Dejar legado: la importancia de transmitir “inteligencia emocional” a los jóvenes

John Maxwell, autor y conferencista estadounidense, explica que todos, ya sea que seamos padres o no, podemos regalarles tres cosas a las nuevas generaciones. A saber:

El recuerdo de alguna vivencia hermosa.El trofeo de alguna batalla de vida donde hemos salido triunfadores. Una herencia que perdure a través del tiempo.

Dicho regalo es nuestro legado. Cualquiera sea la actividad a la que te dediques, vos podés dejarles algo a los que vienen detrás. Como abuelos, padres, maestros o mentores, no hay mayor satisfacción que enseñarles a los más jóvenes a adquirir sabiduría para avanzar y crecer en la vida, tanto a nivel físico como emocional y espiritual.

No todos los padres tienen la posibilidad de dejarles a sus descendientes dinero o bienes materiales, pero todos podemos compartirles los principios para llegar a ser la mejor versión de ellos mismos. Tengamos presente que ellos nos miran todo el tiempo y “copian” lo que accionamos, y no tanto lo que hablamos.

En la época acelerada que estamos viviendo, es fundamental transmitirles a los más jóvenes la definición de aquello que es correcto y aquello que es incorrecto, algo que ha perdido valor en las últimas décadas; es decir, una forma tangible de moral que pueda servirles de guía en la vida.

¿A qué me refiero con esto? Por supuesto, que no se trata de ser moralistas, ni de creernos mejores que los demás, sino más bien de dejarles en claro, y con ejemplos propios, que ciertas actitudes son siempre negativas. Aquí podemos incluir cosas como la violencia, el maltrato, la mentira, el engaño, el robo y la corrupción.

A tal fin, podemos tener en cuenta las siguientes dos acciones positivas:

Soltar la idea de que “lo bueno depende del contexto”

Saber que lo malo siempre será malo nos ayuda a adoptar buenos valores y a construir una autoestima fuerte frente a los altibajos de la vida.

Aprender a responsabilizarnos por nuestros actos

Hacernos cargo de los resultados de nuestras acciones, sobre todo cuando son desagradables (lo cual no implica sentir culpa, sino ser responsable), nos ayuda a entender que cada cosa que hacemos tiene un efecto que se debe aceptar.

El mejor legado que podemos dejarles a las próximas generaciones es la “inteligencia emocional”, de la que tanto se habla hoy en día. Esta consiste en enseñarles que ellos, y solo ellos, están en control de su mundo emocional. Nadie puede convencerlos de nada ni hacerlos experimentar determinadas emociones, si ellos no le dan antes su permiso.

John Maxwell, autor y conferencista estadounidense, explica que todos, ya sea que seamos padres o no, podemos regalarles tres cosas a las nuevas generaciones. A saber:

El recuerdo de alguna vivencia hermosa.El trofeo de alguna batalla de vida donde hemos salido triunfadores. Una herencia que perdure a través del tiempo.

Dicho regalo es nuestro legado. Cualquiera sea la actividad a la que te dediques, vos podés dejarles algo a los que vienen detrás. Como abuelos, padres, maestros o mentores, no hay mayor satisfacción que enseñarles a los más jóvenes a adquirir sabiduría para avanzar y crecer en la vida, tanto a nivel físico como emocional y espiritual.

No todos los padres tienen la posibilidad de dejarles a sus descendientes dinero o bienes materiales, pero todos podemos compartirles los principios para llegar a ser la mejor versión de ellos mismos. Tengamos presente que ellos nos miran todo el tiempo y “copian” lo que accionamos, y no tanto lo que hablamos.

En la época acelerada que estamos viviendo, es fundamental transmitirles a los más jóvenes la definición de aquello que es correcto y aquello que es incorrecto, algo que ha perdido valor en las últimas décadas; es decir, una forma tangible de moral que pueda servirles de guía en la vida.

¿A qué me refiero con esto? Por supuesto, que no se trata de ser moralistas, ni de creernos mejores que los demás, sino más bien de dejarles en claro, y con ejemplos propios, que ciertas actitudes son siempre negativas. Aquí podemos incluir cosas como la violencia, el maltrato, la mentira, el engaño, el robo y la corrupción.

A tal fin, podemos tener en cuenta las siguientes dos acciones positivas:

Soltar la idea de que “lo bueno depende del contexto”

Saber que lo malo siempre será malo nos ayuda a adoptar buenos valores y a construir una autoestima fuerte frente a los altibajos de la vida.

Aprender a responsabilizarnos por nuestros actos

Hacernos cargo de los resultados de nuestras acciones, sobre todo cuando son desagradables (lo cual no implica sentir culpa, sino ser responsable), nos ayuda a entender que cada cosa que hacemos tiene un efecto que se debe aceptar.

El mejor legado que podemos dejarles a las próximas generaciones es la “inteligencia emocional”, de la que tanto se habla hoy en día. Esta consiste en enseñarles que ellos, y solo ellos, están en control de su mundo emocional. Nadie puede convencerlos de nada ni hacerlos experimentar determinadas emociones, si ellos no le dan antes su permiso.

 

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