Pablo Moyano renunció hoy al triunvirato de mando de la CGT después de que un sector del consejo directivo haya rechazado su intento de avanzar con el tercer paro general contra la gestión de Javier Milei.
“Renuncio al no coincidir con las medidas de la denominada mesa chica”, argumentó el hijo mayor de Hugo Moyano en una carta presentada al consejo directivo. De esta manera, Moyano deja de encabezar el triunvirato que integraba desde 2021 con Héctor Daer, referente de “los Gordos” (grandes gremios de servicios), y Carlos Acuña, un aliado de Luis Barrionuevo. Las diferencias y tensiones con ambos dirigentes no se ocultaron ni siquiera en el día de la asunción, el 11 de noviembre de 2021, cuando Moyano no asistió personalmente al congreso por un supuesto cuadro febril. “Después de años de distanciamiento de los dirigentes, logramos una unidad total. Esta CGT no será el apéndice de ningún gobierno”, dijo ese día por video llamada.
Antes del paro de transporte del 30 de octubre pasado, Moyano había condicionado su futuro en el triunvirato de mando de la CGT a la espera de una reacción corporativa en contra del Gobierno. “Mitad de la CGT quiere dialogar con el Gobierno y la otra mitad quiere estar en la calle para defender los derechos de los trabajadores. No se puede mirar para otro lado”, dijo el número dos de los camioneros tras la huelga de transportistas. Un día antes, sin saber el grado de adhesión que iba a tener la medida de los transportistas, había dicho: “Después del 30 de octubre se decidirá la situación del sector que representamos, si continuar en la CGT o proponer una profundización del plan de lucha que arrancó con el paro de enero. No hay otra alternativa que un paro general”.
La CGT resolvió el martes pasado abrir un canal de diálogo con el Gobierno y desestimar el pedido de Moyano para avanzar con otra protesta contra la gestión de Milei. Esa postura, según reconstruyó LA NACION, tuvo el aval de Hugo Moyano, que volvió a marcar diferencias con su hijo.
“No es momento para hacer un paro, no hay margen para una medida loca a fin de año, menos con la inflación a la baja y con estabilidad cambiaria”, dijo a LA NACION un jerárquico de la CGT al que le incomoda el conflicto y que presionó en la discusión interna para forzar una negociación con la Casa Rosada. “El diálogo es la llave maestra para resolver los conflictos”, argumentó el dirigente durante la reunión en la sede de UPCN. La decisión de no confrontar con los libertarios se resolvió allí, en el gremio estatal, con representantes de las distintas tribus sindicales que conviven hoy en la CGT. Dijeron dos testigos que la decisión fue resuelta por unanimidad. Hubo apenas un pedido disruptivo desde el moyanismo para que se reúna al consejo directivo en plenitud.
El ala dialoguista de la CGT, que reúne por ahora una mayoría, estaba lejos de aceptar ser guiados por Moyano hacia un conflicto con Milei. Mucho menos ahora, cuando el Presidente saca pecho por la caída de la inflación, el control del mercado cambiario y un repunte en las encuestas de imagen y aceptación.
La salida de Moyano se suma a la reciente renuncia de Mario Manrique, dirigente del Smata que ocupaba la secretaría gremial de la CGT. Manrique también argumentó en su portazo las diferencias con el sector dialoguista. Incómodo, Moyano decidió ahora sellar una alianza con las dos vertientes de la CTA, movimientos sociales vinculados al kirchnerismo y la izquierda. De hecho, es probable que con ellos active una movilización de protesta el 5 de diciembre próximo.
La renuncia causó un gran impacto en el sindicalismo, pero no generó sorpresas ya que el mismo Moyano había condicionado su futuro en la central obrera. Ahora, Hugo Moyano, líder del Sindicato de Camioneros, designará al reemplazante de su hijo mayor en la conducción cegetista, ya que los cargos no son personales sino de cada organización gremial. El posible reemplazante de Moyano en la CGT podría ser Omar “Manguera” Pérez, secretario de Políticas de Transporte del sindicato y uno de los dirigentes de mayor confianza del jefe de los camioneros.
Es una incógnita saber qué pasará ahora con el resto de los dirigentes del consejo directivo que comulgan con el moyanismo, aunque Pablo Moyano no consultó a ninguno de ellos antes de enviar por carta su renuncia, según supo LA NACION. La salida de Moyano adelanta el proceso de recambio de la central obrera, que tiene elecciones previstas para agosto de 2025.
Lejos de la CGT, Moyano está lanzado a construir una alianza con los gremios más combativos, las dos vertientes de la CTA, universitarios, piqueteros y la izquierda. Con ellos ya planifica una masiva marcha para diciembre. Además, en su entorno no descartan esta vez aceptar un lugar en las listas del peronismo para ocupar una banca en la Cámara de Diputados, al igual que Manrique, el bancario Sergio Palazzo y el ceteísta Hugo Yasky, tres de sus aliados en esta nueva aventura sin “los Gordos” y el barrionuevismo.
Pablo Moyano renunció hoy al triunvirato de mando de la CGT después de que un sector del consejo directivo haya rechazado su intento de avanzar con el tercer paro general contra la gestión de Javier Milei.
“Renuncio al no coincidir con las medidas de la denominada mesa chica”, argumentó el hijo mayor de Hugo Moyano en una carta presentada al consejo directivo. De esta manera, Moyano deja de encabezar el triunvirato que integraba desde 2021 con Héctor Daer, referente de “los Gordos” (grandes gremios de servicios), y Carlos Acuña, un aliado de Luis Barrionuevo. Las diferencias y tensiones con ambos dirigentes no se ocultaron ni siquiera en el día de la asunción, el 11 de noviembre de 2021, cuando Moyano no asistió personalmente al congreso por un supuesto cuadro febril. “Después de años de distanciamiento de los dirigentes, logramos una unidad total. Esta CGT no será el apéndice de ningún gobierno”, dijo ese día por video llamada.
Antes del paro de transporte del 30 de octubre pasado, Moyano había condicionado su futuro en el triunvirato de mando de la CGT a la espera de una reacción corporativa en contra del Gobierno. “Mitad de la CGT quiere dialogar con el Gobierno y la otra mitad quiere estar en la calle para defender los derechos de los trabajadores. No se puede mirar para otro lado”, dijo el número dos de los camioneros tras la huelga de transportistas. Un día antes, sin saber el grado de adhesión que iba a tener la medida de los transportistas, había dicho: “Después del 30 de octubre se decidirá la situación del sector que representamos, si continuar en la CGT o proponer una profundización del plan de lucha que arrancó con el paro de enero. No hay otra alternativa que un paro general”.
La CGT resolvió el martes pasado abrir un canal de diálogo con el Gobierno y desestimar el pedido de Moyano para avanzar con otra protesta contra la gestión de Milei. Esa postura, según reconstruyó LA NACION, tuvo el aval de Hugo Moyano, que volvió a marcar diferencias con su hijo.
“No es momento para hacer un paro, no hay margen para una medida loca a fin de año, menos con la inflación a la baja y con estabilidad cambiaria”, dijo a LA NACION un jerárquico de la CGT al que le incomoda el conflicto y que presionó en la discusión interna para forzar una negociación con la Casa Rosada. “El diálogo es la llave maestra para resolver los conflictos”, argumentó el dirigente durante la reunión en la sede de UPCN. La decisión de no confrontar con los libertarios se resolvió allí, en el gremio estatal, con representantes de las distintas tribus sindicales que conviven hoy en la CGT. Dijeron dos testigos que la decisión fue resuelta por unanimidad. Hubo apenas un pedido disruptivo desde el moyanismo para que se reúna al consejo directivo en plenitud.
El ala dialoguista de la CGT, que reúne por ahora una mayoría, estaba lejos de aceptar ser guiados por Moyano hacia un conflicto con Milei. Mucho menos ahora, cuando el Presidente saca pecho por la caída de la inflación, el control del mercado cambiario y un repunte en las encuestas de imagen y aceptación.
La salida de Moyano se suma a la reciente renuncia de Mario Manrique, dirigente del Smata que ocupaba la secretaría gremial de la CGT. Manrique también argumentó en su portazo las diferencias con el sector dialoguista. Incómodo, Moyano decidió ahora sellar una alianza con las dos vertientes de la CTA, movimientos sociales vinculados al kirchnerismo y la izquierda. De hecho, es probable que con ellos active una movilización de protesta el 5 de diciembre próximo.
La renuncia causó un gran impacto en el sindicalismo, pero no generó sorpresas ya que el mismo Moyano había condicionado su futuro en la central obrera. Ahora, Hugo Moyano, líder del Sindicato de Camioneros, designará al reemplazante de su hijo mayor en la conducción cegetista, ya que los cargos no son personales sino de cada organización gremial. El posible reemplazante de Moyano en la CGT podría ser Omar “Manguera” Pérez, secretario de Políticas de Transporte del sindicato y uno de los dirigentes de mayor confianza del jefe de los camioneros.
Es una incógnita saber qué pasará ahora con el resto de los dirigentes del consejo directivo que comulgan con el moyanismo, aunque Pablo Moyano no consultó a ninguno de ellos antes de enviar por carta su renuncia, según supo LA NACION. La salida de Moyano adelanta el proceso de recambio de la central obrera, que tiene elecciones previstas para agosto de 2025.
Lejos de la CGT, Moyano está lanzado a construir una alianza con los gremios más combativos, las dos vertientes de la CTA, universitarios, piqueteros y la izquierda. Con ellos ya planifica una masiva marcha para diciembre. Además, en su entorno no descartan esta vez aceptar un lugar en las listas del peronismo para ocupar una banca en la Cámara de Diputados, al igual que Manrique, el bancario Sergio Palazzo y el ceteísta Hugo Yasky, tres de sus aliados en esta nueva aventura sin “los Gordos” y el barrionuevismo.