“Mucha alegría y efusividad”: el orgullo de un colegio y una parroquia en Recoleta que tiene un fuerte lazo con el Papa

En la Plaza de San Pedro, las campanas repicaron al unísono cuando la fumata blanca se elevó. Eran las 18 en El Vaticano, las 13 en la Argentina. El cónclave había elegido al nuevo papa: el norteamericano Robert Prevost, que adoptó el nombre de León XIV. Se convirtió así en el primer agustino en dirigir la Iglesia Católica.

A 11.142 kilómetros de distancia, en el barrio porteño de Recoleta, el colegio y la parroquia San Agustín, ubicados en Agüero 2320 y avda. Las Heras 2560, respectivamente, se convirtieron en una de las piezas clave para entender el significado profundo que tuvo esa elección para la comunidad agustiniana local. LA NACIÓN recorrió ambos establecimientos. “La elección de un papa de la Orden de San Agustín, quien se ha declarado ‘hijo de Agustín’, es un motivo de orgullo y esperanza. Su discurso refleja un profundo compromiso con la construcción de puentes, lo que resuena con nuestra misión de fomentar el diálogo y la unidad. Su ejemplo nos motiva a ser agentes de cambio en un mundo que necesita paz y entendimiento”, expresó a este medio Nicolás Condomí Alcorta, director general del colegio.

La identidad de este colegio se remonta a los valores y enseñanzas de San Agustín de Hipona, uno de los grandes pensadores del cristianismo, cuya vida y obra inspiran a la orden religiosa que lleva su nombre. El vínculo con la orden se formalizó en 1907, cuando frailes provenientes de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas —asentada entonces en España y luego en Asia— comenzaron a desarrollar actividades educativas y pastorales en Buenos Aires tras su llegada al país en 1900. El 12 de octubre de 1907 se bendijo la piedra fundamental del colegio, gracias a la donación de Mercedes Baudrix de Unzué en memoria de su esposo, Mariano Unzué. La apertura oficial tuvo lugar el 10 de diciembre de 1910.

Desde entonces, el colegio ha ofrecido una educación integral en tres niveles —inicial, primario y secundario— bajo un ideario agustiniano que promueve la formación personal, académica, social y religiosa de los alumnos.

Durante las décadas de 1940 a 1960, se realizaron importantes obras de ampliación, en respuesta a una creciente demanda. Un hito destacado en su recorrido fue la visita del entonces Prior General Robert Francis Prevost, que años más tarde sería elegido papa con el nombre de León XIV, fortaleciendo así el vínculo histórico con la comunidad agustiniana internacional. La celebración del centenario en 2007 marcó otro momento clave para reflexionar sobre el legado institucional.

A lo largo del tiempo, también se transformó la relación con el entorno. “La relación con el barrio fue cambiando. Al principio, era un colegio buscado por su excelencia académica. Luego empezamos a participar más activamente en lo social. Hoy, somos parte del entramado comunitario”, contó Condomí. Esa integración se tradujo en iniciativas de voluntariado, eventos culturales, proyectos sociales y actividades interreligiosas. “Reflejamos el ideario agustiniano de compromiso y solidaridad”, añadió.

Esa mirada integral se expresa también en su lema institucional: “Aprender a aprender para toda la vida. Una habilidad y actitud esencial para comprender, emprender e impactar en la realidad”.

“El Colegio San Agustín integra el carisma agustiniano en su vida educativa promoviendo una formación integral que abarca lo intelectual, emocional y espiritual. Estamos renovando nuestra oferta para alinearnos con los nuevos tiempos, enfocándonos en el bilingüismo, el desarrollo de competencias y la integración de nuevas tecnologías, incluidas herramientas de inteligencia artificial y aspectos de ecología. Buscamos más innovaciones en infraestructura y tecnologías que fomenten espacios de autorrealización personal y creatividad, creando un entorno inspirador para el aprendizaje”, explicó Condomí Alcorta.

La identidad agustiniana se hizo sentir con fuerza cuando se conoció la elección de León XIV. “La reacción de los alumnos, docentes y familias al enterarse de que fue elegido papa quien, años atrás, celebró misa en el colegio, fue de mucha alegría y efusividad. Todos compartieron un profundo sentido de pertenencia como hijos de San Agustín. Las familias expresaron su felicidad y el orgullo que representa formar parte de la Orden de San Agustín. Grados del colegio se reunieron para escuchar las palabras de su Santidad el Pontífice León XIV, asistiendo de manera presencial a la celebración de acción de gracias en la parroquia de San Agustín con la comunidad agustiniana, celebrando este momento tan significativo para nuestra comunidad educativa”, señaló Condomí Alcorta.

La misión del Colegio San Agustín no puede entenderse sin la parroquia. De hecho, ambas instituciones están unidas físicamente: en el fondo de la iglesia, una puerta conduce directamente al patio del colegio. Allí mismo, entre esas paredes, fue tomada hace veinte años una fotografía que hoy recorre el mundo. En la imagen se ve a Jorge Mario Bergoglio —entonces arzobispo de Buenos Aires y más tarde, el papa Francisco— celebrando misa junto a quien hoy es el nuevo pontífice León XIV. A su lado está el padre Cipriano, director del colegio en ese momento. La imagen, capturada el 28 de agosto de 2004, durante la festividad de San Agustín, se convirtió ahora en una pieza de valor histórico.

“La foto estaba ahí, medio olvidada. Pero cuando Francisco murió y eligieron a Prevost, cobró otro sentido. Hoy emociona”, afirmó a este medio el padre Pablo Hernando Moreno, agustino español. “En ese entonces estaba en el norte argentino. Pero esa celebración fue muy especial. Era el día de San Agustín, la iglesia estaba llena. Y ahí estaban dos futuros papas. Es un testimonio histórico”, agregó el padre Juan Antonio Gil.

La parroquia San Agustín y el colegio son una sola comunidad con dos misiones complementarias: la educativa y la pastoral. Ambas instituciones han evolucionado juntas, alimentándose mutuamente de sus experiencias. La parroquia brinda apoyo espiritual a través de liturgias, catequesis, retiros; el colegio se encarga de formar a niños y jóvenes desde el ideario agustiniano. “Juntas, promueven un sentido de pertenencia y compromiso social, creando un entorno donde la educación y la espiritualidad se integran armónicamente”, expresó Condomí Alcorta.

La elección de un papa agustino fue, para muchos, motivo de celebración inmediata. Las familias expresaron orgullo. Grupos de alumnos se acercaron a la parroquia para participar de misas de acción de gracias. “Es un orgullo profundo. No cualquiera puede decir que el nuevo pontífice conoció su comunidad, pisó su iglesia y compartió misa con el mismísimo Francisco”, comentó una madre de alumnos del Colegio San Agustín.

Fray José Galvis Osa, párroco de San Agustín, explicó a este medio: “Nuestro hermano agustino, el Sumo Pontífice León XIV, lleva en su cruz pectoral reliquias de San Agustín, Santa Mónica, Santo Tomás de Villanueva y el Beato Anselmo Polanco. No es solo un signo de devoción, sino una expresión de identidad y misión. San Agustín y Santa Mónica nos recuerdan la fuerza de la búsqueda y la oración. Santo Tomás, el servicio a los pobres. Anselmo Polanco, el testimonio hasta el martirio”.

En su primer discurso, el Papa utilizó una metáfora profundamente enraizada en el ideario agustiniano: ser puentes. “En tiempos de fragmentación y desconfianza, él propone tender puentes entre generaciones, culturas, entre la Iglesia y el mundo. Lo hace desde una experiencia de comunión que busca vivir ‘un alma y un corazón dirigidos hacia Dios’”, expresó Galvis Osa. “Así entendido, ser pontífice no es un honor, sino una misión: unir lo que parece distanciado, sanar lo que está roto y abrir caminos donde muchos solo ven muros. Es vivir el Evangelio con brazos extendidos”.

Desde que se conoció la elección de León XIV como nuevo pontífice, el colegio y la parroquia San Agustín volvieron a convertirse en centro de peregrinación. Vecinos, exalumnos y fieles comenzaron a acercarse para agradecer y celebrar en comunidad. Las misas se multiplicaron, y el domingo 11 se espera la llegada de las reliquias de Carlo Acutis, en una jornada especial en la que todas las celebraciones dominicales —a las 10, 11.30, 19 y 20.30— estarán dedicadas a rendir homenaje. Como cierre, el 25 de mayo a las 11.30 se celebrará una misa solemne presidida por monseñor Alberto Bochatey.

En la Plaza de San Pedro, las campanas repicaron al unísono cuando la fumata blanca se elevó. Eran las 18 en El Vaticano, las 13 en la Argentina. El cónclave había elegido al nuevo papa: el norteamericano Robert Prevost, que adoptó el nombre de León XIV. Se convirtió así en el primer agustino en dirigir la Iglesia Católica.

A 11.142 kilómetros de distancia, en el barrio porteño de Recoleta, el colegio y la parroquia San Agustín, ubicados en Agüero 2320 y avda. Las Heras 2560, respectivamente, se convirtieron en una de las piezas clave para entender el significado profundo que tuvo esa elección para la comunidad agustiniana local. LA NACIÓN recorrió ambos establecimientos. “La elección de un papa de la Orden de San Agustín, quien se ha declarado ‘hijo de Agustín’, es un motivo de orgullo y esperanza. Su discurso refleja un profundo compromiso con la construcción de puentes, lo que resuena con nuestra misión de fomentar el diálogo y la unidad. Su ejemplo nos motiva a ser agentes de cambio en un mundo que necesita paz y entendimiento”, expresó a este medio Nicolás Condomí Alcorta, director general del colegio.

La identidad de este colegio se remonta a los valores y enseñanzas de San Agustín de Hipona, uno de los grandes pensadores del cristianismo, cuya vida y obra inspiran a la orden religiosa que lleva su nombre. El vínculo con la orden se formalizó en 1907, cuando frailes provenientes de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas —asentada entonces en España y luego en Asia— comenzaron a desarrollar actividades educativas y pastorales en Buenos Aires tras su llegada al país en 1900. El 12 de octubre de 1907 se bendijo la piedra fundamental del colegio, gracias a la donación de Mercedes Baudrix de Unzué en memoria de su esposo, Mariano Unzué. La apertura oficial tuvo lugar el 10 de diciembre de 1910.

Desde entonces, el colegio ha ofrecido una educación integral en tres niveles —inicial, primario y secundario— bajo un ideario agustiniano que promueve la formación personal, académica, social y religiosa de los alumnos.

Durante las décadas de 1940 a 1960, se realizaron importantes obras de ampliación, en respuesta a una creciente demanda. Un hito destacado en su recorrido fue la visita del entonces Prior General Robert Francis Prevost, que años más tarde sería elegido papa con el nombre de León XIV, fortaleciendo así el vínculo histórico con la comunidad agustiniana internacional. La celebración del centenario en 2007 marcó otro momento clave para reflexionar sobre el legado institucional.

A lo largo del tiempo, también se transformó la relación con el entorno. “La relación con el barrio fue cambiando. Al principio, era un colegio buscado por su excelencia académica. Luego empezamos a participar más activamente en lo social. Hoy, somos parte del entramado comunitario”, contó Condomí. Esa integración se tradujo en iniciativas de voluntariado, eventos culturales, proyectos sociales y actividades interreligiosas. “Reflejamos el ideario agustiniano de compromiso y solidaridad”, añadió.

Esa mirada integral se expresa también en su lema institucional: “Aprender a aprender para toda la vida. Una habilidad y actitud esencial para comprender, emprender e impactar en la realidad”.

“El Colegio San Agustín integra el carisma agustiniano en su vida educativa promoviendo una formación integral que abarca lo intelectual, emocional y espiritual. Estamos renovando nuestra oferta para alinearnos con los nuevos tiempos, enfocándonos en el bilingüismo, el desarrollo de competencias y la integración de nuevas tecnologías, incluidas herramientas de inteligencia artificial y aspectos de ecología. Buscamos más innovaciones en infraestructura y tecnologías que fomenten espacios de autorrealización personal y creatividad, creando un entorno inspirador para el aprendizaje”, explicó Condomí Alcorta.

La identidad agustiniana se hizo sentir con fuerza cuando se conoció la elección de León XIV. “La reacción de los alumnos, docentes y familias al enterarse de que fue elegido papa quien, años atrás, celebró misa en el colegio, fue de mucha alegría y efusividad. Todos compartieron un profundo sentido de pertenencia como hijos de San Agustín. Las familias expresaron su felicidad y el orgullo que representa formar parte de la Orden de San Agustín. Grados del colegio se reunieron para escuchar las palabras de su Santidad el Pontífice León XIV, asistiendo de manera presencial a la celebración de acción de gracias en la parroquia de San Agustín con la comunidad agustiniana, celebrando este momento tan significativo para nuestra comunidad educativa”, señaló Condomí Alcorta.

La misión del Colegio San Agustín no puede entenderse sin la parroquia. De hecho, ambas instituciones están unidas físicamente: en el fondo de la iglesia, una puerta conduce directamente al patio del colegio. Allí mismo, entre esas paredes, fue tomada hace veinte años una fotografía que hoy recorre el mundo. En la imagen se ve a Jorge Mario Bergoglio —entonces arzobispo de Buenos Aires y más tarde, el papa Francisco— celebrando misa junto a quien hoy es el nuevo pontífice León XIV. A su lado está el padre Cipriano, director del colegio en ese momento. La imagen, capturada el 28 de agosto de 2004, durante la festividad de San Agustín, se convirtió ahora en una pieza de valor histórico.

“La foto estaba ahí, medio olvidada. Pero cuando Francisco murió y eligieron a Prevost, cobró otro sentido. Hoy emociona”, afirmó a este medio el padre Pablo Hernando Moreno, agustino español. “En ese entonces estaba en el norte argentino. Pero esa celebración fue muy especial. Era el día de San Agustín, la iglesia estaba llena. Y ahí estaban dos futuros papas. Es un testimonio histórico”, agregó el padre Juan Antonio Gil.

La parroquia San Agustín y el colegio son una sola comunidad con dos misiones complementarias: la educativa y la pastoral. Ambas instituciones han evolucionado juntas, alimentándose mutuamente de sus experiencias. La parroquia brinda apoyo espiritual a través de liturgias, catequesis, retiros; el colegio se encarga de formar a niños y jóvenes desde el ideario agustiniano. “Juntas, promueven un sentido de pertenencia y compromiso social, creando un entorno donde la educación y la espiritualidad se integran armónicamente”, expresó Condomí Alcorta.

La elección de un papa agustino fue, para muchos, motivo de celebración inmediata. Las familias expresaron orgullo. Grupos de alumnos se acercaron a la parroquia para participar de misas de acción de gracias. “Es un orgullo profundo. No cualquiera puede decir que el nuevo pontífice conoció su comunidad, pisó su iglesia y compartió misa con el mismísimo Francisco”, comentó una madre de alumnos del Colegio San Agustín.

Fray José Galvis Osa, párroco de San Agustín, explicó a este medio: “Nuestro hermano agustino, el Sumo Pontífice León XIV, lleva en su cruz pectoral reliquias de San Agustín, Santa Mónica, Santo Tomás de Villanueva y el Beato Anselmo Polanco. No es solo un signo de devoción, sino una expresión de identidad y misión. San Agustín y Santa Mónica nos recuerdan la fuerza de la búsqueda y la oración. Santo Tomás, el servicio a los pobres. Anselmo Polanco, el testimonio hasta el martirio”.

En su primer discurso, el Papa utilizó una metáfora profundamente enraizada en el ideario agustiniano: ser puentes. “En tiempos de fragmentación y desconfianza, él propone tender puentes entre generaciones, culturas, entre la Iglesia y el mundo. Lo hace desde una experiencia de comunión que busca vivir ‘un alma y un corazón dirigidos hacia Dios’”, expresó Galvis Osa. “Así entendido, ser pontífice no es un honor, sino una misión: unir lo que parece distanciado, sanar lo que está roto y abrir caminos donde muchos solo ven muros. Es vivir el Evangelio con brazos extendidos”.

Desde que se conoció la elección de León XIV como nuevo pontífice, el colegio y la parroquia San Agustín volvieron a convertirse en centro de peregrinación. Vecinos, exalumnos y fieles comenzaron a acercarse para agradecer y celebrar en comunidad. Las misas se multiplicaron, y el domingo 11 se espera la llegada de las reliquias de Carlo Acutis, en una jornada especial en la que todas las celebraciones dominicales —a las 10, 11.30, 19 y 20.30— estarán dedicadas a rendir homenaje. Como cierre, el 25 de mayo a las 11.30 se celebrará una misa solemne presidida por monseñor Alberto Bochatey.

 

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