Siria: en retrospectiva, los hechos parecen inevitables

Hasta hace un par de semanas nadie hablaba de Siria. En los últimos días, uno de los varios grupos guerrilleros que operan en dicho país, liderado por Abu Mohammed Al Golani, avanzó sin encontrar resistencia y ocupó Damasco, obligando a Bashar Al Assad y a su familia a exiliarse en Moscú. Terminando, de la noche a la mañana, con 52 años de la dictadura de Bashar y su padre, Hafez.

La similitud con la caída del Muro de Berlín, ocurrida en noviembre de 1989, es notable. En ambos casos no se disparó un solo tiro; los encargados de defender el status quo optaron por quitarse los uniformes y mezclarse con la población, y líderes de entonces, como George Bush padre, Mijail Gorbachov, Helmut Kohl y Francois Mitterrand, casi se enteraron “por los diarios”.

El título de esta columna fue copiado de las Memorias de Henry Kissinger, quien se burlaba de los brillantes análisis realizados con el diario del lunes.

Quienes viven en Siria tomaron la revolución con alegría y preocupación. Alegría, porque de repente desapareció un régimen político opresivo que duró más de medio siglo. Preocupación, porque es difícil imaginar una evolución en Siria. Ambas cosas son entendibles. Mirando para adelante, Siria es un territorio en el que conviven “x” cantidad de grupos armados, que no se pueden ni ver. La preocupación existente en varios países, por una probable emigración masiva de sirios, no responde sólo a partidarios de Al Assad, sino a una incertidumbre básica referida al futuro.

Un hecho como el que estoy analizando no sólo afecta a quienes viven en el país donde ocurrió, sino que también impacta en la situación política y bélica de países vecinos y no tan vecinos. Geográficamente Siria queda lejos de Estados Unidos, pero, ¿puede dicho país desentenderse de lo que ocurra?

Conjetura, sólo conjetura. A la luz de lo que acaba de pasar en Siria, ¿está tan claro que los regímenes que existen en Cuba, Venezuela y Nicaragua están tan bien atornillados como parece?

El universo de lo posible es demasiado grande para constituir una buena base para la toma de decisiones. Es posible que nieve en CABA, pero nadie anda por la calle super abrigado. Lo importante es la velocidad con la cual se captan los cambios y se introducen las modificaciones. En la Argentina no hay tiempo para aburrirse, pero, como se ve, en algunas otras partes del mundo ocurre algo parecido.

Hasta hace un par de semanas nadie hablaba de Siria. En los últimos días, uno de los varios grupos guerrilleros que operan en dicho país, liderado por Abu Mohammed Al Golani, avanzó sin encontrar resistencia y ocupó Damasco, obligando a Bashar Al Assad y a su familia a exiliarse en Moscú. Terminando, de la noche a la mañana, con 52 años de la dictadura de Bashar y su padre, Hafez.

La similitud con la caída del Muro de Berlín, ocurrida en noviembre de 1989, es notable. En ambos casos no se disparó un solo tiro; los encargados de defender el status quo optaron por quitarse los uniformes y mezclarse con la población, y líderes de entonces, como George Bush padre, Mijail Gorbachov, Helmut Kohl y Francois Mitterrand, casi se enteraron “por los diarios”.

El título de esta columna fue copiado de las Memorias de Henry Kissinger, quien se burlaba de los brillantes análisis realizados con el diario del lunes.

Quienes viven en Siria tomaron la revolución con alegría y preocupación. Alegría, porque de repente desapareció un régimen político opresivo que duró más de medio siglo. Preocupación, porque es difícil imaginar una evolución en Siria. Ambas cosas son entendibles. Mirando para adelante, Siria es un territorio en el que conviven “x” cantidad de grupos armados, que no se pueden ni ver. La preocupación existente en varios países, por una probable emigración masiva de sirios, no responde sólo a partidarios de Al Assad, sino a una incertidumbre básica referida al futuro.

Un hecho como el que estoy analizando no sólo afecta a quienes viven en el país donde ocurrió, sino que también impacta en la situación política y bélica de países vecinos y no tan vecinos. Geográficamente Siria queda lejos de Estados Unidos, pero, ¿puede dicho país desentenderse de lo que ocurra?

Conjetura, sólo conjetura. A la luz de lo que acaba de pasar en Siria, ¿está tan claro que los regímenes que existen en Cuba, Venezuela y Nicaragua están tan bien atornillados como parece?

El universo de lo posible es demasiado grande para constituir una buena base para la toma de decisiones. Es posible que nieve en CABA, pero nadie anda por la calle super abrigado. Lo importante es la velocidad con la cual se captan los cambios y se introducen las modificaciones. En la Argentina no hay tiempo para aburrirse, pero, como se ve, en algunas otras partes del mundo ocurre algo parecido.

 

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