Un dirigente con un fajo de dólares legitima el imaginario popular, lo potencia. Una imagen tan fuerte primero tiende a confirmar la sospecha de que el objetivo de manejar un club es estar cerca de los negocios. Flaco favor les hizo Marcelo Moretti a aquellos que se involucran simplemente por amor a los colores. Recién después de esa sensación inicial, hay tiempo para tratar de entender. Y encima, por ahora, Moretti no pudo explicar qué sucedió.
La cámara oculta que reveló Canal 9 en la semana apuntó al pago de una presunta coima al presidente de San Lorenzo por parte de la señora que figuraba en el video. La contraprestación habría sido lograr que el hijo de la señora fichara en las divisiones juveniles del club. Siempre corrieron versiones de posibles acomodos en las inferiores, aunque más por relaciones (“el hijo de”, “el amigo”, “el que viene con un contacto fuerte”) que por dinero. San Lorenzo, sin embargo, acostumbró en los últimos tiempos a hechos infrecuentes en el fútbol. Un ejemplo: ya con Moretti en el cargo, en un receso fueron incorporados más jugadores para la reserva que para la primera. Uno de ellos, Maximiliano Zelaya, tenía 27 años, una edad avanzada para reserva. Su papá habría intervenido antes en incorporaciones de jugadores, entre ellos nada menos que Johan Romaña. Ahora Zelaya suele ir al banco de primera pero no entra nunca. Es extraño: San Lorenzo tiene tan poco recambio que, en el último partido contra Riestra, Miguel Russo hizo una sola variante. La camiseta no puede ser una vidriera.
Esta comisión directiva y su presidente en particular ya venían reprobados. La lista de hechos cuestionables incluye promesas incumplidas, peleas con referentes históricos (Ruben Insua y Néstor Ortigoza, que traccionó votos como la cara visible del fútbol y por otras acusaciones luego fue separado del cargo), hasta un comprobante trucho en la compra del pase de Matías Reali. Todos los que rodearon a Moretti lo acusan de lo mismo: de mentirles. Es uno de los tantos ejemplos de comisiones que se arman para ganar elecciones y no para gobernar. El vice primero Néstor Navarro, quien asumirá durante la licencia del presidente (sobran los que proponen pedirle y hasta exigirle la renuncia), tiene residencia establecida en Uruguay.
La política nacional está atravesada en esta institución y mezclada en esta historia. San Lorenzo fue uno de los principales clubes a los que apuntaron empresarios cercanos a Javier Milei en su afán privatizador. Alejandro Tamer, vocal con aspiraciones, tiene un cargo en el Gobierno designado por el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger. Se sabe que la persona que acompañaba a Moretti en el video era Francisco Sánchez Gamino, un funcionario (aunque menor) de la Jefatura de Gabinete, desplazado en la semana. Y que la mujer que le dio el dinero a Moretti es María José Scottini. Aunque este caso merece un párrafo aparte.
Scottini trabajó muy cerca de Marcelo Balcedo, dirigente sindical detenido en Uruguay, y fue funcionaria durante la gestión de Pablo Bruera como intendente de La Plata. Bruera, a su vez, es el padre de Facundo, un futbolista que hace pocos meses llegó a San Lorenzo y se fue enseguida a Barracas Central, el club del presidente de la AFA. No falta quien afirma que Bruera padre quedó disgustado con Moretti porque él había pagado el pase de su hijo para que jugara en San Lorenzo. ¿El enojo tiene que ver con la cámara oculta? Acá se aburre el que quiere.
Luego del revuelo del video, Scottini fue la mejor defensora de Moretti: aseguró que el presidente de San Lorenzo había dicho la verdad al explicar que el dinero cobrado fue en concepto de donación. Sucede que en la autodenuncia que Moretti realizó en la Justicia, no hay ni una mención a la posible donación. Sí se lee lo siguiente: “Quienes participaron de la reunión saben perfectamente cuál había sido el pretexto con el que se realizó. Se me pidió que intermedie en una transacción para luego desnaturalizarla, chantajearme y presionarme”. Comienzan las preguntas. ¿De qué transacción hablaron? Si lo extorsionaron durante todo este tiempo, ¿por qué esperó que saliera la cámara oculta para contarlo?
En su autodenuncia, Moretti también asegura: “La veracidad de lo que aquí vuelco la podrá corroborar el fiscal cuando, al ser citado, presente la versión completa y no editada de esos videos. Cuento con ellos porque cuando se me quiso extorsionar, me los hicieron llegar”. Siguen los interrogantes. La mejor defensa que consiguió Moretti, quedó dicho, fue la declaración de Scottini. Pero quien había ocultado la cámara en la reunión fue la persona que entró con Scottini. Si ellos guardaron el video, ¿ellos fueron quienes lo extorsionaron? Si le donaron dinero, ¿con qué pudieron haberlo extorsionado? ¿Cuál era la culpa de Moretti al haber aceptado supuestamente un dinero para arreglar las instalaciones del club? ¿Quién les cree?
Hay más preguntas, relacionadas a dónde está el dinero y si entró en San Lorenzo. Si nos guiamos por los libros contables del club, durante el año entero ingresaron 11 millones de pesos en concepto de donaciones. Moretti había recibido 25 mil dólares. Por lo menos, faltaría la mitad.
Un dirigente con un fajo de dólares legitima el imaginario popular, lo potencia. Una imagen tan fuerte primero tiende a confirmar la sospecha de que el objetivo de manejar un club es estar cerca de los negocios. Flaco favor les hizo Marcelo Moretti a aquellos que se involucran simplemente por amor a los colores. Recién después de esa sensación inicial, hay tiempo para tratar de entender. Y encima, por ahora, Moretti no pudo explicar qué sucedió.
La cámara oculta que reveló Canal 9 en la semana apuntó al pago de una presunta coima al presidente de San Lorenzo por parte de la señora que figuraba en el video. La contraprestación habría sido lograr que el hijo de la señora fichara en las divisiones juveniles del club. Siempre corrieron versiones de posibles acomodos en las inferiores, aunque más por relaciones (“el hijo de”, “el amigo”, “el que viene con un contacto fuerte”) que por dinero. San Lorenzo, sin embargo, acostumbró en los últimos tiempos a hechos infrecuentes en el fútbol. Un ejemplo: ya con Moretti en el cargo, en un receso fueron incorporados más jugadores para la reserva que para la primera. Uno de ellos, Maximiliano Zelaya, tenía 27 años, una edad avanzada para reserva. Su papá habría intervenido antes en incorporaciones de jugadores, entre ellos nada menos que Johan Romaña. Ahora Zelaya suele ir al banco de primera pero no entra nunca. Es extraño: San Lorenzo tiene tan poco recambio que, en el último partido contra Riestra, Miguel Russo hizo una sola variante. La camiseta no puede ser una vidriera.
Esta comisión directiva y su presidente en particular ya venían reprobados. La lista de hechos cuestionables incluye promesas incumplidas, peleas con referentes históricos (Ruben Insua y Néstor Ortigoza, que traccionó votos como la cara visible del fútbol y por otras acusaciones luego fue separado del cargo), hasta un comprobante trucho en la compra del pase de Matías Reali. Todos los que rodearon a Moretti lo acusan de lo mismo: de mentirles. Es uno de los tantos ejemplos de comisiones que se arman para ganar elecciones y no para gobernar. El vice primero Néstor Navarro, quien asumirá durante la licencia del presidente (sobran los que proponen pedirle y hasta exigirle la renuncia), tiene residencia establecida en Uruguay.
La política nacional está atravesada en esta institución y mezclada en esta historia. San Lorenzo fue uno de los principales clubes a los que apuntaron empresarios cercanos a Javier Milei en su afán privatizador. Alejandro Tamer, vocal con aspiraciones, tiene un cargo en el Gobierno designado por el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger. Se sabe que la persona que acompañaba a Moretti en el video era Francisco Sánchez Gamino, un funcionario (aunque menor) de la Jefatura de Gabinete, desplazado en la semana. Y que la mujer que le dio el dinero a Moretti es María José Scottini. Aunque este caso merece un párrafo aparte.
Scottini trabajó muy cerca de Marcelo Balcedo, dirigente sindical detenido en Uruguay, y fue funcionaria durante la gestión de Pablo Bruera como intendente de La Plata. Bruera, a su vez, es el padre de Facundo, un futbolista que hace pocos meses llegó a San Lorenzo y se fue enseguida a Barracas Central, el club del presidente de la AFA. No falta quien afirma que Bruera padre quedó disgustado con Moretti porque él había pagado el pase de su hijo para que jugara en San Lorenzo. ¿El enojo tiene que ver con la cámara oculta? Acá se aburre el que quiere.
Luego del revuelo del video, Scottini fue la mejor defensora de Moretti: aseguró que el presidente de San Lorenzo había dicho la verdad al explicar que el dinero cobrado fue en concepto de donación. Sucede que en la autodenuncia que Moretti realizó en la Justicia, no hay ni una mención a la posible donación. Sí se lee lo siguiente: “Quienes participaron de la reunión saben perfectamente cuál había sido el pretexto con el que se realizó. Se me pidió que intermedie en una transacción para luego desnaturalizarla, chantajearme y presionarme”. Comienzan las preguntas. ¿De qué transacción hablaron? Si lo extorsionaron durante todo este tiempo, ¿por qué esperó que saliera la cámara oculta para contarlo?
En su autodenuncia, Moretti también asegura: “La veracidad de lo que aquí vuelco la podrá corroborar el fiscal cuando, al ser citado, presente la versión completa y no editada de esos videos. Cuento con ellos porque cuando se me quiso extorsionar, me los hicieron llegar”. Siguen los interrogantes. La mejor defensa que consiguió Moretti, quedó dicho, fue la declaración de Scottini. Pero quien había ocultado la cámara en la reunión fue la persona que entró con Scottini. Si ellos guardaron el video, ¿ellos fueron quienes lo extorsionaron? Si le donaron dinero, ¿con qué pudieron haberlo extorsionado? ¿Cuál era la culpa de Moretti al haber aceptado supuestamente un dinero para arreglar las instalaciones del club? ¿Quién les cree?
Hay más preguntas, relacionadas a dónde está el dinero y si entró en San Lorenzo. Si nos guiamos por los libros contables del club, durante el año entero ingresaron 11 millones de pesos en concepto de donaciones. Moretti había recibido 25 mil dólares. Por lo menos, faltaría la mitad.