Entre presiones, dudas y suspicacias, Meloni se reúne con Trump para buscar la “paz comercial”

ROMA.- Giorgia Meloni será recibida este jueves por su “amigo” Donald Trump en la Casa Blanca, en una reunión bilateral llena de expectativas y repleta de desafíos, con resultados difíciles de predecir y que incluso podría convertirse en un búmeran para la primera ministra, a nivel nacional y europeo.

¿Logrará Meloni, quien siempre tuvo afinidad ideológica con el presidente norteamericano, única invitada europea a su ceremonia de asunción, lograr algún cambio de posición del mandatario republicano, que desde que asumió trastocó la geopolítica global no solo intentando detener la guerra de Ucrania, humillando a su presidente, Volodimir Zelensky, sino alimentando una guerra comercial con aranceles a medio mundo, ahora en suspenso para el bloque europeo?

“No siento ninguna presión, como podrán imaginar”, bromeó la premier, de 48 años, líder del gobierno más a la derecha jamás habido en Italia desde la época de Benito Mussolini, en una ceremonia de entrega de premios. “Hemos superado obstáculos mucho peores”, añadió Meloni, quien sin embargo admitió que “estamos en un momento difícil, así que trataremos de hacer lo mejor posible”.

Este será el tercer encuentro de Meloni con Trump. La primera ministra, en efecto, a principios de enero, antes de la asunción del magnate, imprevistamente viajó a su residencia de Mar-a-Lago para presionar para la liberación de la periodista Cecilia Sala, detenida en Irán, que el país de los ayatollahs quería canjear con un ingeniero iraní arrestado en Milán por pedido de Estados Unidos.

Aunque Trump definió a Meloni “una mujer maravillosa” y una gran líder, el encuentro tiene lugar en un momento álgido. La primera ministra intenta hacer un difícil equilibrismo entre su postura complaciente hacia su tradicional aliado norteamericano -ahora híperproteccionista- y su voluntad de proteger los intereses de su país, en un virtual “Italia primero”. Por otro lado, debe lidiar con su pertenencia a la Unión Europea, el bloque de los 27 hasta hace algunos años criticado por ella y ahora vilipendiado por el magnate.

Si bien Meloni en los últimos días de preparación a su viaje a la Casa Blanca conversó con la presidenta de la comisión europea, Ursula von der Leyen, todo el mundo sabe que la primera ministra no tiene mandato para negociar en nombre del bloque con Trump. De hecho, representantes de la UE fueron recibidos en los últimos días por funcionarios norteamericanos para poner las bases de futuras discusiones.

No obstante, Meloni apuntará, como siempre quiso, a convertirse en una interlocutora privilegiada de la UE con el disruptivo mandatario estadounidense. De hecho, si bien técnicamente se tratará de una reunión bilateral Italia-Estados Unidos, fuentes italianas aseguran que Bruselas podría aprovechar el cara a cara para acercar a la alemana Von der Leyen al mandatario, para que se de, luego, una necesaria, según Meloni, cumbre entre Estados Unidos y la UE.

“Meloni parte hacia Washington con una doble desventaja: el hecho de representar a un país mucho más pequeño que Estados Unidos (en términos económicos y diplomáticos) y el de ser parte integrante de la UE, hoy vista por Trump como un rival hostil”, analizó el economista Pietro Reichlin en el diario La Stampa.

Más allá del tema aranceles, suspendidos la semana pasada por 90 días -que Meloni definió sin cargar demasiado las tintas como “una decisión equivocada” de Trump-, otros temas que estarán sobre la mesa son los gastos en defensa -que Trump quiere que suban al 5% del PBI-, una mayor compra de gas licuado a Estados Unidos de parte de Italia, las relaciones industriales, el eje anti-China, el Indo-pacífico, Medio Oriente y Ucrania. En este punto, Italia seguirá la línea de la UE de apoyo irrestricto a Kiev, más allá de las últimas declaraciones de Trump, que culpó a Zelensky y a su antecesor, Joe Biden, por una guerra donde hay claramente un agresor (Rusia) y un agredido (Ucrania).

Según el canciller italiano, Antonio Tajani, el objetivo de la misión a Washington es “la paz comercial”. La amenaza de los aranceles podría llegar a ser catastrófico a nivel económico para Italia, sobre todo para el sector agroalimentario (vinos “made in Italy”), pero también para la industria automotriz, farmacéutica y de la moda.

En vísperas de un cara a cara complicado, la empatía que Trump podrá tener con Meloni será crucial. “Las relaciones personales cuentan y son fundamentales”, señaló Giovanbattista Fazzolari, subsecretario de su gobierno y uno de las manos derechas de la premier, que subrayó que la líder de Hermanos de Italia “puede hablar de modo claro y sincero” con Trump.

Escepticismo

La oposición de centroizquierda, que siempre criticó a Meloni por su posición pro-Trump pese a los daños implícitos de sus políticas, no ocultó su escepticismo en cuanto a la delicada misión a Washington.

“El tema no es que vaya, sino cómo vuelve. No hay que olvidarse que nuestra premier fue la única europea que en el día de la asunción estuvo aplaudiendo a Trump mientras anunciaba lo que después hizo, es decir, un daño a Italia y a la UE. Hasta ahora sólo le dio la razón a Trump, incluso cuando definió a los europeos, es decir, también a nosotros, de parásitos”, denunció Giuseppe Provenzano, responsable de relaciones exteriores del Partido Democrático, en una entrevista con La Repubblica.

Provenzano advirtió que es totalmente irreal pensar que Meloni pueda llegar a negociar algo a nivel bilateral para Italia, algo que sería considerado ilegal por la UE y que es lo que querría en verdad Trump, en lo que sería “una trampa para debilitar a Europa”. “Sólo una respuesta compacta de los 27 [miembros de la UE] puede ser eficaz”, indicó.

Meloni no será la primera líder de la UE que viaja a la Casa Blanca: ya estuvieron el Salón Oval el presidente francés, Emmanuel Macron, el líder británico, Keir Starmer, y el primer ministro irlandés, Micheál Martin. Todos intentaron de una forma u otra acercar posiciones con el bloque. Y Meloni, que es, además, amiga de Elon Musk, sueña con ser una facilitadora dentro de ese mismo objetivo.

“Cualquier acercamiento a Estados Unidos es bienvenido”, dijo el lunes Arianna Podesta, vocera adjunta de la Comisión Europea, al hablar sobre el viaje de Meloni a Washington, añadiendo posteriormente que este estuvo “estrechamente coordinado”.

No obstante, la visita de Meloni causó resquemores. El ministro de Industria francés, Marc Ferracci, dijo en una radio ​​francesa que existía el riesgo de que la visita pudiera romper la unidad del continente. “Este es el momento de la verdad para nuestra primera ministra”, aseguró el exministro Carlo Calenda, del partido de oposición centrista Acción, que resumió la disyuntiva: “Veremos si es una líder que mantiene unido al frente europeo o si cederá a los halagos del presidente estadounidense”.

ROMA.- Giorgia Meloni será recibida este jueves por su “amigo” Donald Trump en la Casa Blanca, en una reunión bilateral llena de expectativas y repleta de desafíos, con resultados difíciles de predecir y que incluso podría convertirse en un búmeran para la primera ministra, a nivel nacional y europeo.

¿Logrará Meloni, quien siempre tuvo afinidad ideológica con el presidente norteamericano, única invitada europea a su ceremonia de asunción, lograr algún cambio de posición del mandatario republicano, que desde que asumió trastocó la geopolítica global no solo intentando detener la guerra de Ucrania, humillando a su presidente, Volodimir Zelensky, sino alimentando una guerra comercial con aranceles a medio mundo, ahora en suspenso para el bloque europeo?

“No siento ninguna presión, como podrán imaginar”, bromeó la premier, de 48 años, líder del gobierno más a la derecha jamás habido en Italia desde la época de Benito Mussolini, en una ceremonia de entrega de premios. “Hemos superado obstáculos mucho peores”, añadió Meloni, quien sin embargo admitió que “estamos en un momento difícil, así que trataremos de hacer lo mejor posible”.

Este será el tercer encuentro de Meloni con Trump. La primera ministra, en efecto, a principios de enero, antes de la asunción del magnate, imprevistamente viajó a su residencia de Mar-a-Lago para presionar para la liberación de la periodista Cecilia Sala, detenida en Irán, que el país de los ayatollahs quería canjear con un ingeniero iraní arrestado en Milán por pedido de Estados Unidos.

Aunque Trump definió a Meloni “una mujer maravillosa” y una gran líder, el encuentro tiene lugar en un momento álgido. La primera ministra intenta hacer un difícil equilibrismo entre su postura complaciente hacia su tradicional aliado norteamericano -ahora híperproteccionista- y su voluntad de proteger los intereses de su país, en un virtual “Italia primero”. Por otro lado, debe lidiar con su pertenencia a la Unión Europea, el bloque de los 27 hasta hace algunos años criticado por ella y ahora vilipendiado por el magnate.

Si bien Meloni en los últimos días de preparación a su viaje a la Casa Blanca conversó con la presidenta de la comisión europea, Ursula von der Leyen, todo el mundo sabe que la primera ministra no tiene mandato para negociar en nombre del bloque con Trump. De hecho, representantes de la UE fueron recibidos en los últimos días por funcionarios norteamericanos para poner las bases de futuras discusiones.

No obstante, Meloni apuntará, como siempre quiso, a convertirse en una interlocutora privilegiada de la UE con el disruptivo mandatario estadounidense. De hecho, si bien técnicamente se tratará de una reunión bilateral Italia-Estados Unidos, fuentes italianas aseguran que Bruselas podría aprovechar el cara a cara para acercar a la alemana Von der Leyen al mandatario, para que se de, luego, una necesaria, según Meloni, cumbre entre Estados Unidos y la UE.

“Meloni parte hacia Washington con una doble desventaja: el hecho de representar a un país mucho más pequeño que Estados Unidos (en términos económicos y diplomáticos) y el de ser parte integrante de la UE, hoy vista por Trump como un rival hostil”, analizó el economista Pietro Reichlin en el diario La Stampa.

Más allá del tema aranceles, suspendidos la semana pasada por 90 días -que Meloni definió sin cargar demasiado las tintas como “una decisión equivocada” de Trump-, otros temas que estarán sobre la mesa son los gastos en defensa -que Trump quiere que suban al 5% del PBI-, una mayor compra de gas licuado a Estados Unidos de parte de Italia, las relaciones industriales, el eje anti-China, el Indo-pacífico, Medio Oriente y Ucrania. En este punto, Italia seguirá la línea de la UE de apoyo irrestricto a Kiev, más allá de las últimas declaraciones de Trump, que culpó a Zelensky y a su antecesor, Joe Biden, por una guerra donde hay claramente un agresor (Rusia) y un agredido (Ucrania).

Según el canciller italiano, Antonio Tajani, el objetivo de la misión a Washington es “la paz comercial”. La amenaza de los aranceles podría llegar a ser catastrófico a nivel económico para Italia, sobre todo para el sector agroalimentario (vinos “made in Italy”), pero también para la industria automotriz, farmacéutica y de la moda.

En vísperas de un cara a cara complicado, la empatía que Trump podrá tener con Meloni será crucial. “Las relaciones personales cuentan y son fundamentales”, señaló Giovanbattista Fazzolari, subsecretario de su gobierno y uno de las manos derechas de la premier, que subrayó que la líder de Hermanos de Italia “puede hablar de modo claro y sincero” con Trump.

Escepticismo

La oposición de centroizquierda, que siempre criticó a Meloni por su posición pro-Trump pese a los daños implícitos de sus políticas, no ocultó su escepticismo en cuanto a la delicada misión a Washington.

“El tema no es que vaya, sino cómo vuelve. No hay que olvidarse que nuestra premier fue la única europea que en el día de la asunción estuvo aplaudiendo a Trump mientras anunciaba lo que después hizo, es decir, un daño a Italia y a la UE. Hasta ahora sólo le dio la razón a Trump, incluso cuando definió a los europeos, es decir, también a nosotros, de parásitos”, denunció Giuseppe Provenzano, responsable de relaciones exteriores del Partido Democrático, en una entrevista con La Repubblica.

Provenzano advirtió que es totalmente irreal pensar que Meloni pueda llegar a negociar algo a nivel bilateral para Italia, algo que sería considerado ilegal por la UE y que es lo que querría en verdad Trump, en lo que sería “una trampa para debilitar a Europa”. “Sólo una respuesta compacta de los 27 [miembros de la UE] puede ser eficaz”, indicó.

Meloni no será la primera líder de la UE que viaja a la Casa Blanca: ya estuvieron el Salón Oval el presidente francés, Emmanuel Macron, el líder británico, Keir Starmer, y el primer ministro irlandés, Micheál Martin. Todos intentaron de una forma u otra acercar posiciones con el bloque. Y Meloni, que es, además, amiga de Elon Musk, sueña con ser una facilitadora dentro de ese mismo objetivo.

“Cualquier acercamiento a Estados Unidos es bienvenido”, dijo el lunes Arianna Podesta, vocera adjunta de la Comisión Europea, al hablar sobre el viaje de Meloni a Washington, añadiendo posteriormente que este estuvo “estrechamente coordinado”.

No obstante, la visita de Meloni causó resquemores. El ministro de Industria francés, Marc Ferracci, dijo en una radio ​​francesa que existía el riesgo de que la visita pudiera romper la unidad del continente. “Este es el momento de la verdad para nuestra primera ministra”, aseguró el exministro Carlo Calenda, del partido de oposición centrista Acción, que resumió la disyuntiva: “Veremos si es una líder que mantiene unido al frente europeo o si cederá a los halagos del presidente estadounidense”.

 

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