, a que la práctica religiosa suele asociarse con otros hábitos saludables, como no fumar ni beber en exceso”, explica Kinghorn.
El Estudio de las Monjas, que siguió a 678 monjas católicas durante varias décadas para estudiar el envejecimiento y la demencia, mostró que aquellas que permanecieron intelectual, social y espiritualmente activas hasta los 80 y 90 años a menudo mantuvieron una mejor función cognitiva y física que aquellas que no lo hicieron, cita Flanagan, quien ahora dirige el estudio.
Lo básico sigue importando
El Papa necesita hacer ejercicio, comer bien y dormir lo suficiente para mantenerse sano, reconoce el Dr. Castro. “Esas son las cosas normales que todos deben hacer para mantener su salud”, agrega. “Los Papas son seres humanos”.
Según todos los informes, el Papa León goza de buena salud hasta el momento, señala Castro. Le gusta el tenis, y el Vaticano cuenta con una cancha. Juan Pablo II practicó senderismo y esquí durante años durante su papado y mandó construir una piscina en la residencia de verano del Papa. Benedicto XVI tocaba el piano.
Aun así, el envejecimiento varía mucho de persona a persona, y la evolución de Leób —y el tiempo que ocupe el papado— dependerá en gran medida de su condición y filosofía individuales, coinciden los expertos.
Juan Pablo II sobrevivió a un intento de asesinato y posteriormente desarrolló la enfermedad de Parkinson, debilitándose al final de su papado. Benedicto XVI rompió con la tradición y dimitió, alegando que ya no tenía la fuerza suficiente para ejercer sus funciones papales. Francisco trabajó hasta el día de su muerte.
“Tengo muchos pacientes que hacen importantes contribuciones a la sociedad ya entrados los 70, 80 e incluso los 90”, dice Morrison, y agrega: “Es mucho más importante centrarse en la capacidad fisiológica y cognitiva que en la edad cronológica”.
Por Nina Agrawal.
Para ser un pontífice, el Papa León XIV es joven. A sus 69 años, es siete años menor que su predecesor Francisco cuando asumió el papado, y nueve años menor que Benedicto XVI antes que él.
Aun así, el nuevo Papa ya es mayor que muchos al jubilarse. Y no se trata simplemente de adoptar una nueva afición. Está asumiendo un papel de gran importancia y alto estrés que se espera que ocupe hasta su muerte.
“El papado supone un esfuerzo enorme para cualquier persona”, afirma el Dr. Nelson Castro, médico y periodista cercano a Francisco y autor del libro La salud de los papas. El papa es jefe de estado y líder mundial de la Iglesia católica romana, responsable de supervisar la teología eclesiástica, nombrar cardenales y obispos, celebrar misas y realizar peregrinaciones a destinos remotos.
“Tiene un trabajo difícil que realizar y su salud será un factor clave”, reconoce Castro.
Cómo hacer flexiones sin perjudicar las muñecas y evitar lesiones
El trabajo puede tener beneficios para la salud
El mayor beneficio de trabajar hasta bien entrada la vejez es cognitivo, asegura Mara Mather, profesora de gerontología en la Universidad del Sur de California. El cerebro sigue siendo adaptable, incluso en la vejez, dice; aprender nuevas habilidades en el trabajo puede preservar la capacidad de una persona para pensar y procesar nueva información, a pesar del deterioro que conlleva naturalmente la edad.
El Papa León puede tener ya un menor riesgo de deterioro cognitivo relacionado con la edad, añade: los estudios muestran que las personas con al menos educación universitaria o que hablan varios idiomas (ambas condiciones son válidas para Leo) pueden funcionar normalmente durante más tiempo que sus pares sin esos títulos y habilidades, incluso si tienen enfermedades neurodegenerativas.
“Es más, tener un sentido de propósito aumenta la perspectiva positiva y reduce la probabilidad de tener depresión y demencia en la vejez”, explica la Dra. Margaret Flanagan, neuropatóloga del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio.
Y los expertos dijeron que mantenerse socialmente activo puede reducir el riesgo de deterioro cognitivo.
James Martin, sacerdote jesuita y consultor de la oficina de comunicaciones del Vaticano, quien conoció a Francisco, afirma que el papado cumple con los tres requisitos. “Tiene 1.400 millones de católicos con quienes interactuar. Tiene un sentido de propósito proveniente de Jesucristo. Dado que escribe encíclicas, homilías y libros, sin duda posee un compromiso cognitivo”, señala el padre Martin.
También conlleva riesgos
Convertirse en Papa conlleva nuevas tensiones, como un alto perfil y presiones diplomáticas que pueden resultar agotadoras. En las últimas décadas, la Iglesia Católica ha tenido que lidiar con una serie de escándalos de abuso sexual, divisiones políticas internas y cuestiones espinosas sobre la teología y su papel en el escenario político global.
“Si hay algún problema en la iglesia, la responsabilidad es del sumo pontífice”, dice el padre Martin. “Siempre tiene que estar disponible, siempre es el Papa”.
Una experta en parejas critica el amor romántico y plantea una nueva forma de vincularse
Uno de los aspectos más agotadores del trabajo podría ser el viaje. El año pasado, el papa Francisco, a sus 87 años y en silla de ruedas, voló a Papúa Nueva Guinea como parte de una visita de 11 días por cuatro países de Asia y el Pacífico.
“Cuando está en esos países celebra una misa por la mañana, una charla por la tarde, se reúne con jefes de Estado”, desarrolla el padre Martin.
El estrés crónico que conlleva desempeñar un papel tan importante también puede aumentar el riesgo de problemas metabólicos y cardiovasculares, además de debilitar el sistema inmunitario, declara el Dr. Roberto Vicinanza, profesor asociado de gerontología en la Universidad del Sur de California. “Y a medida que envejecemos, el cuerpo tiene menor capacidad para recuperarse rápidamente del estrés”, destaca.
Las exigencias diarias del trabajo, sumadas a la presión de permanecer en el puesto de por vida, también podrían aumentar el riesgo de agotamiento del Papa, lo que “a su vez puede conducir a tiempos de recuperación más largos de la enfermedad y a una peor salud mental”, dice Aaron Guest, profesor asistente de envejecimiento en la Universidad Estatal de Arizona.
Además, podría enfrentar pérdida de audición, olvidos o disminución de la movilidad, todos problemas comunes para las personas de entre 60 y 70 años. “También puede ser más difícil realizar varias tareas a la vez, cumplir con los plazos o reaccionar rápidamente a los factores estresantes”, dice el Dr. R. Sean Morrison, presidente del departamento de geriatría y medicina paliativa de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai.
La práctica espiritual en sí misma puede ser buena para el cerebro y el cuerpo
Algunos estudios en adultos mayores estadounidenses han demostrado que la asistencia semanal a servicios religiosos se asocia con tasas más bajas de depresión y muerte prematura, declara el Dr. Warren Kinghorn, psiquiatra y especialista en ética teológica de la Universidad de Duke. “Esto se debe, en parte, a que la práctica religiosa suele asociarse con otros hábitos saludables, como no fumar ni beber en exceso”, explica Kinghorn.
El Estudio de las Monjas, que siguió a 678 monjas católicas durante varias décadas para estudiar el envejecimiento y la demencia, mostró que aquellas que permanecieron intelectual, social y espiritualmente activas hasta los 80 y 90 años a menudo mantuvieron una mejor función cognitiva y física que aquellas que no lo hicieron, cita Flanagan, quien ahora dirige el estudio.
Lo básico sigue importando
El Papa necesita hacer ejercicio, comer bien y dormir lo suficiente para mantenerse sano, reconoce el Dr. Castro. “Esas son las cosas normales que todos deben hacer para mantener su salud”, agrega. “Los Papas son seres humanos”.
Según todos los informes, el Papa León goza de buena salud hasta el momento, señala Castro. Le gusta el tenis, y el Vaticano cuenta con una cancha. Juan Pablo II practicó senderismo y esquí durante años durante su papado y mandó construir una piscina en la residencia de verano del Papa. Benedicto XVI tocaba el piano.
Aun así, el envejecimiento varía mucho de persona a persona, y la evolución de Leób —y el tiempo que ocupe el papado— dependerá en gran medida de su condición y filosofía individuales, coinciden los expertos.
Juan Pablo II sobrevivió a un intento de asesinato y posteriormente desarrolló la enfermedad de Parkinson, debilitándose al final de su papado. Benedicto XVI rompió con la tradición y dimitió, alegando que ya no tenía la fuerza suficiente para ejercer sus funciones papales. Francisco trabajó hasta el día de su muerte.
“Tengo muchos pacientes que hacen importantes contribuciones a la sociedad ya entrados los 70, 80 e incluso los 90”, dice Morrison, y agrega: “Es mucho más importante centrarse en la capacidad fisiológica y cognitiva que en la edad cronológica”.
Por Nina Agrawal.