Le dijeron que era angina, pero el diagnóstico era grave: “Las palpitaciones y la falta de aire sucedían casi todos los días”

En abril de 2021 a Analía Rodríguez le habían diagnosticado coronavirus. Pese a que todavía no se había vacunado, transitó la enfermedad de una manera leve.

Sin embargo, a los pocos días comenzó a notar que tenía un ganglio inflamado. En el control médico le dijeron que se trataba de una secuela del Covid y le diagnosticaron angina. “Me medicaron para eso, pero, obviamente, nunca se desinflamó. Al principio, noté un ganglio, el de la garganta, pero con el paso de los meses me di cuenta que tenía dos más en el cuello”.

Luego de dos meses, cuenta Analía, los ganglios se hicieron cada vez más grandes por lo que volvió a sacar turno con otro médico clínico.

“Al principio, solo tenía tos. A veces, algunas noches y mañanas cuando me levantaba me daban arcadas ya que sentía la garganta muy tapada. También sentía molestias cuando movía el cuello para el lado izquierdo, pero no era dolor, solo molestia. Y bajé mucho de peso”.

Palpitaciones y falta de aire

“Cuando fui al médico por segunda vez me palpó el cuello y el abdomen en la parte del ombligo. Sentí un dolor leve en esa área y también empecé a sentir cansancio físico. Cuando me dijo que era para hacerme una tomografía y análisis de sangre, me preocupé, creí que podría ser algo más complejo, pero jamás me imaginé que sería cáncer”.

-No te dejes estar, tenés que hacerte los exámenes médicos –le dijo el doctor a Analía.

-Tengo una molestia en la garganta, en el cuello y en el abdomen. Estoy muy asustada y tengo la incertidumbre de saber qué es lo que tengo –le respondió al doctor.

Analía creía que el diagnóstico no iba a ser grave y en su imaginación pensaba que, tal vez, con un tratamiento menos invasivo o, incluso, con una operación se iba a solucionar.

Mientras tanto, los ganglios seguían creciendo, a medida que fueron apareciendo más síntomas.

“Las palpitaciones y la falta de aire sucedían casi todos los días. A veces, eran más leves y otras fueron tan punzantes que tenía que sentarme para poder respirar y no podía conciliar el sueño por miedo a ahogarme. También sentía mareos, pero no iba a la guardia porque pensaba que se me iba a pasar”.

Un diagnóstico que no se esperaba

A Analía le realizaron análisis de sangre y una tomografía. Como en los resultados, explica, los valores no salieron muy bien, los médicos decidieron hacerle una punción en uno de los ganglios del cuello.

“Nunca me dijeron qué podría llegar a ser, pero fue después de la tomografía que la médica me explicó que iban a realizar la punción para descartar cosas y que tenía que ver a una hematóloga. Eso es todo lo que me habían dicho. Yo tuve la sensación de que podría ser cáncer después de la primera punción, el 15 diciembre. Pero me lo confirmaron el 7 de enero del 2022. Si bien yo sospechaba, no esperaba que realmente fuera ese diagnóstico. Obviamente fue un shock, pero al ver a mi familia sentí que tenía que seguir para adelante y ser positiva”.

El diagnóstico fue Linfoma no Hodgkin. Lo primero que hizo al enterarse del diagnóstico fue abrazar a su esposo y a sus dos hijas para darles la tranquilidad de que todo iba a estar bien. Les dijo que si ellos estaban bien, ella también lo iba a estar.

“Por momentos tuve miedo, pero en el fondo sentía que iba a estar bien. Lo que recuerdo es que me mentalizaba mucho de que todo iba a pasar, siempre me mantuve positiva y sentía que eso se reflejaba en mi familia. Sentí que esa era la mejor forma de llevar esta situación. Sacaba fuerzas viendo a mis hijas, a mi marido, a mi mamá, a mis hermanos y a mis sobrinos. Cuando los veía sonreír, me daba fuerzas para seguir.

El tratamiento que le realizaron a Analía, “R-CHOP”, constó de seis ciclos de quimioterapia, en el Hospital Durand, cada 21 días. “La primera quimio fue muy complicada, fui hospitalizada porque no sabían cómo reaccionaría mi organismo. Al finalizar de manera exitosa, me dieron el alta después de dos días”.

La primera quimio fue el 30 de marzo de 2022 y la última finalizó el 13 de julio del mismo año. Luego, continuó con un mantenimiento cada dos meses, durante dos años. El último finalizó el 22 de noviembre del 2024.

“Hoy me encuentro bien, estoy haciendo los controles correspondientes cada tres meses. Me siento feliz, hago aquagym, ando en bici, hago ejercicio, ¡algo que nunca pensé que iba a hacer!. Disfruto todos los días y me levanto positiva, con ganas de seguir”.

¿Qué objetivos tenés?

Mi objetivo hoy es tener una vida sana, que toda mi familia tenga salud y seguir adelante juntos y felices. Mi prioridad siempre es la salud, pero también sueño con tener mi casa propia, que mis hijas logren lo que se propongan en la vida, que sean felices y seguir mi camino junto a la persona que amo.

Un mensaje para las personas que atraviesan una enfermedad

Les diría que tengan fe, que confíen en el proceso, que todo es paso a paso y más que nada que confíen en ellos mismos. Que no se rindan y que no duden en llamar a un familiar, amigo o alguien que les brinde seguridad y contención cuando lo necesitan. Que no se sientan solos porque siempre hay alguien. A veces son personas que incluso no conocías, como me pasó con la ayuda de la licenciada Mariana Godoy, psicóloga oncológica de Linfomas Argentina, a la cual le agradezco la contención que me brindó.

En abril de 2021 a Analía Rodríguez le habían diagnosticado coronavirus. Pese a que todavía no se había vacunado, transitó la enfermedad de una manera leve.

Sin embargo, a los pocos días comenzó a notar que tenía un ganglio inflamado. En el control médico le dijeron que se trataba de una secuela del Covid y le diagnosticaron angina. “Me medicaron para eso, pero, obviamente, nunca se desinflamó. Al principio, noté un ganglio, el de la garganta, pero con el paso de los meses me di cuenta que tenía dos más en el cuello”.

Luego de dos meses, cuenta Analía, los ganglios se hicieron cada vez más grandes por lo que volvió a sacar turno con otro médico clínico.

“Al principio, solo tenía tos. A veces, algunas noches y mañanas cuando me levantaba me daban arcadas ya que sentía la garganta muy tapada. También sentía molestias cuando movía el cuello para el lado izquierdo, pero no era dolor, solo molestia. Y bajé mucho de peso”.

Palpitaciones y falta de aire

“Cuando fui al médico por segunda vez me palpó el cuello y el abdomen en la parte del ombligo. Sentí un dolor leve en esa área y también empecé a sentir cansancio físico. Cuando me dijo que era para hacerme una tomografía y análisis de sangre, me preocupé, creí que podría ser algo más complejo, pero jamás me imaginé que sería cáncer”.

-No te dejes estar, tenés que hacerte los exámenes médicos –le dijo el doctor a Analía.

-Tengo una molestia en la garganta, en el cuello y en el abdomen. Estoy muy asustada y tengo la incertidumbre de saber qué es lo que tengo –le respondió al doctor.

Analía creía que el diagnóstico no iba a ser grave y en su imaginación pensaba que, tal vez, con un tratamiento menos invasivo o, incluso, con una operación se iba a solucionar.

Mientras tanto, los ganglios seguían creciendo, a medida que fueron apareciendo más síntomas.

“Las palpitaciones y la falta de aire sucedían casi todos los días. A veces, eran más leves y otras fueron tan punzantes que tenía que sentarme para poder respirar y no podía conciliar el sueño por miedo a ahogarme. También sentía mareos, pero no iba a la guardia porque pensaba que se me iba a pasar”.

Un diagnóstico que no se esperaba

A Analía le realizaron análisis de sangre y una tomografía. Como en los resultados, explica, los valores no salieron muy bien, los médicos decidieron hacerle una punción en uno de los ganglios del cuello.

“Nunca me dijeron qué podría llegar a ser, pero fue después de la tomografía que la médica me explicó que iban a realizar la punción para descartar cosas y que tenía que ver a una hematóloga. Eso es todo lo que me habían dicho. Yo tuve la sensación de que podría ser cáncer después de la primera punción, el 15 diciembre. Pero me lo confirmaron el 7 de enero del 2022. Si bien yo sospechaba, no esperaba que realmente fuera ese diagnóstico. Obviamente fue un shock, pero al ver a mi familia sentí que tenía que seguir para adelante y ser positiva”.

El diagnóstico fue Linfoma no Hodgkin. Lo primero que hizo al enterarse del diagnóstico fue abrazar a su esposo y a sus dos hijas para darles la tranquilidad de que todo iba a estar bien. Les dijo que si ellos estaban bien, ella también lo iba a estar.

“Por momentos tuve miedo, pero en el fondo sentía que iba a estar bien. Lo que recuerdo es que me mentalizaba mucho de que todo iba a pasar, siempre me mantuve positiva y sentía que eso se reflejaba en mi familia. Sentí que esa era la mejor forma de llevar esta situación. Sacaba fuerzas viendo a mis hijas, a mi marido, a mi mamá, a mis hermanos y a mis sobrinos. Cuando los veía sonreír, me daba fuerzas para seguir.

El tratamiento que le realizaron a Analía, “R-CHOP”, constó de seis ciclos de quimioterapia, en el Hospital Durand, cada 21 días. “La primera quimio fue muy complicada, fui hospitalizada porque no sabían cómo reaccionaría mi organismo. Al finalizar de manera exitosa, me dieron el alta después de dos días”.

La primera quimio fue el 30 de marzo de 2022 y la última finalizó el 13 de julio del mismo año. Luego, continuó con un mantenimiento cada dos meses, durante dos años. El último finalizó el 22 de noviembre del 2024.

“Hoy me encuentro bien, estoy haciendo los controles correspondientes cada tres meses. Me siento feliz, hago aquagym, ando en bici, hago ejercicio, ¡algo que nunca pensé que iba a hacer!. Disfruto todos los días y me levanto positiva, con ganas de seguir”.

¿Qué objetivos tenés?

Mi objetivo hoy es tener una vida sana, que toda mi familia tenga salud y seguir adelante juntos y felices. Mi prioridad siempre es la salud, pero también sueño con tener mi casa propia, que mis hijas logren lo que se propongan en la vida, que sean felices y seguir mi camino junto a la persona que amo.

Un mensaje para las personas que atraviesan una enfermedad

Les diría que tengan fe, que confíen en el proceso, que todo es paso a paso y más que nada que confíen en ellos mismos. Que no se rindan y que no duden en llamar a un familiar, amigo o alguien que les brinde seguridad y contención cuando lo necesitan. Que no se sientan solos porque siempre hay alguien. A veces son personas que incluso no conocías, como me pasó con la ayuda de la licenciada Mariana Godoy, psicóloga oncológica de Linfomas Argentina, a la cual le agradezco la contención que me brindó.

 

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