Pupy ya estaba en su habitáculo y la puerta de esa caja de hierro, cerrada. Hubo abrazos, felicidad y muchos nervios. A la elefanta se la percibía tranquila. Fue entrenada durante años para este momento histórico. Todo lo que conoció hasta ahora es el recinto que rodea al Templo de Vesta, la construcción que la alojó siempre en el hoy ecoparque porteño, en el barrio de Palermo. Un templo bello y único, que pertenece a un pasado, un pasado en el que los zoológicos eran lugares de entretenimiento para los humanos. Poco importaban las necesidades de los animales.
Con Pupy se cierra un ciclo. Es la última elefanta del ecoparque, la última que vivirá en cautiverio en ese pequeño recinto que vio morir a catorce de estos magníficos animales a lo largo de los años. Su traslado al santuario Global Sanctuary for Elephants, situado en el Mato Grosso, Brasil, es complejo. Cada persona involucrada cumple con un rol importantísimo durante el viaje. Algunos lloraban, de emoción, también con sentimientos encontrados. Y le repetían: “Cuánto te vamos a extrañar, gorda!” Así la llaman con cariño quienes la cuidaron y la prepararon para este momento. “Sé feliz, Pupy”, agregaban.
Mientras tanto, Scott Blaise, director del Global Sanctuary for Elephants, ajustaba todos los detalles de la caja al tiempo que una grúa se iba acercando para mover el habitáculo hacia atrás y permitir así el cierre de las segundas puertas (la caja cuenta con dos cerramientos). Una vez listo ese procedimiento, la grúa subió las diez toneladas al camión que llevará a Pupy durante los casi 4000 kilómetros que la separan de la libertad.
Con ella viajan sus entrenadores; el director del ecoparque, Ramiro Reyno; Tom Sciola de la Fundación Franz Weber y un representante del gobierno de la ciudad.
Una vez colocada la caja de Pupy sobre el vehículo, que también lleva agua para poder mojarla cuando se necesite, fruta y fardos para alimentarla durante todo el viaje, empezó la cuenta regresiva hasta la salida del predio de Palermo.
Sus entrenadores le hablaron suavemente junto al habitáculo, le explicaron lo que estaba por suceder y la alentaron a no tener miedo. Blaise, emocionado, dijo a LA NACION: “Ellos nos enseñan tanto. La otra vez ella todavía no estaba lista y lo mostró”. Se refería al intento de trasladarla a fines de febrero, cuando la elefanta no se sintió cómoda en la caja y se decidió darle más tiempo. Ahora, el personal del santuario había viajado a Mendoza para relocalizar a otra elefanta africana, Kenya, pero tampoco fue posible.
“Hablamos todos juntos y dijimos ‘¿Por qué no intentarlo nuevamente con Pupy. A lo mejor, en este mes y medio ella cambió, entendió‘. Y así fue. Convencimos a las autoridades y aquí estamos”, detalló el dueño del santuario de Brasil.
Finalmente, las puertas del ecoparque sobre la avenida Sarmiento se abrieron y se repitieron los aplausos. Pupy empezó su viaje hacia la libertad.
El camino hasta el Mato Grosso será largo, y ella es la que determinará cuándo se harán las paradas, solo en función de sus necesidades. El objetivo es llegar lo mas rápido posible, y que ella mantenga la calma.
Allí, Pupy se encontrará con Mara, otra elefanta que vivía en el predio de Palermo y fue relocalizada hace cinco años, y con Guillermina, que llegó al Global Sanctuary for Elephants procedente del ecoparque de Mendoza con su madre, Pocha, que luego falleció.
En cambio, en medio de una gran conmoción, se frustró el traslado hacia el Mato Grosso de Kuky, que en octubre pasado falleció en el exzoológico de Buenos Aires, horas después de que llegaran los permisos luego de una demorada gestión que superó los dos años. Kuky fue encontrada caída en el recinto que ocupaba junto con Pupy.
A las 3 de la madrugada, quienes habían quedado de guardia en Palermo escucharon una vocalización de Pupy y corrieron hacia el Templo de Vesta. Durante tres horas hicieron lo posible para levantar a Kuky, pero los intentos fueron en vano. Pocos minutos antes de que arribara la grúa llamada con urgencia desde el ecoparque, tuvo un infarto masivo. Nada se pudo hacer.
También por este antecedente la salida de Pupy estuvo rodeada de tantos nervios y emoción. Su futuro en libertad recién empieza.
Pupy ya estaba en su habitáculo y la puerta de esa caja de hierro, cerrada. Hubo abrazos, felicidad y muchos nervios. A la elefanta se la percibía tranquila. Fue entrenada durante años para este momento histórico. Todo lo que conoció hasta ahora es el recinto que rodea al Templo de Vesta, la construcción que la alojó siempre en el hoy ecoparque porteño, en el barrio de Palermo. Un templo bello y único, que pertenece a un pasado, un pasado en el que los zoológicos eran lugares de entretenimiento para los humanos. Poco importaban las necesidades de los animales.
Con Pupy se cierra un ciclo. Es la última elefanta del ecoparque, la última que vivirá en cautiverio en ese pequeño recinto que vio morir a catorce de estos magníficos animales a lo largo de los años. Su traslado al santuario Global Sanctuary for Elephants, situado en el Mato Grosso, Brasil, es complejo. Cada persona involucrada cumple con un rol importantísimo durante el viaje. Algunos lloraban, de emoción, también con sentimientos encontrados. Y le repetían: “Cuánto te vamos a extrañar, gorda!” Así la llaman con cariño quienes la cuidaron y la prepararon para este momento. “Sé feliz, Pupy”, agregaban.
Mientras tanto, Scott Blaise, director del Global Sanctuary for Elephants, ajustaba todos los detalles de la caja al tiempo que una grúa se iba acercando para mover el habitáculo hacia atrás y permitir así el cierre de las segundas puertas (la caja cuenta con dos cerramientos). Una vez listo ese procedimiento, la grúa subió las diez toneladas al camión que llevará a Pupy durante los casi 4000 kilómetros que la separan de la libertad.
Con ella viajan sus entrenadores; el director del ecoparque, Ramiro Reyno; Tom Sciola de la Fundación Franz Weber y un representante del gobierno de la ciudad.
Una vez colocada la caja de Pupy sobre el vehículo, que también lleva agua para poder mojarla cuando se necesite, fruta y fardos para alimentarla durante todo el viaje, empezó la cuenta regresiva hasta la salida del predio de Palermo.
Sus entrenadores le hablaron suavemente junto al habitáculo, le explicaron lo que estaba por suceder y la alentaron a no tener miedo. Blaise, emocionado, dijo a LA NACION: “Ellos nos enseñan tanto. La otra vez ella todavía no estaba lista y lo mostró”. Se refería al intento de trasladarla a fines de febrero, cuando la elefanta no se sintió cómoda en la caja y se decidió darle más tiempo. Ahora, el personal del santuario había viajado a Mendoza para relocalizar a otra elefanta africana, Kenya, pero tampoco fue posible.
“Hablamos todos juntos y dijimos ‘¿Por qué no intentarlo nuevamente con Pupy. A lo mejor, en este mes y medio ella cambió, entendió‘. Y así fue. Convencimos a las autoridades y aquí estamos”, detalló el dueño del santuario de Brasil.
Finalmente, las puertas del ecoparque sobre la avenida Sarmiento se abrieron y se repitieron los aplausos. Pupy empezó su viaje hacia la libertad.
El camino hasta el Mato Grosso será largo, y ella es la que determinará cuándo se harán las paradas, solo en función de sus necesidades. El objetivo es llegar lo mas rápido posible, y que ella mantenga la calma.
Allí, Pupy se encontrará con Mara, otra elefanta que vivía en el predio de Palermo y fue relocalizada hace cinco años, y con Guillermina, que llegó al Global Sanctuary for Elephants procedente del ecoparque de Mendoza con su madre, Pocha, que luego falleció.
En cambio, en medio de una gran conmoción, se frustró el traslado hacia el Mato Grosso de Kuky, que en octubre pasado falleció en el exzoológico de Buenos Aires, horas después de que llegaran los permisos luego de una demorada gestión que superó los dos años. Kuky fue encontrada caída en el recinto que ocupaba junto con Pupy.
A las 3 de la madrugada, quienes habían quedado de guardia en Palermo escucharon una vocalización de Pupy y corrieron hacia el Templo de Vesta. Durante tres horas hicieron lo posible para levantar a Kuky, pero los intentos fueron en vano. Pocos minutos antes de que arribara la grúa llamada con urgencia desde el ecoparque, tuvo un infarto masivo. Nada se pudo hacer.
También por este antecedente la salida de Pupy estuvo rodeada de tantos nervios y emoción. Su futuro en libertad recién empieza.