John Sellars: “Aristóteles es el ser humano más importante que haya vivido jamás”

“Aristóteles no es simplemente el filósofo antiguo más importante, ni simplemente el filósofo más importante de todos los tiempos; Aristóteles es el ser humano más importante que haya vivido jamás”. Eso declaró el filósofo británico John Sellars en un artículo de la revista Antigone previo a la publicación de su libro Aristotle: Understanding the World’s Greatest Philosopher. En español, se llama Lecciones de Aristóteles: comprender al mayor filósofo de todos los tiempos.

Ambos títulos reflejan lo que motivó a Sellars a escribir el libro: su experiencia como estudiante de filosofía. “Cuando empecé, era muy consciente de que Aristóteles era una figura importante, pero me parecía muy intimidante. Cada vez que intentaba sumergirme en sus obras, me perdía casi inmediatamente”.

No obstante, perseveró y aprendió que “hay que saber leerlo”. ¿Cómo? “Lentamente”. Su libro es un abrebocas, que espera nos anime a explorar los escritos del filósofo del IV y III siglo a.C., nos sirva de orientación en el camino, y nos ayude a descubrir cuán brillante es. Y lo es, pero ¿“el más grande del mundo”, “el mayor de todos los tiempos”, “el ser humano más importante”?…

“Ese es mi punto de vista, y sé que hay otros académicos que lo compartirían, no todos claro, pero no soy el único que piensa así”, le dijo a BBC Mundo. Sin duda, pero las opiniones claman justificación, particularmente si son las de un respetado experto en saberes como Sellars, profesor de Filosofía en la Universidad Royal Holloway y autor de las aclamadas Lecciones de estoicismo y Lecciones de epicureísmo. Así que le pedimos que nos convenciera. Pero antes…

Recordemos sucintamente

Aristóteles forma parte de esa tríada dorada de la filosofía clásica que completan Sócrates y Platón.

Era originario del norte de Grecia, y a los 18 años se fue a estudiar en la Academia de Platón en Atenas donde, durante dos décadas, fue pupilo y luego colega del gran pensador.

Con el tiempo, aunque siempre reconoció cuánto le debía a su maestro, fue distanciándose de sus ideas y desarrollando sus propias opiniones.

Tras la muerte de Platón, dejó Atenas y, tras un tiempo en Asia Menor, se mudó a la isla griega de Lesbos, donde se dedicó a estudiar el mundo natural.

Años después, el rey Filipo de Macedonia lo invitó a volver al norte de Grecia para ser tutor de su hijo Alejandro, quien más tarde sería conocido como Alejandro Magno.

Cuando Filipo fue asesinado mientras Alejandro estaba en su gran campaña por Oriente Medio e India, Aristóteles temió por su seguridad, y regresó a Atenas, donde fundó su propia escuela, el Liceo.

Tenía 50 años. Murió a los 62, dejando una vasta biblioteca, que incluía sus propios y numerosos escritos.

Según la Enciclopedia Británica, las obras de Aristóteles que se conservan, aunque probablemente representan solo una quinta parte de su producción total, suman alrededor de un millón de palabras.

Aunque Sellars acepta que decir que es la persona más importante de todas es una afirmación aparentemente “descabellada, tan grandilocuente que puede parecer una hipérbole escandalosa”, la dimensión está de su parte.

“Creo que es el más grande en términos de la escala de su influencia y el impacto que ha tenido.

“Sencillamente, contribuyó tanto a tantas cosas que siguen siendo relevantes hoy en día que ni siquiera no percatamos de que están conectadas con él”.

Con el agua hasta las rodillas

Aristóteles no era solo el prototipo de filósofo sentado en una academia o un palacio de la Antigua Grecia cavilando con la mirada perdida en el infinito.

Como su objeto de estudio era el mundo que lo rodeaba, también solía hacer trabajo de campo, cuenta Sellars.

Cuando se dedicó a explorar la vida natural, “iba a las playas y, con el agua hasta las rodillas, observaba a los animales, atrapaba insectos, peces, cangrejos y pulpos, y luego los examinaba”.

“Hasta entonces, nadie había tratado de estudiar sistemáticamente a los seres vivos”.

Así, creó la disciplina de la biología.

Pero ojo, esto no quiere decir que sus conclusiones fueran correctas. De hecho, la mayor parte del conocimiento que derivó de sus observaciones en este campo está obsoleta.

Sin embargo, el que se haya probado que lo que él creyó entender era falso, no devalúa su obra, pues en el meollo de su pensamiento está el que la evidencia triunfa sobre la teoría.

“Toda teoría está abierta a la refutación mediante una observación posterior, dijo más de una vez Aristóteles”, subraya Sellars.

Además, lo excepcional es la forma en que buscó conocimiento, que “sentó las bases de la ciencia empírica”.

“Reflexionando sobre la naturaleza de la ciencia, se le ocurrió un método para el pensamiento científico, que fue otro avance realmente importante”.

Y, mientras “estaba tratando de entender cómo funcionaban los seres vivos, desarrolló un enfoque que luego aplicó en otros campos”.

Otras aguas

Por ejemplo: Aristóteles adoptó su metodología del conocimiento en sus estudios sobre política.

Para entenderla, y escribir sobre ella, necesitaba muestras, así que “recopiló copias de todas las constituciones de las diferentes ciudades del antiguo mundo mediterráneo”, señala Sellars.

Eso le permitió comparar y analizar las diferentes ciudades y comunidades.

Así como los animales, los diferentes tipos de gobiernos se podían clasificar -monarquías, oligarquías, democracias- y, basándose en información histórica, tener una idea de cuáles florecieron.

Fue un enfoque muy científico que marcó el comienzo de las ciencias sociales.

“La política puede ser un tema acalorado y la gente tiene opiniones fuertes.

“La idea de intentar dar un paso atrás y adoptar este enfoque más científico, recopilando información antes de emitir un juicio, es una forma muy madura de pensar en política que todavía no hemos aprendido del todo”, comenta el autor en entrevista con BBC Mundo.

Lo mismo hizo cuando exploró la literatura en su obra la Poética.

“Para entender el drama griego, de una manera muy científica, lo desmontó, y pensó en todos los diferentes elementos que contribuyen a su éxito”, explica Sellars.

“Examinó la trama, los personajes, la puesta en escena… todo lo que es importante.

“Y, aunque parezca muy obvio ahora, señaló que necesitás un principio que le dé al público una idea de cuál es la situación, luego la acción principal y finalmente una resolución que no deje cabos sueltos, para que sea satisfactoria para la audiencia y se pueda ir con una sensación de plenitud”.

Así estableció los elementos básicos de una buena historia, con un análisis que se sigue usando y que además dio a luz la crítica literaria.

Por si fuera poco

Así, resume Sellars, Aristóteles fue “la primera persona que estudió sistemáticamente la política y que pensó en la literatura y en la ciencia de esta manera, e inventó la lógica formal, lo cual es un gran logro por derecho propio”.

¿La lógica también?

“Fue el primero que estudió las estructuras del pensamiento racional, inventando en el proceso la lógica formal y articulando claramente por primera vez principios lógicos clave, como la Ley del Tercio Excluido: cualquier proposición solo puede ser verdadera o falsa.

“Esa división binaria es la idea fundamental que subyace al mundo digital”.

Además, “Ética Nicomáquea ha sido probablemente el libro más influyente en ética de todos los tiempos”, adelanta Sellers.

¿Por qué?

“Por la riqueza y la complejidad de la respuesta que da. No la simplifica. Y reconoce todas las dificultades muy reales de tratar de vivir una vida humana.

“Además, aporta su espíritu científico a la materia.

“Primero tenemos que pensar en lo que es un ser humano y cuáles son sus capacidades y habilidades, y luego en lo que significaría ser un buen ser humano que utilizara esas capacidades y habilidades de la mejor manera posible”.

Aristóteles creía que más allá de crecer, movernos y reproducirnos, como otros seres vivos, nuestra capacidad distintiva es la de razonar: la gran mayoría de los humanos adultos son seres pensantes… en potencia.

“Citando un ejemplo que a él le gustaba, los ojos sirven para ver; esa es su función. Si alguien tiene ojos, pero nunca los abre, estos no llegarán a ser ojos en el sentido más pleno”, ilustra Sellars.

En el mismo orden de ideas, “solo somos verdaderamente seres pensantes cuando realmente pensamos”.

Al hacerlo ejercemos eso de ser humanos. ¿Y qué es ser un buen humano, entonces?

Sociales, curiosos y racionales

Un buen ser humano es aquel que, por un lado, usa su razón, dice Sellars, y añade que hay varias maneras en que podemos pensar en eso.

“Una forma en la que usamos la razón es controlando los deseos y emociones irracionales que tenemos, evitando que se apoderen de nosotros.

“Es decir, si un ser humano adulto todavía es excesivamente emocional -hace berrinches cuando no se salen con la suya y se comporta como un niño-, podríamos decir que nunca creció realmente, nunca se convirtió realmente en un adulto, ¿verdad?

“Aristóteles también insiste en que somos seres sociales, y por eso tenemos que llevarnos bien con otras personas. Eso es absolutamente fundamental.

“Otra cosa es que piensa que por naturaleza somos curiosos, queremos saber y aprender, y que eso es un instinto humano natural”.

“Si queremos florecer y vivir una buena vida, entonces debemos ser sociales, curiosos y racionales”, puntualiza Sellars en conversación con BBC Mundo.

Los conceptos aristotélicos continúan arraigados pues “moldeó la manera en que pensamos”.

“Sus ideas y conceptos han calado en nuestra forma natural de pensar hasta el punto de volverse imperceptibles”.

¿Qué opinás… te convenció el argumento de Sellars?

*Por Dalia Ventura

“Aristóteles no es simplemente el filósofo antiguo más importante, ni simplemente el filósofo más importante de todos los tiempos; Aristóteles es el ser humano más importante que haya vivido jamás”. Eso declaró el filósofo británico John Sellars en un artículo de la revista Antigone previo a la publicación de su libro Aristotle: Understanding the World’s Greatest Philosopher. En español, se llama Lecciones de Aristóteles: comprender al mayor filósofo de todos los tiempos.

Ambos títulos reflejan lo que motivó a Sellars a escribir el libro: su experiencia como estudiante de filosofía. “Cuando empecé, era muy consciente de que Aristóteles era una figura importante, pero me parecía muy intimidante. Cada vez que intentaba sumergirme en sus obras, me perdía casi inmediatamente”.

No obstante, perseveró y aprendió que “hay que saber leerlo”. ¿Cómo? “Lentamente”. Su libro es un abrebocas, que espera nos anime a explorar los escritos del filósofo del IV y III siglo a.C., nos sirva de orientación en el camino, y nos ayude a descubrir cuán brillante es. Y lo es, pero ¿“el más grande del mundo”, “el mayor de todos los tiempos”, “el ser humano más importante”?…

“Ese es mi punto de vista, y sé que hay otros académicos que lo compartirían, no todos claro, pero no soy el único que piensa así”, le dijo a BBC Mundo. Sin duda, pero las opiniones claman justificación, particularmente si son las de un respetado experto en saberes como Sellars, profesor de Filosofía en la Universidad Royal Holloway y autor de las aclamadas Lecciones de estoicismo y Lecciones de epicureísmo. Así que le pedimos que nos convenciera. Pero antes…

Recordemos sucintamente

Aristóteles forma parte de esa tríada dorada de la filosofía clásica que completan Sócrates y Platón.

Era originario del norte de Grecia, y a los 18 años se fue a estudiar en la Academia de Platón en Atenas donde, durante dos décadas, fue pupilo y luego colega del gran pensador.

Con el tiempo, aunque siempre reconoció cuánto le debía a su maestro, fue distanciándose de sus ideas y desarrollando sus propias opiniones.

Tras la muerte de Platón, dejó Atenas y, tras un tiempo en Asia Menor, se mudó a la isla griega de Lesbos, donde se dedicó a estudiar el mundo natural.

Años después, el rey Filipo de Macedonia lo invitó a volver al norte de Grecia para ser tutor de su hijo Alejandro, quien más tarde sería conocido como Alejandro Magno.

Cuando Filipo fue asesinado mientras Alejandro estaba en su gran campaña por Oriente Medio e India, Aristóteles temió por su seguridad, y regresó a Atenas, donde fundó su propia escuela, el Liceo.

Tenía 50 años. Murió a los 62, dejando una vasta biblioteca, que incluía sus propios y numerosos escritos.

Según la Enciclopedia Británica, las obras de Aristóteles que se conservan, aunque probablemente representan solo una quinta parte de su producción total, suman alrededor de un millón de palabras.

Aunque Sellars acepta que decir que es la persona más importante de todas es una afirmación aparentemente “descabellada, tan grandilocuente que puede parecer una hipérbole escandalosa”, la dimensión está de su parte.

“Creo que es el más grande en términos de la escala de su influencia y el impacto que ha tenido.

“Sencillamente, contribuyó tanto a tantas cosas que siguen siendo relevantes hoy en día que ni siquiera no percatamos de que están conectadas con él”.

Con el agua hasta las rodillas

Aristóteles no era solo el prototipo de filósofo sentado en una academia o un palacio de la Antigua Grecia cavilando con la mirada perdida en el infinito.

Como su objeto de estudio era el mundo que lo rodeaba, también solía hacer trabajo de campo, cuenta Sellars.

Cuando se dedicó a explorar la vida natural, “iba a las playas y, con el agua hasta las rodillas, observaba a los animales, atrapaba insectos, peces, cangrejos y pulpos, y luego los examinaba”.

“Hasta entonces, nadie había tratado de estudiar sistemáticamente a los seres vivos”.

Así, creó la disciplina de la biología.

Pero ojo, esto no quiere decir que sus conclusiones fueran correctas. De hecho, la mayor parte del conocimiento que derivó de sus observaciones en este campo está obsoleta.

Sin embargo, el que se haya probado que lo que él creyó entender era falso, no devalúa su obra, pues en el meollo de su pensamiento está el que la evidencia triunfa sobre la teoría.

“Toda teoría está abierta a la refutación mediante una observación posterior, dijo más de una vez Aristóteles”, subraya Sellars.

Además, lo excepcional es la forma en que buscó conocimiento, que “sentó las bases de la ciencia empírica”.

“Reflexionando sobre la naturaleza de la ciencia, se le ocurrió un método para el pensamiento científico, que fue otro avance realmente importante”.

Y, mientras “estaba tratando de entender cómo funcionaban los seres vivos, desarrolló un enfoque que luego aplicó en otros campos”.

Otras aguas

Por ejemplo: Aristóteles adoptó su metodología del conocimiento en sus estudios sobre política.

Para entenderla, y escribir sobre ella, necesitaba muestras, así que “recopiló copias de todas las constituciones de las diferentes ciudades del antiguo mundo mediterráneo”, señala Sellars.

Eso le permitió comparar y analizar las diferentes ciudades y comunidades.

Así como los animales, los diferentes tipos de gobiernos se podían clasificar -monarquías, oligarquías, democracias- y, basándose en información histórica, tener una idea de cuáles florecieron.

Fue un enfoque muy científico que marcó el comienzo de las ciencias sociales.

“La política puede ser un tema acalorado y la gente tiene opiniones fuertes.

“La idea de intentar dar un paso atrás y adoptar este enfoque más científico, recopilando información antes de emitir un juicio, es una forma muy madura de pensar en política que todavía no hemos aprendido del todo”, comenta el autor en entrevista con BBC Mundo.

Lo mismo hizo cuando exploró la literatura en su obra la Poética.

“Para entender el drama griego, de una manera muy científica, lo desmontó, y pensó en todos los diferentes elementos que contribuyen a su éxito”, explica Sellars.

“Examinó la trama, los personajes, la puesta en escena… todo lo que es importante.

“Y, aunque parezca muy obvio ahora, señaló que necesitás un principio que le dé al público una idea de cuál es la situación, luego la acción principal y finalmente una resolución que no deje cabos sueltos, para que sea satisfactoria para la audiencia y se pueda ir con una sensación de plenitud”.

Así estableció los elementos básicos de una buena historia, con un análisis que se sigue usando y que además dio a luz la crítica literaria.

Por si fuera poco

Así, resume Sellars, Aristóteles fue “la primera persona que estudió sistemáticamente la política y que pensó en la literatura y en la ciencia de esta manera, e inventó la lógica formal, lo cual es un gran logro por derecho propio”.

¿La lógica también?

“Fue el primero que estudió las estructuras del pensamiento racional, inventando en el proceso la lógica formal y articulando claramente por primera vez principios lógicos clave, como la Ley del Tercio Excluido: cualquier proposición solo puede ser verdadera o falsa.

“Esa división binaria es la idea fundamental que subyace al mundo digital”.

Además, “Ética Nicomáquea ha sido probablemente el libro más influyente en ética de todos los tiempos”, adelanta Sellers.

¿Por qué?

“Por la riqueza y la complejidad de la respuesta que da. No la simplifica. Y reconoce todas las dificultades muy reales de tratar de vivir una vida humana.

“Además, aporta su espíritu científico a la materia.

“Primero tenemos que pensar en lo que es un ser humano y cuáles son sus capacidades y habilidades, y luego en lo que significaría ser un buen ser humano que utilizara esas capacidades y habilidades de la mejor manera posible”.

Aristóteles creía que más allá de crecer, movernos y reproducirnos, como otros seres vivos, nuestra capacidad distintiva es la de razonar: la gran mayoría de los humanos adultos son seres pensantes… en potencia.

“Citando un ejemplo que a él le gustaba, los ojos sirven para ver; esa es su función. Si alguien tiene ojos, pero nunca los abre, estos no llegarán a ser ojos en el sentido más pleno”, ilustra Sellars.

En el mismo orden de ideas, “solo somos verdaderamente seres pensantes cuando realmente pensamos”.

Al hacerlo ejercemos eso de ser humanos. ¿Y qué es ser un buen humano, entonces?

Sociales, curiosos y racionales

Un buen ser humano es aquel que, por un lado, usa su razón, dice Sellars, y añade que hay varias maneras en que podemos pensar en eso.

“Una forma en la que usamos la razón es controlando los deseos y emociones irracionales que tenemos, evitando que se apoderen de nosotros.

“Es decir, si un ser humano adulto todavía es excesivamente emocional -hace berrinches cuando no se salen con la suya y se comporta como un niño-, podríamos decir que nunca creció realmente, nunca se convirtió realmente en un adulto, ¿verdad?

“Aristóteles también insiste en que somos seres sociales, y por eso tenemos que llevarnos bien con otras personas. Eso es absolutamente fundamental.

“Otra cosa es que piensa que por naturaleza somos curiosos, queremos saber y aprender, y que eso es un instinto humano natural”.

“Si queremos florecer y vivir una buena vida, entonces debemos ser sociales, curiosos y racionales”, puntualiza Sellars en conversación con BBC Mundo.

Los conceptos aristotélicos continúan arraigados pues “moldeó la manera en que pensamos”.

“Sus ideas y conceptos han calado en nuestra forma natural de pensar hasta el punto de volverse imperceptibles”.

¿Qué opinás… te convenció el argumento de Sellars?

*Por Dalia Ventura

 

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