Vaya toda mi solidaridad, Javi. Así como estuve con vos en las buenas, me quedaré a tu lado en estas horas aciagas. Presi, gran jefe, líder, León, Mesías, tranqui: podés contar conmigo. Sostendré tu mano hasta que baje el agua y hagas pie. Las desgracias que empezaron cuando diste por terminado tu contrato sentimental con Yuyito, que siguieron con la llegada tarde al funeral del Papa y que se suceden una tras otra en una secuencia infernal no pueden durar 100 años, ni 100 días, ni hasta las elecciones porteñas del 18. Ya lo dijo Noé al timón del Arca: siempre que llovió, paró. Esto no se parece ni por asomo al Diluvio Universal. ¡Toda la fe! Glu glu glu glu…
Pelu, no te lo tomes así: sabés que amo las onomatopeyas. Fue un glu glu cero acuoso, lleno de humor, para levantarte el ánimo. A ver, regalame una sonrisa… OK, en otro momento.
Te invito a analizar las cosas en perspectiva. Que los guardias suizos –tipos tan afectados, por lo demás– te hayan cerrado las puertas de San Pedro en las narices no dejó de ser providencial: imaginate, vos paradito en primera fila, a metros del féretro del Papa, cuando acababas de homenajear a dos chabones, Benegas Lynch y Huerta de Soto, que detestaban al Papa. Cualquiera. Si elegiste premiar a ellos y demorar tu llegada a Roma es porque te hacía ruido esa contradicción. Bien ahí, Javi. Estás en todo. No te arrepientas ahora por el gesto descomedido de esos suizos que se disfrazan para ir a laburar. Igual con Yuyito: es una divina, pero quería casarse. No entendió nada.
Otro cimbronazo fue Guille Francos enfrentando en Diputados la investigación del caso $LIBRA. Tan serio, tan profesional, tener que vérselas con esas sanguijuelas, que para peor no erraban la estocada. Bien de casta: las cosas turbias sí las estudian. Guille hizo lo que pudo: se colgó del travesaño. Karina, anfitriona habitual de los sátrapas que impulsaban la movida y negociadora del contrato, hasta ahora no dijo esta boca es mía. Silenzio stampa de una estampa del silencio. Genia, hacele llegar mis respetos. Los de la comisión del Congreso deberían ser más comprensivos. Semejante escándalo porque te proponías hacer caja (para la campaña, obvio) como promotor de una flamante cripto, mecanismo mucho más transparente que el de los Cuadernos. Eran 100 palos verdes más porcentajes, ¿no? Perfecto. Estaba tu buen nombre y honor en juego.
Sobre llovido, mojado. Flor de bolonqui en el PAMI con las denuncias de corrupción por exceso de contrataciones directas, sin licitación, para compras de medicamentos e insumos. Cómo debés estar pariéndola con eso, porque denunciantes y denunciados responden a gente del palo: todos libertarios. Guerra interna en estos momentos, un bajón. De un lado, los que reportan a Caputín, y del otro, a los Menem. Vuelan las acusaciones, y tiendo a pensar como vos: que vayan 50 y 50 y ya está. Los problemas de guita se arreglan con guita.
Hablé de “guerra interna” y no sé si es la mejor caracterización. Vos, un hombre del mercado, lo llamarías “competencia”. Está bueno eso: no se matan, solo compiten. Típica puja de intereses, en la que unos disparan, “che, dejen de afanar”, y los otros responden: “robamos para la corona”.
A todas estas pálidas se les suman el descenso en las encuestas, la caída del consumo –10% en febrero y 5,5% en marzo– y los nuevos desplazamientos de funcionarios: esta vez le picaron el boleto al secretario de Transporte. Desde que asumiste ya son más de 150 altos cargos de patitas en la calle, a razón de uno cada tres días. ¿Y si lo ponés en términos del mercado, otra vez? No es que se van por ser inútiles, vagos o ladrones: aparecen mejores ofertas, gente más calificada. Digo, para no ganarte títulos incómodos en los medios: “Siguen los rajes”. Hay que revertir eso. Conseguir que pongan: “Nuevas incorporaciones embellecen el gabinete”.
Porque a vos te preocupan los títulos, qué duda cabe. Te preocupa todo lo que produce mi gremio (salvo la parte de mi gremio que arregla con Caputín). Y así, sacado como estás por las penurias de la hora, se te nota mucho. Demasiado, a mi gusto. Lo digo con la mano en el cuore, campeón: como que a veces, ocasionalmente, de tanto en tanto, perdés la línea, el tono, el decoro, el pulso, la paciencia, el control… Esa mansedumbre tan tuya. “La gente no odia lo suficiente a los periodistas”, tiraste esta semana. Ves, ese puede ser un registro adecuado. Lo dijiste con onda. A ver si te sale otro pasito en esa dirección. “Argentinos, a odiar más. Imbuido del espíritu con que volví de las exequias de Francisco, los animo a sentir asco por los cagatintas, ensobrados, empautados, mentirosos y fabuladores. En esta primera entrega les paso algunos nombres, por si quieren manifestarles personalmente ese sentimiento: Carlos Pagni, Joaquín Morales Solá, Jorge Fernández Díaz, Florencia Donovan. En la segunda entrega irán las direcciones de sus casas”.
¡Epa! Son todos de LA NACION. Cuánto para agradecerte, Pelu. No estoy en la lista. Y gracias a esta carta cariñosa nunca jamás lo estaré.
Vaya toda mi solidaridad, Javi. Así como estuve con vos en las buenas, me quedaré a tu lado en estas horas aciagas. Presi, gran jefe, líder, León, Mesías, tranqui: podés contar conmigo. Sostendré tu mano hasta que baje el agua y hagas pie. Las desgracias que empezaron cuando diste por terminado tu contrato sentimental con Yuyito, que siguieron con la llegada tarde al funeral del Papa y que se suceden una tras otra en una secuencia infernal no pueden durar 100 años, ni 100 días, ni hasta las elecciones porteñas del 18. Ya lo dijo Noé al timón del Arca: siempre que llovió, paró. Esto no se parece ni por asomo al Diluvio Universal. ¡Toda la fe! Glu glu glu glu…
Pelu, no te lo tomes así: sabés que amo las onomatopeyas. Fue un glu glu cero acuoso, lleno de humor, para levantarte el ánimo. A ver, regalame una sonrisa… OK, en otro momento.
Te invito a analizar las cosas en perspectiva. Que los guardias suizos –tipos tan afectados, por lo demás– te hayan cerrado las puertas de San Pedro en las narices no dejó de ser providencial: imaginate, vos paradito en primera fila, a metros del féretro del Papa, cuando acababas de homenajear a dos chabones, Benegas Lynch y Huerta de Soto, que detestaban al Papa. Cualquiera. Si elegiste premiar a ellos y demorar tu llegada a Roma es porque te hacía ruido esa contradicción. Bien ahí, Javi. Estás en todo. No te arrepientas ahora por el gesto descomedido de esos suizos que se disfrazan para ir a laburar. Igual con Yuyito: es una divina, pero quería casarse. No entendió nada.
Otro cimbronazo fue Guille Francos enfrentando en Diputados la investigación del caso $LIBRA. Tan serio, tan profesional, tener que vérselas con esas sanguijuelas, que para peor no erraban la estocada. Bien de casta: las cosas turbias sí las estudian. Guille hizo lo que pudo: se colgó del travesaño. Karina, anfitriona habitual de los sátrapas que impulsaban la movida y negociadora del contrato, hasta ahora no dijo esta boca es mía. Silenzio stampa de una estampa del silencio. Genia, hacele llegar mis respetos. Los de la comisión del Congreso deberían ser más comprensivos. Semejante escándalo porque te proponías hacer caja (para la campaña, obvio) como promotor de una flamante cripto, mecanismo mucho más transparente que el de los Cuadernos. Eran 100 palos verdes más porcentajes, ¿no? Perfecto. Estaba tu buen nombre y honor en juego.
Sobre llovido, mojado. Flor de bolonqui en el PAMI con las denuncias de corrupción por exceso de contrataciones directas, sin licitación, para compras de medicamentos e insumos. Cómo debés estar pariéndola con eso, porque denunciantes y denunciados responden a gente del palo: todos libertarios. Guerra interna en estos momentos, un bajón. De un lado, los que reportan a Caputín, y del otro, a los Menem. Vuelan las acusaciones, y tiendo a pensar como vos: que vayan 50 y 50 y ya está. Los problemas de guita se arreglan con guita.
Hablé de “guerra interna” y no sé si es la mejor caracterización. Vos, un hombre del mercado, lo llamarías “competencia”. Está bueno eso: no se matan, solo compiten. Típica puja de intereses, en la que unos disparan, “che, dejen de afanar”, y los otros responden: “robamos para la corona”.
A todas estas pálidas se les suman el descenso en las encuestas, la caída del consumo –10% en febrero y 5,5% en marzo– y los nuevos desplazamientos de funcionarios: esta vez le picaron el boleto al secretario de Transporte. Desde que asumiste ya son más de 150 altos cargos de patitas en la calle, a razón de uno cada tres días. ¿Y si lo ponés en términos del mercado, otra vez? No es que se van por ser inútiles, vagos o ladrones: aparecen mejores ofertas, gente más calificada. Digo, para no ganarte títulos incómodos en los medios: “Siguen los rajes”. Hay que revertir eso. Conseguir que pongan: “Nuevas incorporaciones embellecen el gabinete”.
Porque a vos te preocupan los títulos, qué duda cabe. Te preocupa todo lo que produce mi gremio (salvo la parte de mi gremio que arregla con Caputín). Y así, sacado como estás por las penurias de la hora, se te nota mucho. Demasiado, a mi gusto. Lo digo con la mano en el cuore, campeón: como que a veces, ocasionalmente, de tanto en tanto, perdés la línea, el tono, el decoro, el pulso, la paciencia, el control… Esa mansedumbre tan tuya. “La gente no odia lo suficiente a los periodistas”, tiraste esta semana. Ves, ese puede ser un registro adecuado. Lo dijiste con onda. A ver si te sale otro pasito en esa dirección. “Argentinos, a odiar más. Imbuido del espíritu con que volví de las exequias de Francisco, los animo a sentir asco por los cagatintas, ensobrados, empautados, mentirosos y fabuladores. En esta primera entrega les paso algunos nombres, por si quieren manifestarles personalmente ese sentimiento: Carlos Pagni, Joaquín Morales Solá, Jorge Fernández Díaz, Florencia Donovan. En la segunda entrega irán las direcciones de sus casas”.
¡Epa! Son todos de LA NACION. Cuánto para agradecerte, Pelu. No estoy en la lista. Y gracias a esta carta cariñosa nunca jamás lo estaré.