Como un coletazo adicional de la crisis en la que quedó sumido el PJ tras la derrota electoral de 2023, la CGT experimenta la falta de consensos en su llamado al tercer paro general contra la gestión de Javier Milei. Si bien el triunvirato de mando dijo que se resolvió de manera unánime, el armado de la huelga encontró inesperados detractores dentro de la misma central obrera. Las divisiones se dan cuando comenzó a correr el reloj para activar el recambio de autoridades, previsto para octubre o noviembre de este año.
“No estoy de acuerdo porque no hubo una reunión formal. Solo lo comunicó el vocero [Héctor] Daer”, dijo Luis Barrionuevo a LA NACION para diferenciarse del llamado a la huelga que hizo Daer, uno de los integrantes del triunvirato de mando cegetista junto con el camionero Octavio Argüello y Carlos Acuña, que supo ser el peón del gastronómico en la central obrera. El desplante del jefe gastronómico, que mantiene sus nexos con la gestión libertaria, no tuvo eco ni siquiera en su propio gremio, ya que Argentino Geneiro, su representante en el consejo directivo cegetista, adhirió a la protesta.
Pasó algo similar con otro sindicalista histórico. Armando Cavalieri, que pisa los 90 años, dejó en claro que tampoco está dispuesto a confrontar con el Gobierno. El referente del gremio de Comercio se ausentó directamente de todas las reuniones en las que se articuló el paro, que será por 24 horas, aunque contempla una escala previa, el miércoles, con una movilización al Congreso para impulsar el reclamo de un aumento de emergencia para los jubilados.
Gerardo Martínez (Uocra) y Andrés Rodríguez (UPCN), referentes del sector que se autodenomina “independientes” y de buen vínculo con el Gobierno, visitaron ayer a Roberto Fernández en la sede de la Unión Tranviarios Automotor (UTA). Fueron a intentar convencerlo de que los colectiveros adhieran al paro de la CGT. “Voy a respetar la conciliación obligatoria”, les dijo Fernández a sus interlocutores. El encuentro duró menos de una hora. Ninguno de los dos dirigentes cegetistas vieron vocación en Fernández de querer tensar su vínculo con la Casa Rosada, que aporta mensualmente millones de pesos en subsidios para contener el aumento del boleto en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
La Secretaría de Trabajo dictó hace casi dos semanas la conciliación obligatoria por el conflicto sectorial que tiene la UTA con los empresarios del sector y de esa manera busca que no pueda plegarse a la huelga. El conflicto abarca a la zona del AMBA, por lo que si Fernández desea, podría llamar a adherir en el interior. Pero no lo hará, según contaron fuentes confiables a LA NACION. La decisión de Fernández, además de sus argumentos legales, encontró otro motivo: la caja y los negocios. La semana pasada la Superintendencia de Servicios de la Salud (SSS) realizó una auditoría sorpresa en la obra social de la UTA, que no está ajena a la crisis financiera que afecta a todas las prestadoras médicas sindicales. La obra social de los Conductores de Transporte de Colectivos de Pasajeros es administrada por Silvia Antonia Bevk, la esposa del jefe de la UTA. Además, hay contratados a sueldo otros familiares. Una preocupación similar atraviesa Hugo Moyano, que hace equilibrio con la obra social de los camioneros, también en crisis y administrada por su esposa, Liliana Zulet. Tal vez haya sido una de las razones por las que el jefe camioneros aceptó una paritaria con subas de 1% mensual a pesar de que una de las consignas del paro sea el rechazo a los límites en las negociaciones salariales. A diferencia de otras huelgas, Camioneros ejerce esta vez un rol más pasivo y no está en la cocina de la organización.
La renovación y el día después del paro
Los cortocircuitos internos en la CGT se dan cuando restan seis meses, aproximandamente, para el recambio de autoridades. El interrogante más grande hoy es saber si surge un único líder capaz de reunir a todas las tribus bajo un mismo techo o si se repite la fórmula del triunvirato de mando por tercera vez consecutiva. Daer, referente de “los Gordos” (grandes gremios de servicios), tendría aspiraciones para continuar al frente de la CGT, solo preferentemente. Diferente es la situación de Acuña, que atraviesa dificultades de salud, y de Argüello, un hombre que responde a Moyano. Hay otros anotados entre los aspirantes: Jorge Sola, dirigente del Seguro, que cosecha consensos entre “independientes” y exmoyanistas, o Daniel Vila, referente de la Unión Carga y Descarga, el gremio que talla en Mercado Libre y que logró torcerle el brazo a los Moyano en la Justicia por el encuadramiento de los trabajadores del gigante del comercio on-line.
Más allá de este proceso de recambio, en la CGT ya se trabaja para el día después del paro. Hay un grupo de dirigentes que ya tendió puentes con empresarios del Grupo de los Seis (la Unión Industrial Argentina, la Cámara de la Construcción, la Asociación de Bancos Argentinos, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara de Comercio y la Sociedad Rural) y con el Gobierno con el objetivo de impulsar una agenda “de producción y trabajo”. La preocupación de los sectores se acentuó por el temor a una recesión que golpee al empleo tras la medida arancelaria que impuso Estados Unidos.
Como un coletazo adicional de la crisis en la que quedó sumido el PJ tras la derrota electoral de 2023, la CGT experimenta la falta de consensos en su llamado al tercer paro general contra la gestión de Javier Milei. Si bien el triunvirato de mando dijo que se resolvió de manera unánime, el armado de la huelga encontró inesperados detractores dentro de la misma central obrera. Las divisiones se dan cuando comenzó a correr el reloj para activar el recambio de autoridades, previsto para octubre o noviembre de este año.
“No estoy de acuerdo porque no hubo una reunión formal. Solo lo comunicó el vocero [Héctor] Daer”, dijo Luis Barrionuevo a LA NACION para diferenciarse del llamado a la huelga que hizo Daer, uno de los integrantes del triunvirato de mando cegetista junto con el camionero Octavio Argüello y Carlos Acuña, que supo ser el peón del gastronómico en la central obrera. El desplante del jefe gastronómico, que mantiene sus nexos con la gestión libertaria, no tuvo eco ni siquiera en su propio gremio, ya que Argentino Geneiro, su representante en el consejo directivo cegetista, adhirió a la protesta.
Pasó algo similar con otro sindicalista histórico. Armando Cavalieri, que pisa los 90 años, dejó en claro que tampoco está dispuesto a confrontar con el Gobierno. El referente del gremio de Comercio se ausentó directamente de todas las reuniones en las que se articuló el paro, que será por 24 horas, aunque contempla una escala previa, el miércoles, con una movilización al Congreso para impulsar el reclamo de un aumento de emergencia para los jubilados.
Gerardo Martínez (Uocra) y Andrés Rodríguez (UPCN), referentes del sector que se autodenomina “independientes” y de buen vínculo con el Gobierno, visitaron ayer a Roberto Fernández en la sede de la Unión Tranviarios Automotor (UTA). Fueron a intentar convencerlo de que los colectiveros adhieran al paro de la CGT. “Voy a respetar la conciliación obligatoria”, les dijo Fernández a sus interlocutores. El encuentro duró menos de una hora. Ninguno de los dos dirigentes cegetistas vieron vocación en Fernández de querer tensar su vínculo con la Casa Rosada, que aporta mensualmente millones de pesos en subsidios para contener el aumento del boleto en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
La Secretaría de Trabajo dictó hace casi dos semanas la conciliación obligatoria por el conflicto sectorial que tiene la UTA con los empresarios del sector y de esa manera busca que no pueda plegarse a la huelga. El conflicto abarca a la zona del AMBA, por lo que si Fernández desea, podría llamar a adherir en el interior. Pero no lo hará, según contaron fuentes confiables a LA NACION. La decisión de Fernández, además de sus argumentos legales, encontró otro motivo: la caja y los negocios. La semana pasada la Superintendencia de Servicios de la Salud (SSS) realizó una auditoría sorpresa en la obra social de la UTA, que no está ajena a la crisis financiera que afecta a todas las prestadoras médicas sindicales. La obra social de los Conductores de Transporte de Colectivos de Pasajeros es administrada por Silvia Antonia Bevk, la esposa del jefe de la UTA. Además, hay contratados a sueldo otros familiares. Una preocupación similar atraviesa Hugo Moyano, que hace equilibrio con la obra social de los camioneros, también en crisis y administrada por su esposa, Liliana Zulet. Tal vez haya sido una de las razones por las que el jefe camioneros aceptó una paritaria con subas de 1% mensual a pesar de que una de las consignas del paro sea el rechazo a los límites en las negociaciones salariales. A diferencia de otras huelgas, Camioneros ejerce esta vez un rol más pasivo y no está en la cocina de la organización.
La renovación y el día después del paro
Los cortocircuitos internos en la CGT se dan cuando restan seis meses, aproximandamente, para el recambio de autoridades. El interrogante más grande hoy es saber si surge un único líder capaz de reunir a todas las tribus bajo un mismo techo o si se repite la fórmula del triunvirato de mando por tercera vez consecutiva. Daer, referente de “los Gordos” (grandes gremios de servicios), tendría aspiraciones para continuar al frente de la CGT, solo preferentemente. Diferente es la situación de Acuña, que atraviesa dificultades de salud, y de Argüello, un hombre que responde a Moyano. Hay otros anotados entre los aspirantes: Jorge Sola, dirigente del Seguro, que cosecha consensos entre “independientes” y exmoyanistas, o Daniel Vila, referente de la Unión Carga y Descarga, el gremio que talla en Mercado Libre y que logró torcerle el brazo a los Moyano en la Justicia por el encuadramiento de los trabajadores del gigante del comercio on-line.
Más allá de este proceso de recambio, en la CGT ya se trabaja para el día después del paro. Hay un grupo de dirigentes que ya tendió puentes con empresarios del Grupo de los Seis (la Unión Industrial Argentina, la Cámara de la Construcción, la Asociación de Bancos Argentinos, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara de Comercio y la Sociedad Rural) y con el Gobierno con el objetivo de impulsar una agenda “de producción y trabajo”. La preocupación de los sectores se acentuó por el temor a una recesión que golpee al empleo tras la medida arancelaria que impuso Estados Unidos.