Maltratada por EE.UU., la UE lanza al mundo un operativo de seducción para encontrar nuevos socios

PARÍS.– Cumbres en los cuatro rincones del globo, negociaciones comerciales lanzadas en todas partes… Maltratada por los Estados Unidos de Donald Trump, la Unión Europea (UE) se ha lanzado a una operación de seducción para diversificar sus alianzas. Amenazado tres veces con las tarifas aduaneras del presidente norteamericano en los últimos meses, el bloque intenta por todos los medios establecer nuevas alianzas. O dar una nueva vida a las ya existentes.

“Frente a un aliado norteamericano imprevisible, totalmente obnubilado por el proteccionismo, el Viejo Continente sabe que no tiene otra opción que proponer su inmenso mercado interior de 450 millones de consumidores a otros países, obteniendo así nuevos puertos para sus productos”, analiza la especialista Josephine Staron, directo de estudios internacionales del think tank Synopia.

Europa ha decidido no dar la espalda a su principal socio comercial, con el cual intercambia anualmente 1,6 billones de euros de bienes y servicios. Durante toda la semana que acaba de concluir, Bruselas insistió en la necesidad de establecer negociaciones “constructivas” con Washington. Por eso, cuando Estados Unidos anunció finalmente el congelamiento durante 90 días la aplicación de ciertos derechos de aduana, la UE suspendió de inmediato sus medidas de represalia.

Sin embargo, aun persistiendo en esa posición de apertura, la Comisión Europea (CE) ha comenzado a revelar las medidas que está dispuesta a aplicar en caso de fracasar las negociaciones con Washington, donde Maros Sefcovic, comisario europeo de Comercio, es esperado el lunes, para lo que podría ser un inicio de diálogo.

“Existe un amplio abanico de contramedidas”, indicó la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen al periódico Financial Times, citando en particular un impuesto a los ingresos publicitarios de los gigantes de la tecnología y evocando, por primera vez, la activación del instrumento anticoerción, una bazuca comercial inicialmente concebida como arma de disuasión contra… China.

Más allá de esas medidas, que podrían incluir la penalización fiscal de los Gafam (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) –y sospechando lo que le esperaba al mundo–, el calendario con el que decidió avanzar Bruselas sigue una lógica precisa. La presidenta de la CE comenzó por firmar el acuerdo con el Mercosur justo un mes después de la elección de Trump, a pesar de las resistencias francesas.

En aquel mismo momento, Von der Leyen también anunció el refuerzo de la asociación comercial de la UE con México. Y reactivó las negociaciones mucho tiempo paralizadas con Malasia, el mismo día de la investidura del millonario republicano.

El mundo es “más duro” desde la elección de Trump y Europa debe adaptarse a esta nueva realidad preservando antes que nada sus intereses, recordó el martes la presidenta de la UE.

Acompañada por su equipo de comisarios y el presidente del Consejo, Antonio Costa, la jefa del Ejecutivo europeo viajó enseguida a India, África del Sur y Asia central. Incluso cerrando los ojos sobre la situación de los derechos humanos en algunos de esos países, que fueron duramente criticados por Bruselas en el pasado.

“Europa continúa la diversificación de sus socios comerciales”, dijo el jueves Von der Leyen, tendiendo la mano a todos aquellos que creen en los principios “de libertad y apertura” de los mercados.

Pero ¿qué es lo que Donald Trump pretende de Europa para bajar sus tarifas aduaneras?

“La Unión Europea fue creada para joder a Estados Unidos” (en inglés, screw the United States, término mucho más violento que esta traducción), afirmó recientemente Trump, insistiendo en su intención de permanecer inflexible.

Suponiendo que su argumento de llegar a tarifas aduaneras “recíprocas” tenga alguna lógica económica, el país europeo que más se beneficia con el intercambio con Estados Unidos es Irlanda, que realiza un excedente comercial de 79.000 millones de euros por año. Dublín exporta sobre todo medicamentos, que no pagan impuestos. El segundo país excedentario es Alemania, con 77.000 millones de euros. Le siguen Italia, con 40.000 millones de euros; Francia, con 16.000 millones; España, Bélgica, y Holanda.

Las negociaciones, si se llevan a cabo, podrían centrarse entonces en un equilibrio de los intercambios. Esta semana, Trump pidió a Europa comprar por 350.000 millones de dólares de gas norteamericano para terminar con el déficit comercial.

“Estamos abiertos a la discusión. Pero la Comisión no compra directamente el gas. Por otro lado, la mitad del gas europeo ya viene de Estados Unidos (desde que Europa aplicó sanciones a Rusia por su invasión de Ucrania)”, ironizó cortésmente un vocero de la Comisión.

Pero los reproches de Washington contra Bruselas van más allá de las cuestiones comerciales. El equipo de Trump considera que la UE crea reglas excesivamente severas para protegerse. Argumentan que el IVA –aplicado a todos los productos vendidos en el comercio– es una tarifa aduanera sobre las importaciones norteamericanas; que la legislación sobre los servicios numéricos (que lucha contra la propagación de contenidos ilícitos) es un ataque directo contra los Gafam; que el euro está subvaluado con relación al dólar para servir a los intereses comerciales europeos.

“Estados Unidos nos critica por nuestras leyes. Es decir, por lo que somos”, comenta el eurodiputado alemán Bernd Lange, evocando esta lista de reproches.

Bruselas cerró la puerta a toda discusión sobre el IVA, las leyes sobre las actividades digitales o las normas fitosanitarias que impiden, por ejemplo, que los europeos coman carne de animales criados con hormonas.

“No haremos compromisos con nuestras normas, que son las más avanzadas del mundo en materia de calidad de alimentos”, advirtió el vocero de la CE. Y concluyó: “La Comisión permanece calma y concentrada. Nuestro objetivo es limitar los daños, esperando que Estados Unidos se siente a la mesa de negociación”.

Desde el comienzo de esta pulseada transatlántica, los gobiernos europeos están divididos. Algunos pretenden someterse, mientras otros prefieren mostrar los músculos. Entre los halcones, está Francia, mientras que Italia forma parte de las palomas. Su primera ministra,

Giorgia Meloni, debe encontrarse con Donald Trump el 17 de abril, una actitud que provocó críticas dentro del bloque, donde las negociaciones comerciales son responsabilidad de la Comisión.

La UE también ha recibido manos tendidas. Sobre todo la de Pekín, blanco de tarifas del 145% sobre sus exportaciones a Estados Unidos. El presidente chino, Xi Jinping, invitó el viernes a Bruselas a mutualizar sus fuerzas para “resistir juntos a la coerción” de Washington, después de recibir al primer ministro español, Pedro Sánchez. De inmediato, la Unión Europea confirmó la organización de una cumbre entre dirigentes chinos y de las instituciones europeas a mediados de julio, en China.

En todo caso, los especialistas europeos saben que un acercamiento con Pekín no está exento de peligros. Muchos temen que China inunde el continente con productos que no pueda enviar a Estados Unidos, a precios imbatibles. Con el riesgo de que la industria europea, que ya padece la competencia china, se vea aun más amenazada.

China, que los europeos consideran un rival sistémico, puede aparecer, en efecto un aliado de circunstancia en la defensa de un comercio mundial fundado en reglas. Pero las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no impidieron que Pekín subsidiara masivamente –y lo siga haciendo– su producción industrial, alimentando así los desequilibrios comerciales con Estados Unidos y con la UE.

“Los europeos defienden la necesidad de modernizar y estabilizar la OMC. Veremos en qué medida Pekín –que acaba de denuncia a Washington ante la organización– está dispuesto a sumarse a esa voluntad de reforma”, dice el economista Sebastien Jean.

PARÍS.– Cumbres en los cuatro rincones del globo, negociaciones comerciales lanzadas en todas partes… Maltratada por los Estados Unidos de Donald Trump, la Unión Europea (UE) se ha lanzado a una operación de seducción para diversificar sus alianzas. Amenazado tres veces con las tarifas aduaneras del presidente norteamericano en los últimos meses, el bloque intenta por todos los medios establecer nuevas alianzas. O dar una nueva vida a las ya existentes.

“Frente a un aliado norteamericano imprevisible, totalmente obnubilado por el proteccionismo, el Viejo Continente sabe que no tiene otra opción que proponer su inmenso mercado interior de 450 millones de consumidores a otros países, obteniendo así nuevos puertos para sus productos”, analiza la especialista Josephine Staron, directo de estudios internacionales del think tank Synopia.

Europa ha decidido no dar la espalda a su principal socio comercial, con el cual intercambia anualmente 1,6 billones de euros de bienes y servicios. Durante toda la semana que acaba de concluir, Bruselas insistió en la necesidad de establecer negociaciones “constructivas” con Washington. Por eso, cuando Estados Unidos anunció finalmente el congelamiento durante 90 días la aplicación de ciertos derechos de aduana, la UE suspendió de inmediato sus medidas de represalia.

Sin embargo, aun persistiendo en esa posición de apertura, la Comisión Europea (CE) ha comenzado a revelar las medidas que está dispuesta a aplicar en caso de fracasar las negociaciones con Washington, donde Maros Sefcovic, comisario europeo de Comercio, es esperado el lunes, para lo que podría ser un inicio de diálogo.

“Existe un amplio abanico de contramedidas”, indicó la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen al periódico Financial Times, citando en particular un impuesto a los ingresos publicitarios de los gigantes de la tecnología y evocando, por primera vez, la activación del instrumento anticoerción, una bazuca comercial inicialmente concebida como arma de disuasión contra… China.

Más allá de esas medidas, que podrían incluir la penalización fiscal de los Gafam (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) –y sospechando lo que le esperaba al mundo–, el calendario con el que decidió avanzar Bruselas sigue una lógica precisa. La presidenta de la CE comenzó por firmar el acuerdo con el Mercosur justo un mes después de la elección de Trump, a pesar de las resistencias francesas.

En aquel mismo momento, Von der Leyen también anunció el refuerzo de la asociación comercial de la UE con México. Y reactivó las negociaciones mucho tiempo paralizadas con Malasia, el mismo día de la investidura del millonario republicano.

El mundo es “más duro” desde la elección de Trump y Europa debe adaptarse a esta nueva realidad preservando antes que nada sus intereses, recordó el martes la presidenta de la UE.

Acompañada por su equipo de comisarios y el presidente del Consejo, Antonio Costa, la jefa del Ejecutivo europeo viajó enseguida a India, África del Sur y Asia central. Incluso cerrando los ojos sobre la situación de los derechos humanos en algunos de esos países, que fueron duramente criticados por Bruselas en el pasado.

“Europa continúa la diversificación de sus socios comerciales”, dijo el jueves Von der Leyen, tendiendo la mano a todos aquellos que creen en los principios “de libertad y apertura” de los mercados.

Pero ¿qué es lo que Donald Trump pretende de Europa para bajar sus tarifas aduaneras?

“La Unión Europea fue creada para joder a Estados Unidos” (en inglés, screw the United States, término mucho más violento que esta traducción), afirmó recientemente Trump, insistiendo en su intención de permanecer inflexible.

Suponiendo que su argumento de llegar a tarifas aduaneras “recíprocas” tenga alguna lógica económica, el país europeo que más se beneficia con el intercambio con Estados Unidos es Irlanda, que realiza un excedente comercial de 79.000 millones de euros por año. Dublín exporta sobre todo medicamentos, que no pagan impuestos. El segundo país excedentario es Alemania, con 77.000 millones de euros. Le siguen Italia, con 40.000 millones de euros; Francia, con 16.000 millones; España, Bélgica, y Holanda.

Las negociaciones, si se llevan a cabo, podrían centrarse entonces en un equilibrio de los intercambios. Esta semana, Trump pidió a Europa comprar por 350.000 millones de dólares de gas norteamericano para terminar con el déficit comercial.

“Estamos abiertos a la discusión. Pero la Comisión no compra directamente el gas. Por otro lado, la mitad del gas europeo ya viene de Estados Unidos (desde que Europa aplicó sanciones a Rusia por su invasión de Ucrania)”, ironizó cortésmente un vocero de la Comisión.

Pero los reproches de Washington contra Bruselas van más allá de las cuestiones comerciales. El equipo de Trump considera que la UE crea reglas excesivamente severas para protegerse. Argumentan que el IVA –aplicado a todos los productos vendidos en el comercio– es una tarifa aduanera sobre las importaciones norteamericanas; que la legislación sobre los servicios numéricos (que lucha contra la propagación de contenidos ilícitos) es un ataque directo contra los Gafam; que el euro está subvaluado con relación al dólar para servir a los intereses comerciales europeos.

“Estados Unidos nos critica por nuestras leyes. Es decir, por lo que somos”, comenta el eurodiputado alemán Bernd Lange, evocando esta lista de reproches.

Bruselas cerró la puerta a toda discusión sobre el IVA, las leyes sobre las actividades digitales o las normas fitosanitarias que impiden, por ejemplo, que los europeos coman carne de animales criados con hormonas.

“No haremos compromisos con nuestras normas, que son las más avanzadas del mundo en materia de calidad de alimentos”, advirtió el vocero de la CE. Y concluyó: “La Comisión permanece calma y concentrada. Nuestro objetivo es limitar los daños, esperando que Estados Unidos se siente a la mesa de negociación”.

Desde el comienzo de esta pulseada transatlántica, los gobiernos europeos están divididos. Algunos pretenden someterse, mientras otros prefieren mostrar los músculos. Entre los halcones, está Francia, mientras que Italia forma parte de las palomas. Su primera ministra,

Giorgia Meloni, debe encontrarse con Donald Trump el 17 de abril, una actitud que provocó críticas dentro del bloque, donde las negociaciones comerciales son responsabilidad de la Comisión.

La UE también ha recibido manos tendidas. Sobre todo la de Pekín, blanco de tarifas del 145% sobre sus exportaciones a Estados Unidos. El presidente chino, Xi Jinping, invitó el viernes a Bruselas a mutualizar sus fuerzas para “resistir juntos a la coerción” de Washington, después de recibir al primer ministro español, Pedro Sánchez. De inmediato, la Unión Europea confirmó la organización de una cumbre entre dirigentes chinos y de las instituciones europeas a mediados de julio, en China.

En todo caso, los especialistas europeos saben que un acercamiento con Pekín no está exento de peligros. Muchos temen que China inunde el continente con productos que no pueda enviar a Estados Unidos, a precios imbatibles. Con el riesgo de que la industria europea, que ya padece la competencia china, se vea aun más amenazada.

China, que los europeos consideran un rival sistémico, puede aparecer, en efecto un aliado de circunstancia en la defensa de un comercio mundial fundado en reglas. Pero las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no impidieron que Pekín subsidiara masivamente –y lo siga haciendo– su producción industrial, alimentando así los desequilibrios comerciales con Estados Unidos y con la UE.

“Los europeos defienden la necesidad de modernizar y estabilizar la OMC. Veremos en qué medida Pekín –que acaba de denuncia a Washington ante la organización– está dispuesto a sumarse a esa voluntad de reforma”, dice el economista Sebastien Jean.

 

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